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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Comisiones Obreras, ante el acuerdo-marco

LA NEGATIVA del consejo confederal de Comisiones Obreras a sumarse al acuerdo-marco ultimado entre la Unión General de Trabajadores y la Confederación Española de Organizaciones Empresariales es explicable, aunque, hoy mismo, sea necesario lamentarla. Por más que se pretenda salvaguardar formas de comportamiento público, es secreto de polichinela la relación estrecha entre partidos políticos y centrales sindicales. El acuerdo-marco entre la patronal y los sindicatos, que como tregua social en tiempos económicamente críticos podía y debía ser recipiendario de aplausos generalizados -existen ejemplos británicos recientes -que abundan en la bondad económica y social de estos grandes pactos-, ha recibido en su gestacióntoda la metralla de la batalla política principal entre comunistas y socialistas, con toda la carga añadida y envenenada de mutuas acusaciones de connivencia con los poderes establecidos o de intentos monopolizadores de la voluntad de la masa trabajadora.Este tipo de enfrentamientos político-sindicales entran dentro de la lógica de batallas, a la postre, parlamentarias, y debe hacerse un esfuerzo por desdramatizarlos, a la luz de que los pactos sociales en los países industriálizados occidentales son algo más que una «idea brillante» y que a menudo se convierten en necesidades Oíbjetivas más o menos prontamente aceptadas por todas las partes interesadas.

Comisiones Obreras no podrá por mucho tiempo dejar de admitir públicamente que algunas de sus importantes reivindicaciones legítimas han sido plasmadas en el acuerdo UGT-CEPE, por más que intereses de su legítima estrategia de partido obliguen a la central comunista a un primer gesto de desaire. En política siempre es obligado permitir que el adversario pueda apearse de su propio caballo con tiempo, dignidad y sin caer públicamente al suelo. En este sentido, todas las manos que se tiendan a Comisiones para adherirse al acuerdo social UGT-CEOE, sin desdoro de los principios del sindicato comunista, deberán ser apoyadas.

Y esto porque CCOO sigue siendo el primer sindicato del país, y un pacto de esta naturaleza sin, su presencia puede quedar desvirtuado y al mismo tiempo lanzar sobre, el sindicato no firmante responsabilidades inexistentes si el acuerdo no funciona. Comisiones Obreras y no pocos de sus afiliados que carecen de la doble militancia comunista, aunque acepten la dirección de. este signo, pueden advertir la existencia de salidas «útiles» al pacto UGT-CEOE.

Primero, que se han sentado las bases de negociaciones autónomas entre patronos y representantes obreros sin participaciones explícitas o impositivas del poder gubernamental. En segundo lugar, que los grandes sindicatos -incluyendo a Comisiones, por más que se automargine de este acuerdo-marco- tienen, desde ya, fuerza moral para pedir las obligadas contraprestaciones- al Gobierno por la barandilla antiinflacionaria que se establece en este pacto: ahora son posibles reivindicaciones sindicales en terrenos como el de la construcción y obras públicas, o la energía, que pueden aliviar muy sensiblemente el problema del desempleo y el de las condiciones de calidad de vida y poder adquisitivo de los trabajadores.

Fríamente considerados, no pocos de los aspectos del acuerdo-marco UGT-CEOE pueden servir, desde perspectivas apartidistas, para mejorar las condiciones económicas de los trabajadores para restaurar, como se ha hecho en otros países y con buenos resultados, bases aceptables de crecimiento económico y para que los sindicatos arranquen, en compensación, al Gobierno contraprestaciones que alejen los fantasmas del paro creciente y del deterioro de la capacidad adquisitiva salarial.

El acuerdo marco entre la patronal y un solo sindicato será, sin duda, contestado por razones de perspectiva electoral en las empresas o en el Parlamento. Pero caben escasas dudas de que de él, puede beneficiarse la clase obrera y la estabilidad socio-económica del país. Por ello, nos atrevemos a creer que Comisiones Obreras, salvados sus principios tácticos y estratégicos, coadyuvará finalmente a este pacto social que ofrece a corto plazo la regeneración del mercado del trabajo y una mejora de perspectiva para las inversiones y la creación de riqueza.

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