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Reportaje:

El patinaje de velocidad sobre hielo, el deporte más rápido sin propulsión mecánica

El triunfo de Estados Unidos sobre la URSS en la última final olímpica de hockey sobre hielo, disputada en Lake Placid, traspasó los límites del éxito deportivo para entrar de lleno en el tema político-emocional. Sin embargo, la hazaña, que pasará a los anales de los Juegos, fue conseguida por un muchacho de veintiún años, Eric Heiden, que con sus cinco medallas de oro se confirmó como el «Superman» del patinaje de velocidad sobre hielo, el deporte individual más rápido del mundo, en terreno llano. Sin otra propulsión mecánica que la propia energía corporal, se rozán ya los límites de los cincuenta kilómetros por hora.

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El golden boy -«muchacho de oro»-, como se le llama ya en su país, falló el pasado fin de semana en los Campeonatos del Mundo, disputados en Heerenven (Holanda), pero apenas tuvo ya importancia. Campeón desde 1977, con más de diez títulos parciales obtenidos, había logrado popularizar un deporte tan poco conocido como impresionante. Unos Juegos Olímpicos son el mejor escaparate, y tras su éxito se relajó. Con las cinco medallas de oro de Lake Placid, superó el récord de títulos invernales en unos juegos, que poseía la soviética Lidia Skoblikova -cuatro en Innsbruck-64-. Incluso se acercó al absoluto de Mark Spitz, aunque en cierta forma también lo mejoró. No se puede olvidar que el nadador, también norteamericano, sólo obtuvo en Munich-72, cuatro victorias individuales, y las tres restantes, con los equipos de relevos 4 X 100 y 4 x 200 metros libres, así como 4 x 100 estilos.En cualquier caso, es muy aleatorio este tema de los atletas «multitulados», pues existen deportes con más facilidad que otros para conseguir triunfos por su específico programa de pruebas.

Futuro médico

Heiden es un estudiante de medicina en la Universidad de Wisconsin, que aspira a especializarse en cirugía ortopédica como su padre. Con unas facultades físicas impresionantes -1,84 metros de estatura para 85 kilos de peso-, no es tan alto como otras figuras destacadas anteriormente en el patinaje de velocidad, pero sí más potente. El holandés Ard Schenk, por ejemplo, primer hombre que ganó las cuatro pruebas de un campeonato del mundo, en Oslo-72 -en los Juegos Olímpicos son cinco, pues se une la de mil metros, a los 500, 1.500, 5.000 y 10.000 de los mundiales-, medía 1,90 metros; sin embargo, el ciclo de cada una de sus zancadas se situaba por los veintisiete metros recorridos, al igual que Heiden.

Cuando el patinador adelanta una de sus piernas debe dejar que todo el impulso de su cuerpo vaya, a continuación, sobre la contraria, y el mejor resultado se obtiene si ambas están el mayor tiempo posible en ángulo recto sobre el hielo. Los muslos son especialmente importantes para mantener la máxima estabilidad en situaciones comprometidas -mal estado de la pista, grietas, etcétera-, y de su potencia para transformar la energía vital en velocidad lineal depende el mayor recorrido. Heiden es todo un ejemplo de esto y ha comentado que cuando siente romperse el hielo bajo las cuchillas -de filo muy delgado, 0,794 milímetros, reforzado en la parte superior por tubos de acero- sabe que ya es imposible ir más deprisa. En cuanto a los brazos, aunque la posición de cruzados a la espalda se utiliza en los tramos rectos, para ofrecer menor resistencia al viento, es preciso saber moverlos -el derecho, sobre todo, al girar a izquierdas- para «empujar» y equilibrar en cada caso.

Los patinadores sobre hielo son los seres humanos que alcanzan mayor velocidad en terreno llano sin propulsión mecánica. Al haber curvas en sus recorridos, los récords son aún más impresionantes. El de 500 metros, por ejemplo -con tres-, y que curiosamente no posee Heiden, sino el soviético Evgeny Kulikov, en 37-00, supone una velocidad de 48,649 kilómetros por hora. En esta modalidad, además, donde las cuchillas de los patines son mucho más largas y rectas -miden entre 30 y 45 centímetros, mientras que en artístico son de 35 y ligeramente curvadas para favorecer frenazos y giros-, la salida se efectúa de pie, con lo cual se tarda más en adquirir velocidad. Quizá por ello, el récord mundial de 1.000 metros, en posesión de Heiden, con 1-13-60, equivale a más velocidad aún que el de 500: 48-91 kilómetros por hora, sin duda la mayor alcanzada por un patinador sobre hielo. Cabe señalar, como índice de comparación, que con patines de ruedas, al ser mayor el rozamiento y menor su práctica en la modalidad de velocidad apenas se sobrepasan los 40. En atletismo, el récord mundial de 100 metros, los 9-95 que estableció Jim Hines en México al ganar la final de los Juegos Olímpicos de 1968, equivalen a 36,1 kilómetros por hora.

Polivalente

El enorme mérito de Heiden se concreta especialmente en su dominio sobre distancias tan dispares como 500 ó 10.000 metros. Si en los pasados Juegos Olímpicos de Montreal resultó asombroso que el cubano Juantorena ganara los 400 y los 800 metros, pues la primera prueba se consideraba de velocidad prolongada y la segunda de mediofondo, nadie puede imaginarse un atleta que gane los 100 o incluso los 400 y a la vez los 10.000 metros. Heiden, por sus características fisicas, tarda en entrar en acción y su prueba teóricamente más débil son los 500 metros. Sin embargo, su asombrosa preparación para compaginar resistencia y velocidad, unida a sus cualidades innatas, le ha convertido en un superman polivalente. Mientras es normal que los patinadores bajen su rendimiento en las pruebas de fondo, Heiden es capaz de hacer cada vuelta de 400 metros con una regularidad de computadora entre 34 y 35 segundos. Aparte de dos horas diarias para perfeccionar la técnica del patinaje -en verano, sobre ruedas-, hace veinte kilómetros de footing; a veces, treinta series de 400 metros; 250 flexiones de rodillas con veinte kilos a la espalda y mucha bicicleta -cincuenta o cien kilómetros o varios minutos de sprints fortísimos- El ciclismo es muy similar al patinaje, y he ahí los casos de Jan Janssen, gran patinador en los canales helados del invierno holandés, o Sheila Young, doble campeona mundial en ambas especialidades.

La consagración de este nuevo ídolo, sin embargo, no parece que vaya a hacerle desistir de sus planes. Al revés de Mark Spitz u otros vencedores olímpicos, no va a sacar provecho comercial de su éxito. Unicamente proyecta dedicarse a la medicina, y ya ha dejado muy clara su vocación desinteresada por el deporte al iniciar una campaña contra el boicot del presidente Carter a los Juegos de Moscú.

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