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Prueba de fuerza Gobierno-Oposición en las próximas convocatorias a las urnas

Cuando todavía no hace un año que se celebraron las elecciones legislativas y municipales, el Gobierno ha convocado un referéndum y dos elecciones autonómicas que afectan a cerca de la mitad del cuerpo electoral. En cada convocatoria -referéndum andaluz del 28 de febrero, elecciones vascas del 9 de marzo, elecciones catalanas del 20 de marzo- se dirimen problemas distintos, pero las tres tienen un hilo común: UCD trata de consolidar su hegemonía en el conjunto del Estado y mejorar posiciones allí donde está peor implantada. Esto preocupa a la oposición, que se muestra dispuesta a aceptar la «prueba de fuerza» propuesta por el poder.

De los tres casos, el vasco es el que enfrenta en menor medida al Gobierno y a la oposición; a cambio de conseguir una pacificación del País Vasco, el partido gubernamental aceptaría posiciones secundarias en aquellas provincias en beneficio del PNV, pero no tanto como para hacerle perder toda posibilidad de influencia en el futuro Gobierno autónomo. En cuanto al caso catalán, menos dramático desde el punto de vista del orden público y de las preocupaciones separatistas, supone para el partido del Gobierno el riesgo de una victoria de la izquierda -de acuerdo con las encuestas disponibles- y la incógnita de la actitud final del nacionalismo moderado que simboliza Jordi Pujol.En Andalucía, la hipótesis de un triunfo combinado izquierda-nacionalistas, plantea una situación inquietante para UCD, que ha tomado una de las decisiones más importantes de su corta historia, al frenar las reivindicaciones autonómicas de aquella región. Para hacer fracasar el referéndum, el Gobierno ha de garantizar la abstención de todo el electorado centrista y asegurarse el de las formaciones más a su derecha, de fuerza no desdeñable en provincias como Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada y Almería.

El PSOE, entre dos fuerzas

Para el PSOE, primer partido de la oposición, el problema es también delicado. Si en el conjunto del Estado tiene dos fronteras conflictivas -UCD, por la derecha; PCE, por la izquierda- en Andalucía, Cataluña y País Vasco se ve obligado a disputar el terreno a los nacionalistas, y sobre todo ha de atender a la fuerza ascendente del PSA y PCE en Andalucía, ambos decididos a hacerse notar en la reivindicación autonomista, y, desde luego, a «morder» terreno socialista a la menor oportunidad.

Terminó el semi-consenso autonómico

Unas y otras cuestiones han obligado al PSOE a tomar la decisión de no sumarse al giro autonómico de UCD e intentar un salto adelante en el marco regional. «Ahora, lo importante es ganar el referéndum», declaró ayer Felipe González, al ser preguntado por algunas historias de semi-consensos pasados. Otros dirigentes de su partido han expresado, en privado, sus reservas sobre el tema, pero está claro que al PSOE no le queda otro remedio que «meterse en campaña» a favor del referéndum y lanzar después sobre UCD la responsabilidad del fracaso, si por un escaso margen no se obtuviera la mayoría requerida -mitad más uno del censo- en cada provincia.A tenor de lo sucedido en las elecciones generales del año anterior, el voto de izquierda y nacionalista no alcanza la mayoría absoluta en ninguna de las provincias andaluzas. Las más cercanas a dicho nivel serían las de Sevilla, Jaén y Córdoba, y la más lejana, Almería. No obstante, estos datos proceden de unas elecciones legislativas, y de cara al referéndum falta por saber cuál será la incidencia de una campaña autonomista y hasta qué punto el electorado de centro se mantendrá fiel a las consignas de su partido.

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Si UCD consigue sus objetivos en los tres procesos electorales, su consolidación como partido en el Gobierno está asegurada, desde el punto de vista de la hegemonía estatal; de lo contrario, habría dado un serio paso atrás, que la oposición y los nacionalistas capitalizarían de inmediato, aunque por razones diferentes. Las respuestas comenzarán a conocerse dentro de un mes.

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