Hugo Pratt, "El mundo de fantasía existe siempre"
La publicación de las series Sargento Kirk, Ernie Pike, Ana de la jungla, Wheeling, Corto Mallés, Koinsky y El hombre del Caribe, en revistas especializadas y libros, con tiradas que llegan a los 150.000 ejemplares, han convertido a Hugo Pratt en uno de los artistas más conocidos de Europa y América. La libertad y la fantasía presiden su arte, cercano a la artesanía. «Elegí este trabajo», declaró ayer, «porque me daba una gran libertad; a veces no entiendo cómo hay colegas que trabajan como empleados de banca. Algunos dicen que soy hijo de autores como Conrad, Stevenson, Melville, aunque desde pequeño empecé a alimentar mi fantasía con escritores menos oficiales. Hoy me interesa más el ensayo que la novela: me ayuda a ajustar mis historias.»Como autor de comics o historietas, valora más el argumento que el dibujo. «Un buen dibujo sin argumento no lleva a nada, sólo despierta el interés de los propios dibujantes. Yo he trabajado con dos guionistas muy importantes: Héctor G. Oesterheld y Alberto Ongaro. Hubo un momento en que necesité como dibujante ajustar mis argumentos a una necesidad gráfica. Para el desarrollo de una historia es esencial encontrar un buen final. Ahora me encuentro más cómodo como guionista y dibujante; además, no es justo que los derechos de autor vayan sólo al guionista.» En cuanto a su estilo artístico, considera que el dibujo detallado hace perder interés al lector, y prefiere hacer un dibujo ajustado al texto, que ayude al lector a seguir la narración gráfica. De todas formas, no olvida destacar el valor gráfico de autores como Fosters, Battaglia y Toppi.
Gran parte de las aventuras de sus personajes -sobre todo, Ernie Pike, Corto Maltés y Koinsky- tienen como escenario las dos guerras mundiales. «La guerra en sí es un desastre, una catástrofe humana, donde se justifican hasta los actos criminales y el hombre está desbordado. En esta situación puede haber un juego de psicologías interesante a desarrollar. Los grandes movimientos históricos causados por las guerras, las revoluciones, las nuevas nacionalidades, me permiten mover los caracteres con mayor libertad. Mis personajes son progresistas, porque pienso que el mundo tiene que ir hacia adelante. Trabajo de acuerdo con mis convicciones y las de mi público.»
La serie del marino apátrida Corto Maltés es seguida desde 1970 por infinidad de aficionados. Mezcla de realidad y ficción, los, escenarios y relatos son vividos por el lector, identificado en la aventura romántica y la postura libertaria. «En mi vida y en mis viajes me he encontrado a gran cantidad de gente, desde Bahía a Helsinki, que se identifican con las aventuras de Corto. Para mí, Corto es un individuo que me ayuda a encontrar otras biografías, me sirve de unión con otras personas. Yo veo a través de Corto. El mundo de fantasía existe siempre. Es hermoso contar la verdad como si fuera una mentira, y viceversa.»
La valoración artística y literaria de los comics es un tema polémico para los profesionales de la cultura. «Por parte de la cultura oficial», opina Hugo Pratt, «es lógico que exista un cierto resentimiento de los autores de la Literatura con mayúscula. La historieta empieza a preocupar a los escritores. No me interesa trabajar para una élite, sino para un público amplio, popular.»
Hugo Pratt ilustra la categoría del comic como vehículo cultural con una anécdota: el presidente Neto, de Angola, invitó a este «productor de fantasía» para demostrar en su país que la historieta es un medio de comunicación importante.
La obra de Pratt, reconocida con los premios Phoenix y Yellow Kid, comenzó a publicarse en España en las revistas especializadas Totem, Blue Jeans y Bumerang. En libro se ha editado La balada del mar Salado, y con motivo de su visita a Madrid aparece Al este del edén. Hoy también firmará ejemplares de sus libros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.