El régimen saudí tiene problemas
La situación sigue siendo confusa en Arabia Saudí, donde la Gran Mezquita de La Meca fue reabierta ayer, parcialmente, al público, pese a que en los sótanos continúan resistiendo algunos rebeldes. Al tiempo, la revista palestina Al Hadaf, órgano del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), aseguró ayer que un intento de golpe de Estado tuvo lugar en Riad el pasado 2 de agosto.Aunque las autoridades saudíes guardan desde hace casi tres días un silencio total sobre lo que acontece en los sótanos de la Gran Mezquita, donde «un puñado de rebeldes» parecen dispuestos a resistir cuanto sea posible, informaciones oficiosas aseguran que fuerzas especiales saudíes progresan lentamente por los largos túneles del templo.
La lentitud de la progresión, la utilización de gases lacrimógenos y el hecho de que no se haya producido ningún disparo en la Gran Mezquita desde hace más de 48 horas parece indicar que las fuerzas han recibido órdenes de capturar a los rebeldes vivos.
Las autoridades de Riad desean, sobre todo, capturar con vida al líder de los asaltantes, Mohamed Abdullah, que se autoproclamó mesías, aunque se ignora si permanece aún en los lugares santos o huyó aprovechando la masiva salida de los fieles.
La ausencia de toda información oficial al respecto y las dificultades puestas al ejercicio de las tareas periodísticas -se han denegado los visados a un grupo de periodistas españoles que pensaban viajar a Arabia Saudí el lunes- facilitan todo tipo de conjeturas. En todo caso, queda establecido que a los once días de la ocupación de la Gran Mezquita las autoridades saudíes no han conseguido todavía recuperar su control. El comunicado prometido para el final de los acontecimientos por el ministro del Interior, príncipe Nayef Bin Abdel Aziz, se hace esperar.
Mientras tanto, ayer, por segunda vez, el Movimiento Revolucionario Musulmán de la Península Arábiga reivindicó, mediante una llamada telefónica en Beirut, la ocupación de la Gran Mezquita. El portavoz anónimo explicó, tras señalar que unas trescientas personas seguían resistiendo, que el objetivo de su movimiento «es derrocar a la familia reinante y proclamar la república de la casi isla arábiga. Pertenecemos a las tribus sunnitas y chiitas, y entre nosotros hay algunos policías, militares e incluso miembros de los servicios de seguridad». Preguntado sobre sus relaciones con el ayatollah Jomeini, el portavoz afirmó que «ambas revoluciones eran semejantes en cuanto a sus objetivos».
El semanario Al Hadaf asegura que el «cerebro» del golpe de Estado frustrado en Arabia Saudí era Mohammad Gharib Saud, comandante de las fuerzas aéreas de la región norte, quien consiguió abandonar el país. Varias decenas de oficiales de las fuerzas aéreas y de la Guardia Nacional comprometidos en el intento fueron ejecutados, añade la revista.
El golpe fue abortado por los servicios secretos egipcios, que informaron a las autoridades saudíes, quienes, a su vez, dieron orden a la policía secreta de tomar la base aérea de Charjah. Algunos observadores califican su tendencia política de nacionalista.
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