Información eclesiástica
El artículo de José Bergamín publicado en EL PAÍS el martes 18 me obliga a exponer cuanto sigue.La imagen que su periódico viene ofreciendo de la vida de la Iglesia la estimo tan radicalmente distorsionada que si a la información religiosa que nos proporciona se le equiparasen otras informaciones que nos sirve quienes hoy somos asiduos lectores de EL PAÍS nos veríamos obligados a renunciar a su lectura. El artículo aludido, si bien es cierto no es de la responsabilidad del periódico, no desdice su línea editorial e informativa al respecto.Como todas las cosas tiene un límite, y el espíritu sectario de algunos de los asiduos colaboradores de su periódico demuestra que hay quienes no han avanzado un palmo en su planteamiento de la cuestión religiosa en España, quiero hacer pública protesta ante lo que es, sin duda, no sólo una falta de respeto hacia la, persona del obispo de Roma, sino, en ella y en su significado religioso para los católicos, una lesión de los sentimientos religiosos de muchos españoles.
Hablar de la «escandalosa polacada trágico-grotesca de un cesaropapismo sacristanesco», que «recorre el mundo como un anticristo fantasmal, aterrador fantoche diabólico de nuestro pensamiento» equivale a verter tanta acritud anticlerical como impotencia mal contenida. Por eso, los que, por fidelidad a nuestras convicciones políticas y voluntad de servicio a los más pobres, hemos votado a la izquierda, hemos tenido que hacerlo venciendo repugnancias manifiestas, sin poder de ningún modo identificarnos con el liberalismo burgués de una derecha que, cuando no utiliza la religión a su servicio, es tan torpe en la materia como la izquierda.
Y vuelvo al talante de la información religiosa de su periódico cuando da la impresión de que determinados sectores de la izquierda y del liberalismo burgués se han puesto de acuerdo con el conservadurismo intraeclesial para ofrecer la misma imagen del papa y del rumbo que llevan las cosas en la Iglesia.
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