Los masoneos de EL PAÍS
El haber leído durante mis diez años de exilio. Le Monde, me da una experiencia indispensable para evaluar la pobreza de línea y de resultados de su hermano menor, bastante menor, EL PAÍS. EL PAÍS ha convertido su tribuna en una bebida amarga para el que quiere hacer de la lectura del periódico, como dijera Hegel, su oración matinal. El contexto general del país es bastante triste, pero añadir a la situación dosis venenosas de sectarismo, de dogmatismo anticlerical, es amargo para una persona que fue expulsada de su país por el dogmatismo religioso.
¿Es que no se puede responder a los inquisidores (que los hubo en el seno de la Iglesia, pero no toda la Iglesia fue, inquisición) más que con dosis de mala leche anticlerical, de desinformación, de manipulación? ¿Qué guerra es esta a la que nos quiere arrastrar una porción de intelectuales pretendidamente «radicales», radical-socialistas, masones?
Para muestra, un botón: la crónica del Sínodo holandés celebrado recientemente en Roma expresaba un desencanto latente porque no hubiera habido cisma; se seleccionaba -¡qué casualidad!- la opinión de un «católico» que estimaba que los obispos holandeses habían sido «castrados» en Roma. Un papa que denuncia el aborto, el divorcio, la píldora, la explotación del hombre por el hombre, y reduce herejes sin condenarlos a la hoguera escandaliza los castos oídos de EL PAS. Se le quiere, a toda costa, colgar la etiqueta de conservador, buscarle ocultas connivencias con el Opus Dei, etcétera.
En fin. señores, que cada vez, y es honesto reconocerlo, gracias a ustedes me cae más simpático el Papa. Y ustedes al acusar sin razón restan mucha credibilidad a su pretensión de ser un Le Monde español.
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