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Banisadr critica el desorden en que vive Irán

«Irán vive sus últimos meses de desorden», afirmó ayer el presidente iraní, Abdul Hassan Banisadr. «Los conspiradores viven sus últimos días», añadió cuando tomaba la palabra durante la reunión religiosa a la que acuden miles de tcheraníes desde que tuvo lugar la revolución. La reunión, como es costumbre, se celebraba en el recinto de la Universidad de Teherán, en la que han abundado los incidentes entre grupos rivales en los últimos días.El presidente iraní atacó, sin nombrarlos, a los Guardianes de la Revolución, que, según él, han fracasado en su papel de mantenedores del orden. «Nosotros somos responsables del 90% de los desórdenes; sólo el 10% restante es culpa de nuestros enemigos», añadió.

Banisadr hizo alusión a los desórdenes que estallaron el pasado día 7 en Gombad y Kavús (en el norte del país), en la provincia de mayoría turca de Gorgán y a los incidentes que se desarrollaron en los últimos días en Teherán, Shiraz, Zahedán, Sari, Tabriz, Bushir, Urumiyed y Ardabil.

En Jorramshahr, una bomba hizo explosión matando a cinco personas e hiriendo a unas 35, poco antes del comienzo de un mitin político en el que iba a hablar en público Azán Taleghani, hija del dirigente muyaijdinn chiita ayatollah Majmud Taleghani, que murió de un ataque cardiaco en septiembre. Esta explosión puede estar relacionada con otras que han tenido lugar en varias ciudades iraníes, causando cientos de heridos.

Todos estos enfrentamientos se debieron a la rivalidad entre extremistas musulmanes del Hezbollahí (Partido de Dios) y grupos progresistas, religioso o laicos. Esta rivalidad queda más marcada por la proximidad de las elecciones legislativas, que se celebrarán el 7 de marzo.

Entre tanto, el imán Jomeini continúa en el hospital Melidi Rezi, de Teherán, donde el jueves por la noche recibió a su rival el ayatollah Chariat-Madari. Esta visita, que duró sólo media hora, ha sido la primera salida que, en muchos meses, hace Chariat-Madari de la ciudad santa de Qom, en la que reside. En los últimos tiempos (y especialmente desde diciembre, cuando estalló la rebelión de Tabriz) se había rumoreado que se encontraba en prisión domiciliaria.

Hoy, por fin, se prevé que salga hacia Teherán la comisión de Naciones Unidas que investigará sobre las responsabilidades políticas del antiguo régimen del sha. Mientras tanto, los miembros de la comisión han aprovechado los dos días que han estado retenidos en Ginebra para comenzar a recoger información sobre el tema y entrevistarse con diversos funcionarios internacionales.

Una delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja, que ha visitado a unos 3.000 presos políticos del sha en los años 1977 y 1978, se les ofreció para ver también a los rehenes, siempre que, según su costumbre, pueda hacerlo sin testigos.

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