Giscard recibió diamantes de Bokassa siendo presidente
Por segunda vez, apoyándose en un documento oficial, el semanario satírico Le Canard Enchaîné, reveló ayer más regalos de diamantes del ex emperador y antropófago Bokassa al presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing cuando éste ya ejercía sus funciones actuales. El interesado, el Gobierno y los medios de información «sensibles» al poder reaccionaron con la «ley del silencio». Pero este nuevo episodio de los diamantes, más la impotencia parlamentaria, a causa de la disidencia gaullista manifestada otra vez ayer, parecen confirmar la crisis profunda de un régimen, de una clase política y de una sociedad.Según Le Canard, cuatro meses, después de su acceso a la presidencia de la República, el señor Giscard d'Estaing recibió varios diamantes, de valor muy importante, de manos del propio Bokassa. El «presente» se lo ofreció el ex emperador en una de sus residencias francesas, en la región de Dordogne. El presidente acudió a una fiesta organizada por Bokassa y éste, además de los diamantes, le regaló algunos cuernos de elefante adornados «con objetos de precio inferior». Al final de la soirée, el señor Giscard firmó en el «libro de oro» de Bokassa con la siguiente dedicatoria: «Para mi pariente y mi amigo, el presidente vitalicio de la República Centroafricana. Jean Bedel Bokassa.» El semanario satírico apoya esta segunda edición del affaire de los diamantes en una carta firmada por Bokassa y en la que este último pide que se le comunique el estado de preparación de los diamantes «destinados al presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing».
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Resignación popular
La prensa comunista y la progubernamental silencian el "caso Bokassa"
Los socialistas capean el temporal porque se encuentran solos y divididos (el duelo Rocard-Mitterrand). Y los gaullistas, siendo de la mayoría, juegan a la oposición porque desean el poder, pero le tienen miedo a los electores. Ayer, por segunda vez en quince días, le obligaron al primer ministro a pedir la confianza a la Asamblea para, gracias a esta argucia constitucional, conseguir la aprobación de un proyecto de financiación de la seguridad social. Los gaullistas no están de acuerdo con esta ley, pero no votarán las mociones de censura depositadas por comunistas y socialistas. Es decir, el Gobierno gobierna, pero por decreto prácticamente.Cara a este espectáculo, los franceses parecen resignirse porque el señor Giscard no tiene «enernigo» creíble. Mayo de 1968 fue el desenlace de una Francia que «se aburre», según una profecía de Pierre Viason Ponte, célebre periodista fallecido recientemente. Cabe preguntarse cuál será el desenlace de esta Francia que se resigna.
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