Oposición de los jóvenes norteamericanos a los planes de Carter sobre servicio militar
Desde que el pasado 23 de enero el presidente norteamericano Jimmy Carter anunciara su plan de introducir el servicio militar selectivo, un censo de jóvenes en edad de servir en las fuerzas armadas, cientos de miles de jóvenes norteamericanos, están preparando solicitudes para alegar objeción de conciencia.El comité contra el servicio militar obligatorio anunció planes para una manifestación masiva en Washington programada para el 22 de marzo próximo. Barry W. Lynn, presidente del comité, considera la manifestación como una importante iniciativa en el esfuerzo nacional por detener el censo militar de los jóvenes propuesto por el presidente Carter en su último mensaje sobre el Estado de la Unión.
Lynn declaró que «el presidente ha esparcido irresponsablemente las semillas de un descontento que se está difundiendo por toda la nación. Es un descontento por la indebida prisa con que este presidente se volvió hacia soluciones militares para los problemas internacionales y un descontento por el uso de los jóvenes como peones de maniobras políticas sobre las cuales no ejercen control».
En las diferentes organizaciones pacifistas del país se reciben a diario millares de cartas pidiendo información para acogerse al status de objetor de conciencia.
Los asesores de estas organizaciones pacifistas están sorprendidos por la avalancha de peticiones y consideran el hecho como un síntoma de los profundos cambios sociológicos y psicológicos de la juventud norteamericana, poco interesada en fervores militaristas y bastante alejada del clima de tensión internacional que domina actualmente la política exterior norteamericana.
Desde el primer momento en que el presidente Carter anunció su plan, la contestación estudiantil mostró su desacuerdo en los campus y en manifestaciones en algunas ciudades.
Para que un joven norteamericano pueda acceder al status de objetor de conciencia tiene que pasar por una serie de pruebas difíciles de superar. En primer lugar tiene que «demostrar» profundos condicionamientos morales, éticos o religiosos que le impidan ir a la guerra. Y para demostrar la «sinceridad» de sus argumentos tiene que explicar, en la oficina local de reclutamiento, dónde adquirió sus creencias y que hace cada día en su vida de acuerdo con tales creencias.
Las pruebas apenas las superaron un 20 % de los que solicitaron la objeción de conciencia para no ir a Vietnam.
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