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Elecciones al Palamento vasco

La normalidad presidió la jornada electoral en Euskadi

La más completa normalidad, sin incidentes dignos de mención, presidió la jornada electoral del domingo en el País Vasco. El día amaneció gris y lluvioso en Euskadi, especialmente en la zona costera de Guipúzcoa. Con una vigilancia policial más discreta que en consultas anteriores, los colegios registraban, a las doce del mediodía, una afluencia que, en general, no superaba el 10% del censo electoral. Los cabezas de lista de las diferentes formaciones políticas acudieron a las urnas entre diez y doce de la mañana, y cientos de familias vascas cogían a esas horas sus coches para, a pesar del mal tiempo, pasar un día fuera de las capitales. Alrededor del 47% de los posibles votantes de Euskadi habían decidido ya no acercarse a las urnas.

El cabeza de lista de Herri Batasuna (HB) de Guipúzcoa, el parlamentario Miguel Castells, no quiso hacer declaraciones en el momento de votar: «Sólo puedo decir que es necesario que HB mantenga su peso en Euskadi porque si no van a ir a por nosotros de mala manera...»A las diez de la mañana votó Juan María Bandrés, de Euskadiko Ezkerra: «Del resultado que salga de estas elecciones va a marcarse la política futura de Euskadi e incluso el destino del propio Estatuto de Autonomía.»

Jaime Mayor Oreja, primer candidato de UCD por Guipúzcoa, acompañado por Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, votó a las once:

Un cuarto de hora más tarde votaba en el mismo colegio Txiki Benegas: «Los primeros temas que debe afrontar el nuevo Parlamento han de ser», dijo, «la pacificación de Euskadi, la reactivación económica y el desarrollo pleno del Estatuto sin discriminación para ningún ciudadano.»

A las doce, en un hotel situado frente a la Concha, el presidente del CGV, Carlos Garaikoetxea, charlaba con sus colaboradores. No pudo votar al no haber sido convenientemente revisado el último censo de Guipúzcoa. Desde el verano pasado tiene la vecindad administrativa. «No me siento vejado. Los miles de nacionalistas van a poder realizar mi sueño de dar mi voto al PNV en las primeras elecciones al Parlamento vasco.»

Jesús María de Leizaola, primer candidato del PNV por Vizcaya, tuvo dificultades para votar, toda vez que algunos de los interventores de la mesa en que le tocó votar estimaron que no llevaba el tiempo necesario en Euskadi como residente. El presidente de mesa dijo que aceptaba el voto del ex lendakari, aunque, posteriormente, pudiera ser impugnado. Por su parte, Telesforo Monzón, número uno de Herri Batasuna por Alava, no pudo votar en Vergara (Guipúzcoa) por no llevar empadronado el tiempo necesario.

Sin incidentes, con la misma abstención y la misma discreción policial en cuanto al despliegue de seguridad montado por el general Sáenz de Santamaría, transcurrió la jornada electoral en Vizcaya.

«El mayor temor que tenemos es la abstención», comentó, premonitorio, Ricardo García Damborenea, primer candidato socialista por Vizcaya, en el momento de depositar su voto. «Mi esperanza», dijo, «es que la clase obrera comprenda que la autonomía sí tiene que ver con su vida, con sus preocupaciones, y acuda a las urnas. En caso contrario, el único beneficiario va a ser el PNV.»

Mitxel Unzueta, que seguía al ex lendakari Leizaola en las listas nacionalistas por Vizcaya, no estaba muy de acuerdo con Damborenea, dado que «antes que nada nos interesa que la participación exprese un alto nivel de conciencia autonómica de preocupación por la institucionalización de Euskadi». Unzueta votó a las 11 y media de la mañana, en el Instituto de Enseñanza Media de Bilbao.

Roberto Lertxundi, primer candidato del Partido Comunista de Euskadi (EPK) al Parlamento vasco por Vizcaya, llegó poco después de las once de la mañana al instituto de Guecho, acompañado de su hijo de dos años de edad. A esa hora, el que posteriormente se convertiría en único representante de su partido en el Parlamento vasco se mostraba optimista respecto al resultado de las elecciones.

Alava, ligeros incidentes

La jornada electoral en la provincia de Alava se desarrolló con normalidad, salvo un par de incidentes.

Una persona, cuya identidad no ha sido revelada, resultó gravemente herida en Vitoria, cuando cayó desde una farola a la acera al intentar arrancar un cartel de propaganda pegado entre dos balcones, en el que aparecía la imagen del primer candidato de UCD en la provincia, Jesús Viana. Alrededor de las seis de la tarde se produjo un incidente en él colegio electoral Luis Dorao de la capital alavesa, en el que resultó lesionado un policía municipal.

A las dos de la madrugada, en medio de una gran expectación, Carlos Garaikoetxea entraba en la Diputaciónde Guipúzcoa, donde el CGV había centralizado la recogida de datos de las tres provincias. Había esperado en la sede de su partido hasta tener la confirmación de la victoria aplastante del PNV, que le aseguraba a priori el puesto de presidente del Gobierno vasco.

Erí el coche que le llevaba hasta la Diputación, Garaikoetxea comentaba a EL PAIS. «No me lo creo. Me he tomado dos whiskies y estoy "botijo". No esperábamos esta victoria tan rotunda. Herri Batasuna nos ha hecho un favor al presentarse a las elecciones. En caso contrario, para conseguir los escaños que hemos obtenido hubiéramos necesitado el doble de votos.»

Entre cientos de destellos de flashes y focos de televisión, Carlos Garaikoetxea entró en el edificio sonriente, aunque con rasgos de cansancio en su rostro. Cuando llegó al hall que corona la escalera del piso superior, militantes del PNV prorrumpieron en aplausos y gritos de Gora Euskadi. Tras unas breves declaraciones, se encerró en una sala a la espera de los resultados definitivos de Vizcaya.

El ambiente de euforia de los nacionalistas -de uno u otro signo- fue creciente a partir de, las doce de la noche. Media hora más tarde, cuando se conocía un alto porcentaje de los votos de Alava y Guipúzcoa y cifras significativas de Vizcaya, Juan María Bandrés se abrazaba con diputados del PNV, intercambiando la palabra zorionak (felicidades). Militantes y dirigentes del PNV y Euskadiko Ezkerra -no había representación de HB- descorchaban ya las primeras botellas de champán (un centenar se consumió en el bar improvisado en la Diputación).

A la una y media, la «quiniela», con escaso margen de error, situaba a las tres formaciones nacionalistas en cabeza de la lista de escaños obtenidos. El ambiente de alegría y fiesta llegó al máximo grado. Estaba confirmado ya el descenso del PSOE y el hundimiento de UCD. Era -o así lo interpretaban al menos sus representantes- una victoria de la opción nacionalista frente a la estatalista.

Visiblemente cansado y decepcionado, llegó a la Diputación de Guipúzcoa, pasadas las dos y. media de la madrugada, Txiki Benegas, número uno del PSE-PSOE en Guipúzcoa. Sin poder disimular su decepción, celebró una improvisada rueda de prensa a los medios informativos, en la que insistió en que la abstención había sido el peor enemigo de su partido.

Poco antes de las cinco de la mañana, y cuando de fondo aún se escuchaba el descorchar de las últimas botellas de champán y algunos gritos de Gora Euskadi de peneuvistas enfervorecidos, Carlos Garaikoetxea, acompañado de su esposa, abandonaba la Diputación. Ante la insistencia de los fotógrafos por tomar una instantánea de la pareja, el lendakari diría: «Mejor lo dejamos para mañana, que estaremos más guapos.»

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