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Niño de cinco años, torturado por sus padres en Badalona

Jacob Jorquera Cera, niño de cinco años, internado en la Clínica del Carmen, de Badalona, con lesiones graves producidas por las palizas que le daba su padre, no quiere volver a su casa, en la citada localidad barcelonesa, y siente terror con sólo oír el nombre de sus padres. Jacob Jorquera, cuyos padres son, al parecer, testigos de Jehová, se encuentra a la espera de que la autoridad judicial decida cuál debe ser su destino y si retira o no la patria potestad a aquéllos.La historia, contada por Efe, dice que el niño se niega a volver a su casa porque tiene pánico a que le sigan pegando como lo han hecho desde que nació. Sólo hay que acercarse a él para ver las contusiones y hematomas que cubren su cuerpo y su cara, signo externo de un desequilibrio psíquico que, según los médicos, necesitará una reeducación especial hasta su recuperación.

El drama de Jacob ha conmovido a todas las esferas de su pueblo, Badalona. Siempre le habían altratado, pero las palizas paternas se habían acentuado en los últimos tiempos. El niño ha podido subsistir gracias a la Ayuda de algunas vecinas, que le iban a buscar al colegio, le daban de comer o de cenar y le vestían con ropas de sus hijos. «Es una auténtica lástima», ha dicho el vecindario. «De nada han servido nuestras recriminaciones a los padres.»

Las señoras que alguna vez le han dado de comer junto a sus hijos afirman que Jacob no cometía travesuras; no se lo permitía el terror a una porra de goma que su padre lleva siempre en el bolsillo, para torturar a un hijo-enemigo de cinco años. Por eso Jacob no ha podido nunca ser travieso, aunque posiblemente lo haya deseado en los largos encierros en un balcón a los que sus padres le sometían cuando se iban a la calle.

Se dice que el matrimonio pertenece a los testigos de Jehová. Tienen otro hijo de unos quince meses, llamado Jonás. El padre, de veintiséis años, no trabaja y parece ser cliente habitual de algunos bares que Efe califica como «de dudosa reputación». La madre tiene veinticinco años y limpia en las casas: son todos los ingresos de la familia.

El caso del pequeño Jacob tomó, carácter oficial un día en que nadie le fue a buscar al colegio y él les dijo a los maestros que si volvía a casa le pegarían. Los profesores, que ya conocían sus desequilibrios emocionales, ya que el niño sólo respondía a un tratamiento de extremo cariño, observaron el estado de abatimiento general y las señales de golpes en su cara y decidieron llamar a la Guardia Urbana de Badalona. Los agentes vieron los infinitos hematomas que tenía el niño y decidieron trasladarlo a un centro asistencial e iniciar la búsqueda de su padre, que aún no ha sido encontrado.

En la Clínica del Carmen el personal ha adoptado colectivamente al niño. Los médicos, al verle, han dicho que el mal de Jacob se llama «síndrome de niño apaleado».

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