Unidad judicial, algo más que una ficción
En estos momentos en que comienzan a concretarse sus posibilidades asociativas de carácter profesional (las políticas y sindicales les han sido vedadas constitucionalmente), los jueces y magistrados españoles se enfrentan a un grave problema: el de la unidad. Los promotores de las dos grandes asociaciones que se perfilan en el seno de la magistratura española: la Asociación Profesional de la Magistratura, que ya ha iniciado los trámites de su legalización, y la Asociación de Jueces y Magistrados de España, todavía en gestación, sienten con la misma intensidad este problema, aunque quizá aborden el mismo desde presupuestos no exactamente coincidentes. No cabe duda de que en cualquier estamento, grupo o colectivo la unidad, en sí misma considerada, es un bien, al que se debe tender. Las divergencias y dificultades surgen cuando se trata de poner en marcha el proceso de su consecución. Si la unidad es consecuencia de un simple acto de voluntad, aunque sea bien intencionado, aquélla no pasa de ser un artificio. Si, por el contrario, la unidad es producto de la convergencia sobre los fines profesionales y sobre el alcance de la función judicial, aquella se asienta sobre una base real y puede ser operativa. Existe, sin embargo, la duda de si los jueces y magistrados españoles tienen una misma concepción tanto sobre el alcance de la función judicial como sobre la naturaleza misma de su profesión.Aunque la política no está explícitamente presente en el movimiento asociativo judicial, sí subyace en el mismo, y para nadie es un secreto la pluralidad ideológica que existe entre los jueces y magistrados españoles, por más que haya estado en situación de letargo en los últimos lustros. La unidad asociativa de la magistratura sólo será posible, si es que se quiere que sea algo más que una ficción, cuando aquélla se articule en torno a un programa y a unos fines profesionales concretos, tras amplio debate y discusión.
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