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Clima de pre guerra civil en El Salvador

En una jornada «normal», como la del viernes, el saldo de los hechos de violencia en El Salvador ha alcanzado la suma de veintiún muertos. Para muchos, esto es más demostrativo del estado de descomposición interna que vive El Salvador que episodios como los del martes, cuando veinticinco personas murieron al ser ametrallada una manifestación por extremistas de derecha.

A la escalada de la violencia se unen otros factores que coadyuvan al crecimiento del panorama de caos. La economía, sobre todo en el sector agrario, se resquebraja. Ningún propietario cafetalero o algodonero siembra sus tierras, cuando no destruye lo ya plantado. Esta temporada, con toda seguridad, no habrá cosechas. El Gobierno no puede poner en marcha la reforma agraria por falta de dinero. El paro aumenta, el consumo disminuye y muchos negocios e industrias, grandes y pequeños, han de cerrar. La evasión de capitales es constante.La avalancha de noticias sobre acciones armadas de la derecha y la izquierda durante la última jornada fue constante. En la madrugada, un teniente de la Guardia Nacional y siete militantes del FAPU (Frente de Acción Popular Unificada) murieron en una emboscada en Aguilares, al norte de San Salvador. Otros tres miembros de la citada organización perdieron la vida en Santa Ana, en lucha contra las fuerzas de seguridad. Al amanecer del viernes, los primeros paseantes de la capital descubrieron en el céntrico parque Libertad los cadáveres de tres jóvenes, muertos a machetazos.

De la cercana localidad de Sonsonate se informaba que el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) había matado a un comerciante local y a su empleado. Poco después, el alcalde de San Cayetano, militante de la izquierdista Unión Democrática Nacionalista (UDN), que había recobrado la libertad el lunes pasado, tras un largo período de detención, caía asesinado por grupos ultraderechistas.

A mediodía, en San Salvador, morían, en enfrentamiento con desconocidos, un detective de la policía y su acompañante. En las primeras horas de la tarde, el automóvil que trasladaba al secretario de actas del Partido Comunista y a un militante de dicho grupo fue interceptado y ametrallado: ambos ocupantes del vehículo murieron.

En el plano político, las cosas no van mejor. El Partido Demócrata Cristiano se divide en facciones que se acusan mutuamente. Bowdler, el secretario norteamericaqo para Asuntos de Latinoamérica, trata de impedir la llegada de refuerzos para la guerrilla salvadoreña procedentes de Nicaragua, Honduras y Guatemala, por medio de un cordón sanitario en el trifinio de aquellos tres países, al norte de El Salvador.

La derecha nacional contrata mercenarios para sus propósitos desestabilizadores: se dice que alrededor de doscientos panameños, colombianos y cubanos están ya en el país. Casi todos los días aparece en acción alguna nueva organización ultraderechista. Las últimas han sido el FAN (Frente Auténticamente Nacionalista) y la OLC (Organización para la Liberación del Comunismo). Altas personalidades de regímenes anteriores, oficiales de rango de las fuerzas armadas, aparecen públicamente implicadas en estos grupos.

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Se han producido ya las primeras señales de pánico entre algunas comunidades extranjeras residentes en El Salvador. Los ciudadanos norteamericanos ya han recibido instrucciones sobre evacuación en caso necesario.

Se espera (aunque esta visita no está oficialmente confirmada) la llegada de una comisión de la Internacional Socialista, de la que formaría parte Felipe González, secretario general del PSOE, para apoyar el accidentado proceso de democratización salvadoreño. Algunas fuentes sostienen que España podría jugar un muy importante papel en la convulsionada Centroamérica y que incluso el presidente norteamericano, James Carter, así se lo sugirió a Suárez en la visita que recientemente realizó éste a Washington.

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