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El informe aperturista de Zaccagnini provoca nerviosismo en la DC italiana

Juan Arias

En el congreso democristiano que se está celebrando en Roma existe gran nerviosismo, sobre todo después del informe del secretario dimisionario, Benigno Zaccagnini. Con su discurso de cuatro horas y media, que le costó un amago de colapso cardiaco en los últimos minutos, que suscitó el pánico entre el público, sucedió lo que pasaba con ciertos discursos históricos del difunto Aldo Moro cuando «daba un paso hacia adelante» en un partido acostumbrado a una lentitud ancestral.

Toda la atención de este congreso estaba basada sobre la respuesta que el carismático secretario hubiera dado a la famosa «cuestión comunista». Todos estaban seguros que Zaccagnini pronunciaría la frase sugerida por los grupos más conservadores de su partido: «Por ahora no es posible negociar una forma de colaboración en el Gobierno con los comunistas.» De esta forma, el problema se habría aplazado de nuevo a un ulterior congreso, y todo hubiese quedado igual. Por eso, cuando Zaccagnini, recalcan do palabra por palabra, afirmó: «Se trata de analizar si en las grandes cuestiones políticas existen entre nosotros y los comunistas convergencias suficientes capaces de justificar una gestión común de gobierno», se levantaron los primeros gritos: Jamás jamás», mientras otros decían: «Elecciones, elecciones», y nuevos gritos: «Zaccagnini, quédate en tu puesto. Eres el mejor.» Zaccagnini afirmó ayer a EL PAIS que había querido hablar claro precisamente porque está decidido a abandonar la secretaría aunque le reeligieran por aclamación. «Estoy demasiado cansado», afirmó, diciendo, sin embargo, que seguiría luchando para que su partido «no pierda la tensión moral y la apertura a las nuevas realidades sociales, tal como había propugnado siempre Aldo Moro».Pero si Zaccagnini afirmó que no existen prejuicios para que «ya desde ahora» su partido estudie, junto con las demás fuerzas de mocráticas, las posibilidades de que el Partido Comunista pueda participar directamente en el gobierno del país, planteó también con mucha claridad cuáles son las condiciones irrenunciables-de la Democracia Cristiana: fidelidad a la OTAN, defensa de la economía mixta de mercado, aclaración de lo que los comunistas entienden por «sociedad socialista ».

Las primeras reacciones al informe de Zaccagnini han sido más bien positivas en lo que se refiere a la «claridad» con la cual ha hablado. Los comunistas han apreciado abiertamente el hecho de que el secretario democristiano «haya hecho caer los prejuicios ante la cuestión comunista», aunque han criticado la línea de política económica de su relación.

El secretario general del Partido Socialista, Bettíno Craxi, declaró a EL PAIS, antes de que Zaccagnini acabase de leer su informe, que era muy positivo el hecho de que el secretario democristiano se haya mostrado dispuesto a estudiar las condiciones políticas para la formación de un Gobierno de solidaridad nacional ante la situación de emergencia del país, sin repetir la frase titúrgica democristiana «por ahora no existen las condiciones suficientes».

Idéntica satisfacción demostró el secretario del Partido Republicano, Spadolini, el cual había propuesto antes del congreso una reunión de todas las fuerzas democráticas «con los comunistas» para estudiar conjuntamente un programa de gobierno «sin plantear prejuicios a priori». Los comunistas la habían rechazado, afirmando que en este caso deberían reunirse sólo aquellos partidos que declarasen previamente la voluntad de formar un Gobierno con el PCI.

Los más desilusionados han sido los partidos menores: socialdemócratas y liberales, ya que Zaccagnini les ha dicho que deben reconocer que los socialistas han hecho impracticable la posibilidad de cualquier Gobierno que no incluya a los comunistas, mientras que sin los socialistas la Democracia Cristiana no tiene la fuerza suficiente para formar ningún nuevo Gobierno sin recurrir de nuevo a las urnas.

De «peligrosa e inaceptable» calificó la corriente democristiana que dirige el presidente del Senado, Amintore Fanfani, la propuesta de Zaccagnini sobre la posibilidad de un Gobierno con los comunistas.

La reacción de los «fanfanianos», que cuentan con un 14% de los delegados, ha sorprendido en Roma por tajante y dura, aunque este grupo siempre se ha declarado abiertamente anticomunista.

Ambigüedad

Ayer empezaron ya los ataques directos a la propuesta de Zaccagnini, con intervenciones de marcado tipo «anticomunista», fundamentados en «la fidelidad a los electores». Pero los grandes «santones»: Andreotti, Forlani, Piccoli, Cossiga, etcétera, aún no han descubierto sus cartas.

Además está en el aire la sustitución de Zaccagnini. Hay quien piensa que si el congreso nombrara secretario a un democristiano de la «vieja guardia», tras cuatro años de lucha en favor de la «renovación», el partido caería en la mayor paradoja e incongruencia. Otros afirman que «todo acabará arreglándose, porque, en realidad, la Democracia Cristiana es un «partido de goma», capaz siempre de evitar dos palabras clave: el sí y el no». Quizá por esto ha irritado tanto el «claro» informe de Zaccagnini.

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