Fuertes medidas de seguridad la visita de Adolfo Suárez al País Vasco
Hasta horas antes de la llegada del presidente Suárez al País Vasco no se conoció el programa que iba a desarrollar en San Sebastián, Bilbao y Vitoria en la jornada de ayer. Aun así, a última hora se variaron itinerarios, se ofrecieron pistas falsas a los medios informativos y se trastrocaron horarios. Un dispositivo de seguridad nunca visto hasta la fecha en el País Vasco se montó en torno al presidente desde el momento de su llegada al aeropuerto de Fuenterrabía, a las doce del mediodía.
Adolfo Suárez, al que acompañaban el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, y el secretario de Estado para la Información, Josep Meliá, fue recibido al pie del avión por las autoridades, civiles y militares de Guipúzcoa y por el delegado especial del Gobierno, general Sáenz de Santamaría.En San Sebastián, donde la policía ocupaba los puntos estratégicos de la ciudad, Adolfo Suárez participó en un coloquio celebrado en los salones del hotel María Cristina ante unos trescientos militantes y simpatizantes de UCD. Intervinieron también en el acto Jesús María Viana y Jaime Mayor Oreja, cabezas de lista del partido por Alava y Guipúzcoa, respectivamente. En las proximidades del hotel la Policía Nacional disolvió una manifestación de estudiantes e impidió el acceso al establecimiento de los trabajadores de La Voz de España y Unidad, de los Medios de Comunicación Social del Estado, recientemente, cerrados, que gritaban: «La Voz y Unidad, queremos trabajar».
En su breve alocución, el señor Suárez habló de la doble españolidad de Guipúzcoa, «por ser vasca y por ser española » y añadió que «ser de UCD hoy en España es difícil, pero ser militante de UCD en el País Vasco no sólo es un acto de fe en los valores éticos, sino que demuestra un notable valor físico ».
El señor Suárez estimó que el Estatuto de Autonomía es una pieza clave en la pacificación de Euskadi y que el estado de tensión debe superarse con una gran dosis de confianza. Adolfo Suárez señaló que «son lamentables las opiniones que mantienen que las autonomías son los contrapoderes del poder central. Las autonomías están justificadas por tres vías en el marco constitucional: una razón histórica, una razón funcional de acercar la Administración a los administrados y una razón política de reconocimiento de las diferentes regiones, en un marco de solidaridad de unas con otras y a través de la unidad de España».
Desde la localidad pesquera de Guetaria (Guipúzcoa), donde había almorzado, el presidente Suárez se trasladó a Bilbao, adonde llegó pasadas las seis y media de la tarde. Se habían previsto -según pudo saber EL PAÍS- hasta cuatro itinerarios diferentes en su viaje de Guipúzcoa a Vizcaya, cuya capital, Bilbao, recibió al presidente con palmas y pitos. Junto a una verdadera avalancha de propaganda de UCD en calles y medios de información, aparecían por la mañana en las calles abundantes pintadas en las que se denunciaba el carácter electoral de la visita de Suárez y se le invitaba a irse.
Desde horas antes de la llegada del presidente a Bilbao, las carreteras de acceso, ruta del itinerario, puntos más céntricos y alrededores del Gobierno Civil y del cine Astoria, donde participaría en un mitin, estaban prácticamente tomados por fuerzas especiales de la Policía Nacional. Idénticas medidas se registraron en las inmediaciones de la basílica de Begoña, adonde llegó el presidente Suárez pasadas las seis y media de la tarde. Le esperaban en las escalerillas el gobernador civil de Vizcaya, los ministros Pérez-Llorca y Rodríguez Sahagún, y los candidatos del partido por la provincia.
Tras rezar brevemente ante la patrona de Vizcaya («es una costumbre siempre que vengo a Bilbao») y rodeado de una verdadera nube de miembros del servicio de seguridad, el señor Suárez se trasladó al Gobierno Civil de Vizcaya, donde se llevó a cabo una improvisada conferencia de prensa.
«Soy optimista respecto al futuro del País Vasco», dijo Adolfo Suárez. «Tengo fe absoluta en los hombres y mujeres del País Vasco. Creo que el camino de la autonomía ha de servir necesariamente ala pacificación de Euskadi y, por tanto, a su recuperación económica, a la conquista de unos logros de bienestar económico, social y cultural y a la asunción del propio autogobierno.»
Insistió ante los periodistas bilbaínos el presidente Suárez sobre la voluntad autonomista de UCD, «no sólo en el País Vasco, sino en otras nacionalidades y regiones del Estado español». «Creo», añadió, «que los hechos avalan más que las palabras. Nosotros iniciamos el proceso preautonómico y hemos abierto los caminos de la autonomía, de la que somos firmes defensores.» Negó que el Ejecutivo vaya a condicionar el desarrollo del Estatuto a la presencia de su partido en el Gobierno vasco, y agregó: «Tenemos vocación de servicio a la comunidad, y se defenderán los intereses de la comunidad vasca, que por serlo es española, porque éstos están por encima de nuestra situación de participación u oposición ante el Gobierno vasco.»
El presidente del Gobierno calificó como necesarias la colaboración y coordinación entre el futuro Gobierno vasco y el del Estado. «No se puede entender», dijo, «el poder ejecutivo español como una pieza en la que estén contrapuestas las autonomías comunitarias provinciales y municipales frente al poder central. Todo lo contrario. Todo forma parte de un engranaje, que es el poder ejecutivo del Estado. Por tanto, la colaboración y coordinación de esa maquinaria que entre todos estamos creando, maquinaria que, en definitiva, acerca el poder al pueblo e identifica a cada pueblo con sus propias instituciones y recupera un sentido histórico. Es necesaria la coordinación, que, por otra parte, está prevista en la Constitución, entre todas las comunidades autónomas y el poder central. El mismo tiene que tener, naturalmente, la suficiente eficacia no sólo para velar por la solidaridad, sino también para la toma de decisiones que en un Estado moderno han de ser también globales.
Mitin en un cine de Bilbao
Poco antes de las ocho de la noche, el presidente Suárez se trasladó al cine Astoria para participar en un mitin, en el que intervinieron también los ministros Pérez-Llorca, Rodríguez Sahagún y los cabezas de lista de las provincias de Vizcaya, Alava y Guipúzcoa.
En un discurso que duró veinte minutos, Adolfo Suárez calificó a UCD como «un partido que ha demostrado suficientemente su carácter centrista, reformista, moderado e integrador». «Somos decididamente interclasistas, porque queremos integrar a todos los pueblos de España en el marco de libertades que la Constitución consagra y porque no estamos dispuestos a aceptar que se produzcan discriminaciones entre españoles de distintas comunidades, cualquiera que sea su lengua, su origen social, su profesión o sus ideas. »
«La autonomía», señaló, «no puede ni debe concebirse como una plataforma de confrontación con el Estado, sino justamente como una organización del Estado que es de todos y a todos debe servir: una nueva organización del Estado en la que los centros de decisión de cuestiones que afectan cotidianamente a los ciudadanos están más cerca del pueblo, una nueva organización del Estado, finalmente, que funcione mejor y sea más eficaz en la administración de fondos públicos y en la prestación de servicios.»
Durante la estancia en Bilbao del presidente Suárez se produjeron pequeños incidentes protagonizados por personas de expresa derecha. Cuando abandonaba la plaza Campuzano, donde se había celebrado el mitin, dos mujeres dieron gritos de «Preferimos etarras que a chaqueteros traidores », y «A ti tenían que matarte los de derechas y los de izquierdas». Anteriormente, en la basílica de Begoña, un joven había lanzado gritos de «traidor» contra el presidente, mientras a la entrada del cine Astoria fue apostrofado con nuevos gritos de «traidor» por una mujer que poco antes había invocado a Franco.
Desde Bilbao, Suárez se trasladó a Vitoria, adonde llegó a las nueve de la noche. En la capital alavesa asistió a una cena-coloquio con trescientos militantes de su partido. Esta mañana recibirá al comité de empresa de Michelín y acudirá posteriormente a depositar una ofrenda floral a la Virgen Blanca, en la iglesia de San Miguel, antes de regresar a Madrid.
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