Falla el lanzamiento del primer cohete espacial europeo

Ariane, el primer cohete espacial europeo, financiado por diez países del viejo continente y destinado a deshipotecar a este último de la dependencia total, en este sector clave del porvenir, de Estados Unidos, fracasó ayer a la hora de su primer lanzamiento experimental en el centro espacial de Kuru (Guayana Francesa).Las primeras explicaciones técnicas indican que falló el motor del primero de los tres pisos de Ariane. Se espera que a finales del año en curso o en la primera quincena de enero pueda remediarse este defecto y que el programa Ariane arranque definitivamente.

Seis años de trabajo, 3.000 personas empleadas, con 4.292 millones de francos (69.000 millones de pesetas) de gastos, más de cuatro docenas de empresas europeas implicadas: todo ello se convirtió ayer, a media tarde, en Kuru, en una llamita de humo. Ariane no funcionó.

No se quisieron hacer públicos ni el comentario ni la expresión del presidente francés, Valery Giscard d'Estaing, que en el Centro Nacional de Estudios Espaciales galo, en las inmediaciones de París, en compañía de la plana mayor ministerial y técnica responsable del proyecto Ariane esperaban el lanzamiento, transmitido en directo desde Guyana.

Los técnicos recordaron que, en 1966, EEU U también patinó de manera semejante con el cohete Géminis. El lanzamiento, por otro lado, era «de calificación» o experimental, y no operacional. Y, en última instancia, los gastos suplementarios serán mínimos, ya que el cohete no fue afectado al parar en seco el motor que no funcionó.

Para calibrar la importancia del cohete Ariane, es menester recordar que, hasta el presente, Estados Unidos monopoliza totalmente la tecnología espacial. En la próxima década, en principio, deben lanzarse más de doscientos satélites civiles en el mundo (veinte millones de dólares por lanzamiento), y en este mercado fabuloso, sólo el programa Ariane puede disputárselo a EEUU.

Comprar los servicios de un cohete espacial como Ariane quiere decir poner en órbita satélites de comunicaciones con todo el abanico de posibilidades para dominar el espacio: datos meteorológicos, de transmisiones, televisión directa, telecomunicaciones marítimas, investigaciones científicas, etcétera.

El primer cohete europeo está financiado por diez países de Europa occidental: España participa con un 2% del coste total; es decir, con unos 1.400 millones de pesetas; Francia es propietaria del 64%; la FRA, del 20%; Bélgica e Inglaterra, del 5%; Holanda, del 2%; Italia, del 1,7%; Suecia, del 1,1 %; Suiza, del 1,2%, y Dinamarca, del 0,5%.