Libertad de expresión

He leído en EL PAIS la forma en que ha tratado -noticias y editorial- los interrogatorios y ulterior procesamiento de Miguel Angel Aguilar por un juzgado militar, y tengo que felicitarles. Debería ser obvio que cuando se procesa a un periodista por cumplir con su deber, y más aún inconstitucionalmente por un tribunal militar, la reacción fuera unánime de repulsa y de protesta. Con los ataques crecientes a la libertad de expresión -después de negar la licencia de exhibición a El crimen de Cuenca, el procesamiento de Miguel Angel Aguilar-, me temo que nos vayamos acostumbrando a una libertad controlada, servida a cuentagotas.No deja de ser altamente significativo que la serie de procesajmientos que se inicia en 1967 contra Miguel Angel Aguilar -siempre por hacer uso dignamente de su libertad- no haya cesado en la nueva etapa que se quiere democrática. Hay cuestiones esenciales en las que no cabe el arreglo o el compromiso. Los derechos humanos y las libertades básicas se respetan o no, sin que quepan estados intermedios. Una libertad de expresión mediátizada o recortada, deja de ser libertad. La libertad de expresión, tal como la garantiza la Constitución, continúa siendo un primer objetivo a alcanzar, que exige posturas claras y acciones colectivasúe solidaridad. Me congr.atulo en comprobar que en su lucha por hacer realidad cotidiana la libertad de informar, Miguel Angel Aguilar no está solo.

Secretario de Cultura de la Comisión Ejecutiva del PSOE