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Las relaciones hispano-argelinas han rebasado su fase crítica en 1979

Las relaciones hispano-argelinas superaron en 1979 la fase de crisis aguda consecutiva al diálogo de sordos que dividió a ambas partes a propósito del conflicto del Sahara occidental. El intercambio de nuevos embajadores, a comienzos de este año, y la posterior visita a Argel del presidente Suárez, contribuyeron a serenar, ya que no a calmar, los ánimos argelinos. El próximo año se abre así en un contexto más favorable, aunque persiste el temario de enconada controversia a propósito del Sahara, como de la OTAN y Canarias.

A comienzos de mayo, la visita a Argel del presidente Adolfo Suárez, a quien acompañaron los ministros de Asuntos Exteriores e Industria y Energía, se tradujo en la firma de un comunicado conjunto harto satisfactorio para la parte argelina, en la medida en que se reafirmaba que el problema del Sahara occidental era un tema de descolonización inacabada y se reiteraba, al propio tiempo, el deseo español de cooperar en su solución política.El presidente Suárez fue recibido por el jefe del Estado argelino, Chadli Bendjedid. Lo más destacado de su visita fue, sin embargo, el gesto personal de recibir en audiencia al secretario general del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, en su calidad de jefe del primer partido político español.

La visita de Suárez fue calificada de «histórica» por el Polisario y suscitó largos y encomiosos comentarios en la prensa oficial argelina. La prolongación de la permanencia del ministro Carlos Bustelo dejó entrever, entonces, un gesto argelino, pero el mismo no se produjo, posiblemente, según lo declarado posteriormente por los medios argelinos, porque el presidente del Gobierno español no hizo «honor a sus compromisos». A fines de año Suárez sería incluso acusado de «tartufismo», lo que suscitaría una protesta oficial del Gobierno español ante la cancillería argelina.

En junio, el comunicado conjunto hispano-marrqquí firmado en Rabat, con ocasión de la visita oficial del rey de España, don Juan Carlos suscitó los resquemores argelinos. Como es habitual en estos casos, la prensa gubernamental lanzó una nueva campaña contra la «doblez» española.

El señor Bustelo visitó de nuevo Argel el 30 de octubre, con el ánimo de negociar con el ministro argelino de Energía, Belkacem Nabi, el, tema de las necesidades españolas de crudo argelino y el espinoso asunto del elevado precio que paga España en lo que concierne a las importaciones de gas natural. La parte argelina, aunque prestó un oído político interesado, congeló toda posibilidad de entendimiento, a la hora de definir compromisos, en los escalones técnicos.

A comienzos de octubre, Antonio Cubillo, paralizado en una silla de ruedas desde que sufriera un atentado en 1978, anunció es pectacularmente la celebración, en Argel del «primer congreso del Movimiento para la Autodeterminación e Independendencia del Archipiélago Canario (MPAIAC)» y distribuyó a los informadores extranjeros acredita dos en Argel los textos del citado congreso, en los que se reafirma la prioridad concedida a la lucha armada en Canarias, asegurando que el MPAIAC contaba entonces con una estructura política y mi litar más consistente. La reapari ción de Cubillo no fue, por supuesto, un hecho fortuito.

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El 12 de octubre, el rechazo en el Parlamento español de la moción presentada por el Partido Comunista de España (PCE) para el reconocimiento del Frente Polisario suscitó otro conato de disgusto en Argelia.

A inicios de noviembre, el 25 aniversario de la Revolución argelina fue el marco de varios encuentros entre responsables argelinos y los jefes de las delegaciones españolas invitadas a asistir a los actos conmemorativos.

La representación oficial española estuvo dirigida por el ministro de la Presidencia, José Pedro Pérez-Llorca, el cual se entrevistó con el secretario general de Defensa, Kasdi Merbah.

El régimén argelino, en medió de lo que consideró como «nueva dinámica» favorable al Polisario, tras la «cumbre» africana de Monrovia, y tras la firma en Argel, el 5 de agosto, del tratado de paz mauritano-saharaui, entendió que las autoridades españolas debían reconsiderar su política de abstención en las votaciones efectuadas en el Comité de Descolonización de la ONU y la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Sahara.

El 14 de noviembre, el diario El Mudjahid criticó la «traición histórica» española; el 19 de ese mismo mes el embajador español en Argel fue convocado por el ministro de Asuntos Exteriores, Seddick Benyahia, para pedirle «explicaciones» sobre el voto español en la organización mundial. Tras la confirmación de la abstención española, la agencia oficial de prensa argelina desató una de las más virulentas acusaciones conocidas aquí contra el presidente Suárez y su Gobierno.

Posteriormente, las relaciones hispano-argelinas parecen haber entrado en proceso de mejoría. El embajador español en Argel habría clarificado la postura de Madrid, a la vez que mantenía nuevos contactos con el Polisario.

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