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La OPEP deja libertad a cada país miembro para que fije sus propios precios del petróleo

La 55 conferencia ministerial de la OPEP fracasó ayer, tras cuatro días de intensas y dramáticas negociaciones en un hotel de Caracas, en sus esfuerzos para acordar unos precios estables para el crudo durante la primera mitad del año 1980, y aceptó explícitamente la libertad de sus trece países miembros para fijar precios y niveles de producción individuales. El jeque Yamani, ministro de Petróleo de Arabia Saudí, principal exportador de la OPEP, manifestó que el precio del arabian light permanecerá al nivel de veinticuatro dólares por barril, precio establecido tan sólo hace una semana, y que representa un aumento del 33% por encima del fijado hace seis meses en Ginebra. Libia, Nigeria y Argelia situarán sus precios, a partir del 1 de enero, ligeramente por encima de treinta dólares, según fuentes de la conferencia.

René Ortiz, secretario general de la OPEP, manifestó, al término de la conferencia, que una reunión extraordinaria de la organización será convocada «tan pronto sea posible» para analizar nuevamente la situación de los precios que», añadió, «serán fijados individualmente» por los países miembros. Fuentes solventes indicaron a EL PAÍS que esta conferencia extraordinaria se celebrará seguramente en Taif (Arabia Saudí), y podría tener lugar en el mes de enero o en marzo, como más tarde.

Caída de demanda

La impresión reinante entre las delegaciones de los miembros de la OPEP es que la decisión de dejar en libertad a cada país para fijar sus propios precios responde a las especiales condiciones que atraviesa el mercado mundial de crudos.

Humberto Calderón Berti, ministro de Petróleo de Venezuela, señaló, en este sentido, que la demanda mundial de petróleo bajará sensiblemente el próximo año y forzará a los productores a moderar sus precios. «El mercado será el mejor regulador de los precios», dijo. En este sentido, no hubo ningún acuerdo tampoco sobre la limitación de la producción petrolífera que proponía Irán, aunque puede esperarse que varios países, con excepción de Arabia Saudí, lo hagan de motu proprio por necesidades intrínsecas del propio mercado y con el fin de mantener el nivel de sus precios.

Aunque la libertad de precios puede interpretarse como una acta de defunción del cartel de petróleo, en cuanto organismo controlador del mercado, expertos petrolíferos presentes en la conferencia señalaban que la falta de un acuerdo en estas condiciones es quizá «el principal acuerdo ».

Las especiales circunstancias que atravesará el mercado en los próximos meses, cuando la economía occidental entre en una profunda recesión y no pueda absorber la oferta total de crudo, junto a los enormes stocks de petróleo acumulados por las compañías y países consumidores (cerca de 4.800 millones de barriles), provocará una tendencia a la baja de precio y aliviará el fuerte impacto que tendrá sobre la economía mundial las enormes subidas de precios que se registraron a lo largo. del año 1979. Estas subidas suponen aumentos de hasta un ciento por ciento sobre el nivel de enero.

La lista de precios conocidos de los trece miembros del cartel es la siguiente: Arabia Saudí, veinticuatro dólares, seis de incremento sobre el nivel de junio, Iraq, 22,18 dólares, con posible anuncio de incremento en dos dólares en los próximos días; Irán, 28,50 dólares, sin espera de aumento inmediato, Kuwait, 21,43, con posible incremento hasta veintisiete: Emiratos Arabes, 27,56, con subida de seis dólares; Argelia, 26,27, con posible anuncio hasta treinta; Libia. treinta dólares, con aumento de 3,73 dólares; Nigeria, treinta dólares. con aumento de 3,73 dólares; Indonesia, 25,50, con aumento de dos dólares; Venezuela, veinticuatro dólares, con anuncio estudiado hasta veintiséis mínimo; Ecuador, 23,41, con posible anuncio hasta veintinueve; Gabón, veintidós dólares, con anuncio posible hasta veinticuatro dólares; Qatar, 27,42, subida de seis dólares.

Aunque se puede hablar ya de la existencia de un auténtico bazar en el mercado mundial de crudos, como lo describieron Calderón Berti y el jeque Yamani, también es cierto que la situación existente tiene sus raíces en la profunda crisis política que atraviesa la organización, como consecuencia de los acontecimientos en Irán y del renacimiento de la filosofía islámica en el mundo árabe. En el curso de los cuatro días que ha durado la conferencia de Caracas, primera en la historia de la OPEP que se prolonga tanto tiempo, el ministro iraní de Energía y Petróleo, Ali Moinfar, llegó a llamar «irracional», en público, a Yamani, el hombre que tradicionalmente ha tenido en su puño a la OPEP.

Por otro lado, Yamani, sí fue algo en esta sesión, fue la sombra de su propia imagen. No habló en ningún momento de la conferencia, con excepción del último día, y de su boca tan sólo salieron monosílabos. Estuvo en continuo contacto telefónico con el príncipe Fhad, de Arabia Saudí, y cambió de opinión. por lo menos, en una ocasión. Esta fue cuando aceptó en principio un compromiso de incremento de veinticuatro a 26.40 dólares (un 10%). si el resto del cartel acordaba limitar en cuatro o cinco dólares los diferenciales y las primas; es decir, hasta un máximo de 30-31 dólares en el precio del petróleo libio.

Pero este acuerdo, según se supo después, fue desautorizado por el príncipe Fhad y corrieron versiones en la sala de prensa del hotel Tamanaco, de Caracas, que también lo fue por el presidente norteamericano, Jimmy Carter. Se llegó a decir que Yamani habló hasta doce veces con la Casa Blanca, pero los rumores, más que fiables. eran muchas veces propiciados por el activo Moinfar, el ministro iraní y miembro del Consejo Revolucionario del ayatollah Jomeini.

«Las barbas de Jomeini pesan sobre la conferencia», escribió Paolo Bonalutti, enviado especial del diario milanés Il Giorno. Y fue cierto, porque jamás en una reunión de la OPEP, ni ordinaria ni extraordinaria, existió tanta tensión política ni tantos nervios como en ésta. Se puso de moda la idea de que la OPEP ha entrado en crisis precisamente cuando está a punto de celebrar, en Bagdad (Iraq), el próximo septiembre, su veinte aniversario. Algunos periodistas norteamericanos comenzaron incluso a redactar el acta de defunción de la OPEP, extremo éste que molestó profundamente a los anfitriones venezolanos de la conferencia. «La OPEP no sólo se preocupa de los precios», llegó a decir Calderón Berti. Pero lo cierto fue que los cuatro días de negociaciones fueron una sola cosa: intentos desesperados para llegar a un acuerdo sobre precios, aunque fuera un acuerdo de mantenerse untos en el desacuerdo.

Pulso saudita-libio

El desarrollo de la conferencia fue un auténtico pulso entre Arabia Saudí, por un lado, y los dos principales países radicales, Irán y Libia. El jeque Yamani, según versiones autorizadas, mantuvo férrea su postura a lo largo de toda la conferencia sobre su intención de mantener los veinticuatro dólares como precio de referencia para el arabian light, de 34 API. Irán y Libia, por razones políticas, el primero, y por una mezcla de políticas y económicas, el segundo, intentaron a lo largo de toda la conferencia incrementar este precio marcador o de referencia de forma que con el añadido de diferenciales y primas adicionales, el crudo pudiese subir hasta 32-34 dólares/barril. Yamani cedió, en un momento, a condición de que se redujeran los diferenciales opcionales y se volviera al sistema de diferenciales matemáticos, los que existían con anterioridad a Ginebra, junio 1979, y, que apenas superaban cuatro dólares de diferencia en los crudos de máxima calidad.

El debate sobre los precios derivó a los niveles de producción, en gran parte como consecuencia de los análisis sobre el mercado para los próximos meses. Irán argumentó que era necesario un precio alto y reducir la producción, porque el mercado cedería en los próximos meses y los consumidores comprarían menos. Arabia Saudí opinó que, si el mercado bajaba, también el precio debía hacerlo. La discusión saltó desde Caracas hasta Riad, y desde la capital saudí a Washington, mientras el nivel de enfrentamiento y de tensión creció.

Finalmente: tras un último día con quince horas de discusiones en la suite de Yamani, la cuestión fue puesta en manos de un comité técnico que debía trabajar sobre la hipótesis y recomendaciones del comité económico, que proponía un precio marcador de veinticuatro dólares, y a partir de ahí, los diferenciales y primas adicionales. Venezuela introdujo un elemento distorsionador, al exigir una prima extra por seguridad en el mercado (es decir, garantía de suministro). Al término de dos horas de trabajos del comité técnico, su principio de acuerdo fue llevado a manos de los trece ministros y rechazado porque para Yamani, en consulta con Riad, los diferenciales eran todavía muy altos. Para las doce de la noche del miércoles, hora local, había ya un acuerdo: «No habrá acuerdo sobre precios, sino libertad de precios.»

Otro de los temas dejados sin solución en Caracas es el del mercado spot. El objetivo de la conferencia, dijo al principio Calderón Berti, era buscar fórmulas para controlar este mercado. La libertad de precios dentro de la OPEP, en este sentido, ejercerá un efecto moderador en el mercado spot, pero será tan sólo como consecuencia de la situación de recesión mundial.

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