Pocos
habrán reparado en él, porque nunca ha vivido en el centro del mundo de Hollywood, a pesar de haber sido el que le puso música a muchas de las producciones nacidas en esa meca de la industria cinematográfica. El se llama Johnny Mullins y ha preferido, antes que disfrutar del brillo de las estrellas, seguir en su empleo de conserje de la escuela elemental de Wilder (Springfield), en Estados Unidos, donde ha recibido ahora la noticia de que ha sido nominado para uno de los oscar que el próximo mes de abril concederá la academia hollywoodense. El señor Mullins, que ha sido ahora fotografiado con la gigantesca escoba con la que barre su escuela, lleva diecisiete años realizando composiciones musicales para el cine.
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