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Las limitaciones de información de las estadísticas españolas

La queja reiterada de la falta de información estadística, como se ha dicho muchas veces, se ha convertido en un tópico que recogen todos los informes sobre la situación económica española. Un tópico en el que algunos lectores escépticos pueden ver un intento de justificar la provisionalidad de las conclusiones, el eclecticismo de los diagnósticos y las limitaciones, en definitiva, de la capacidad de análisis o el trabajo acumulado en los mismos análisis de coyuntura.Por otra parte, la información estadística parece constituir un tema para iniciados cuya información difícilmente puede interesar al público no especialista. El lector de un informe sobre la situación económica, pide que le identifiquen con brevedad el panorama de los problemas que el país presenta en un momento determinado, que le jerarquicen la importancia de estos problemas y que, a lo sumo, le ofrezcan los principales matices de cada uno de ellos. Pedir al lector el esfuerzo adicional de que trate de enterarse de las dificultades por las que no es posible informarle, que conozca el panorama de disponibilidades, vacíos y deficiencias de la información estadística de la que los estudios sobre la situación económica deben partir es quizá pedirle demasiado. Sin embargo, es lo cierto que los análisis de la situación económica se apoyan en esa información estadística y que, por tanto, las limitaciones afectan a la calidad de los informes que se le ofrecen y que, en cualquier caso, cuando parcelas enteras e importantes de la realidad económica se ocultan a la información de los ciudadanos se les está hurtando un derecho de primer orden -el derecho a informarse- que debe tener y ejercer todo ciudadano que se precie de ser miembro de una «sociedad democráticamente avanzada», como aspira a ser la española, según manifiesta la prosa constitucional. Si esa prosa no ha de ser vana y huera retórica, es preciso exigir su cumplimiento como un deber de ciudadanía elemental, y el cumplimiento de ese derecho a mejor información estadística, exige conocer la información que no tenemos, y la que tenemos y nos llega tarde por pereza indisculpable de quienes la elaboran, y discernir la que tenemos y no nos informa.

Sentarse a estudiar la coyuntura

Quizá la forma de dar a este recorrido sobre la información estadística disponible un sentido dramático que invite al lector a interesarse por el tema sea el de invitarle a compartir con nosotros la mesa de trabajo y a pedir los datos estadísticos disponibles para cumplir con una labor informativa. Se trata de preguntar dónde está la economía española y de dar una respuesta fundada a esa pregunta elemental. Para ello es indispensable disponer de un conjunto de datos que relaten cuál es la tónica que domina la producción del país, cuál la vitalidad o el decaimiento que está detrás de la demanda efectiva -o gasto nacional, conocer cómo utilizamos la mano de obra y la capacidad productiva de las empresas. Debemos saber también en qué situación se hallan las cuentas generales con el exterior (balanza de pagos), las cuentas del sector público y la financiación de la economía. Una referencia sobre cómo van los precios y salarios sería también indispensable para completar el análisis.

Bien, si esas son las preguntas que es preciso contestar, tratemos de comprobar en qué medida los datos de la información estadística española. permiten darles respuesta y en qué grado las limitaciones de esa información imponen la conjetura o el silencio.

Cuando se trata de conocer los datos que nos indican cómo la producción del país se está comportando, los economistas y estadísticos suelen dividir la respuesta en tres partes distintas: producción de las actividades primarias (agricultura, ganadería y pesca), producción industrial y actividades de servicios. Y ese será el orden que en el repaso de la información estadística española se seguirá.

La producción primaria

a) Producción agrícola y ganadera

El Ministerio de Agricultura es el intérprete de la información estadística disponible para juzgar la marcha de la producción rural. Dos notas favorables deben de registrarse en su haber: la antigüedad del esfuerzo del Ministerio de Agricultura por mejorar las estadísticas agrarias disponibles y la consecución de su objetivo, pese a las claras dificultades que establecen para el tratamiento estadístico las explotaciones agrarias, por su diversificación y dimensión. Las informaciones que el Ministerio de Agricultura suministra con periodicidad para analizar la situación económica son fundamentalmente cuatro: la marcha en el año del estado de las cosechas, a las que se añade información periódica sobre la producción de carnes, huevos y leche; la utilización de factor es productivos en la agricultura; la inversión en tractores y maquinaria, y la estadística de precios percibidos por los agricultores y los pagados por ellos al resto de la economía para adquirir los factores de la producción. Además de esta información, el Ministerio de Agricultura elabora con regularidad los censos ganaderos y ofrece anualmente un cálculo puntual de la renta agraria.

Toda obra humana es perfectible y evidentemente podrían pedirse más informaciones que las que el Ministerio de Agricultura da, pero, sin duda, el panorama de la información estadística es claramente positivo en este sector y así debe proclamarse.

Por otro lado, es preciso afirmar que la organización estadística agraria es sumamente abierta y transparente para adelantar la información todavía no publicada, circunstancia importante para mejorar la oportunidad, que constituye un valor destacado de la información económica, para el estudio de coyuntura. La situación de la información estadística comparada es muy favorable al sector agrario respecto de otros sectores de la economía. Demostración palmaria de este hecho es que España aún no ha llegado a disponer de un censo industrial digno de tal nombre y, sin embargo, se han elaborado y publicado ya dos censos muy importantes del sector agrario (años 1962 y 1972).

b) Pesca.

La deficiencia de la estadística pesquera es quizá, y desgraciadamente, su nota dominante. La Dirección General de Pesca Marítima, dependiente del Ministerio de Trasportes y Comunicaciones, distribuye con gran retraso los datos de pesca marítima desembarcada, que además no incluyen los desembarcos de bacalao, pescado congelado y capturas en almadrabas y parques y viveros. El gran retraso con que se publican estos datos por el INE no permite su utilización en los análisis de coyuntura. Es probable que, con un pequeño esfuerzo del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, esta información podría normalizarse y darse a conocer con la extensión y oportunidad deseables.

La producción industrial

La producción industrial a nivel mensual constituye hoy una de las grandes e inexplicables lagunas de la estadística española. La desaparición del Servicio Sindical de Estadística y su no integración en el aparato estadístico oficial ha creado un bache importante en el campo de la estadística industrial. En el mes de julio de 1978 se cerró la publicación del índice de producción industrial, y tampoco hay información disponible de la estadística anual a partir de 1977. Desde 1972, el Instituto Nacional de Estadística viene rodando un nuevo índice mensual de producción industrial, cuyos primeros resultados se hicieron públicos a mediados de 1979. Los datos conocidos hasta ahora son los siguientes: medias mensuales de los años 1973, 1974, 1975 y 1978; índices mensuales de los años 1975, 1978 y meses de enero a abril de 1979. Los datos se han distribuido con el recuadro de «cifras provisionales». Un análisis pormenorizado de dicho indicador muestra la existencia de errores importantes. Ofrezcamos dos ejemplos reveladores de esa calificación. La agrupación 32, «Construcción de maquinaria y equipo metálico», que para la medía de 1974 aparece con índice de 134,56, y para la media de 1978, con índice de 249,44, lo que supone un crecimiento, en los cuatro años de crisis de la inversión, del 85,4%. Es decir, aumento medio anual del 16,7%. Otro dato no fiable sería, el crecimiento incorporado a la producción industrial del primer cuatrimestre de 1979 respecto a igual período de 1978, que, según los últimos datos provisionales publicados, descendió el 1,8%. Si la producción industrial hubiese descendido en el primer cuatrimestre del año el 1,8%, el producto interior bruto del año 1979 mostraría tasa de crecimiento negativa, lo que obviamente no es cierto. No hay un solo informe de coyuntura en España que coincida en afirmar ese decrecimiento de la producción industrial en el primer cuatrimestre del corriente año.

Cuando se analiza con algún cuidado -y paciencia- los resultados de ese nuevo índice se comprueba que los errores, a pesar de su amplitud, están muy localizados. Un esfuerzo estadístico cualificado los solventaría en muy pocas semanas. Quiere decirse que el coste adicional para reconvertir un mal índice en uno bueno podría ser muy pequeño. Sin embargo, el servicio que se prestaría al país, dotándole de un instrumento estadístico tan importante como éste, sería fundamental. Parece que falta este último esfuerzo final que debería caracterizar el buen quehacer estadístico.

Desechada, por el momento, la posibilidad de utilización del índice mensual de producción industrial como indicador básico de dicho sector -ya que a su falta de fiabilidad hay que unir su acusado retraso-, al analista de la coyuntura económica le quedan dos fuentes de información básicas: la demanda de electricidad y las encuestas de coyuntura del Ministerio de Industria. Algunas informaciones sectoriales como: producción y consumo aparente de acero (UNESID), producción de cemento (OFICEMEN), consumo de fuel (CAMPSA), aportan indicios importantes, pero insuficientes para analizar lit coyuntura industrial. También algunas producciones concretas: productos químicos, mineralesy material de transporte, que invesfiga el Ministerio de Industria y Energia.

La evolución de la demanda eléctrica, que puntualmente publica UNESA, es, en el momento actual, el único indicador Válido para enjuiciar el nivel de actividad industrial. Su utilidad es tan clara como sus limitaciones. La interdependencia entre consumo de electricidad y producción industrial es muy acusada. Pero el consumo industrial es sólo una parte de la demanda eléctrica. El consumo doméstico, y de los servicios supone un porcentaje elevado, en torno al 30% del consumo total. Y, desgraciadamente, la evolución de este porcentaje está condicionada por factores diversos con incidencia de difícil cuantificación, como, por ejemplo, lit situación climatológica. Por otra parte, los economistas decimos que la elasticidad de la demanda eléctrica para consumo doméstico, respecto a la renta, es superior a la unidad, lo que significa que el aumento de su consumo tiende a ser mayor que los aumentos porcentuales en la renta, lo que obligaría a variar en cada año los valores del consumo doméstico. Todo ello puede realizarse con tiempo y con carácter retrospectivo, pero no hay posibilidad de desagregar, con la rapidez informativa requerida, mes a mes, la parte de demanda eléctrica destinada al consumo industrial. Por todo ello, el índice de la demanda eléctrica es sólo un tosco indicador del comportamiento de la producción industrial. Pero, con todos los inconvenientes, el único indicador fiable de que dispone quien tiene que analizar el comportamiento de la industria.

La encuesta de coyuntura industrial, que mensualmente elabora la Secretaría General Técnica del Ministerio de Industria y Energía, es una aportación de valor inestimable para el análisis de la actividad industrial. Desde el lado de la producción contempla la opinión empresarial sobre su creciirtiento o decrecimiento respecto al mes anterior y su expectativa a tres meses. El primer dato, según la experiencia observada, aparece muy influenciado por la estacionalídad. Aunque los diseñadores de la encuesta, con buen criterio, piden a los encuestados que eliminen este factor, resulta evidente que no es tenido en cuenta por una gran parte del colectivo encuestad¿. En cualquier caso, el enfrentamiento de los resultados de la encuesta con los de igual mes del año anterior permite perfilar cuál es el sentido de la opinión expresada por los empresarios. La expectativa a tres meses es más aleccionadora y la experiencia en esta encuesta, iniciada en 1963, demuestra su gran capacidad prospectiva. En definitiva, una aportación valiosa que debe agradecerse al trabajo diligente de los funcionarios del Ministerio de Industria y Energía. Por otra parte, su puntualidad es perfecta. Antes de finalizar el mes se dispone de los resultados de la encuesta del jpes precedente. La accesibilidad a la información es total.

Las actividades incluidas en el sector servicios, al igual que ocurre en la generalidad de los países, suelen ser las grandes desconocidas desde el punto de vista de la información. Tratemos de comprobar la situación española en tres sectores claves de los servicios: el comercio, los transportes y el turismo.

Para el sector comercial no han llegado a consolidarse con la eficacia del sector industrial, encuestas inequívocas capaces de mostrar el comportamiento del sector. El índice de ventas en grandes almacenes que elabora el INE padece dos males graves: obsolescencia y falta de representatividad, al estar referido a un número concreto de firmas comerciales instaladas en algunas plazas. Su base se pierde en 1963, por lo que el índice no recoge las nuevas superficies de venta, salvo que se hayan producido en las plazas investigadas y por las firmas comerciales seleccionadas. Actualizar este indicador no debería entrañar grandes dificultades para el INE.

Para seguir el comportamiento del transporte se dispone de pocos indicadores. Puntuales y precisos los datos sobre transporte aéreo que elabora la Subsecretaría de Aviación Civil. También los de consumo de gasóleos que proporciona CAMPSA. El transporte ferroviario se conoce con retraso y no existe información coyuntural sobre el transporte por carretera y marítimo. ¿No sería posible que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones realizase y distribuyese mensualmente un informe sobre la coyuntura del transporte en forma similar a como hacen los ministerios de Agricultura e Industria? Esa sería una aportación que necesitan con urgencia los analistas de coyuntura y que obligaría a mejorar la información de base del sector.

Del sector turístico sólo se dispone de datos sobre visitantes extranjeros e ingreso de divisas. Se suspendió la publicación de las antiguas encuestas que elaboraba Información y Turismo y que tenían cierto valor prospectivo.

Información estadística y demanda

Si la información estadística española sobre el comportamiento de la producción tiene las limitaciones expuestas, mucho mayores son las que padece la información disponible sobre la demanda.

Para el seguimiento de la demanda de consumo apenas se dispone de otra información que la procedente de la encuesta mensual de coyuntura industrial (Ministerio de Industria y Energía). Dicha encuesta ofrece datos pormenorizados de la situación del nivel de la cartera de pedidos y de los stocks de productos acabados y de materias primas. También incluye la opinión de los empresarios sobre las expectativas de la cartera de pedidos y de los stocks a tres meses. Esta opinión, debidamente sectorizada, agrupa los sectores industriales vinculados a la demanda de consumo, demanda de bienes intermedios y de bienes de equipo, lo que permite una visión bastante aproximada del comportamiento de la demanda interna.

Otros indicadores reales de la evolución del consumo son los de ventas en grandes almacenes (INE), matriculación de vehículos de turismo (Dirección General de Tráfico) y consumo de gasolina (CAMPSA). Los dos últimos indicadores se producen con regularidad, fiabilidad y rapidez, y por lo que se refiere al de ventas en grandes almacenes ya se ha comentado la necesidad de su actualización.

Una de las grandes lagunas que muestra la estadística española es la inexistencia de una estadística de ventas al por menor. Dicha investigación es la única que podría cubrir, a fines coyunturales, la información necesaria para el seguimiento de la demanda de consumo. La programación y realización por el INE no debería ofrecer grandes dificultades. Si se utilizara un cuestionario muy simple, distribuido entre una muestra de los establecimientos comerciales, debidamente clasificados por ramas, podría disponerse de una información tan valiosa como la que resultaría de conocer el destino del gasto corriente de los españoles y de su evolución, lo que, por otra parte, haría posible la trimestralización de la contabilidad nacional de España.

Para conocer la demanda de inversión se dispone en España de la encuesta de coyuntura del Ministerio de Industria, ya comentada, y algún dato aislado, como la matriculación de camiones, furgonetas, tractores y maquinaria agrícola. También es conocida la importación de bienes de equipo en base a los datos de la estadística de comercio exterior de la Dirección General de Aduanas. Hasta diciembre de 1978, el Ministerio de Comercio vino publicando el Indice de Inversión Aparente, un índice compuesto en base a los datos de producción interna de bienes de equipo y de los de importación y exportación de estos bienes. Daba lugar a la elaboración del índice de inversión aparente en bienes de equipo, que se completaba con el índice de edificación y construcción, para formar el Indice General de Inversión Aparente. La desaparición del antiguo índice de producción industrial, del que, por agregación de algunos de sus componentes, se formaba el índice de producción interna de bienes de equipo, paralizó la continuidad de este índice. La depuración del nuevo índice de producción industrial que elabora el INE y su actualización deben permitir la reconstrucción de un nuevo índice de inversión aparente, indicador que, por otra parte, había mostrado a lo largo de su existencia su utilidad para el análisis de la demanda de inversión. La encuesta trimestral de inversión industrial (Ministerio de Industria y Energía) es una aportación valiosa para el conocimiento de las expectativas de inversión de los distintos sectores industriales.

El sector de la construcción ofrece una información coyuntural escasa y de dificil interpretación. Se dispone de la encuesta mensual de coyuntura del Ministerio de Industria, que recoge fundamentalmente información sobre el nivel de contratación y de actividad del sector, diferenciando la obra civil de las construcciones industriales, vivienda y otras edificaciones para servicios. Es un indicador importante, pero que no permite cuantificar la tasa de variación del volumen de obra ejecutada. Indicadores adicionales son los relativos al subsector de vivienda protegida (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo) y consumo aparente de cemento (Oficemen). La pobreza estadística del sector obliga a que sea el consumo interno de cemento el único indicador del que se dispone para evaluar la actividad constructora. Una pregunta obvia y paralela a las antes realizadas al Ministerio de Transportes y Comunicaciones sería: ¿Qué impide al Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo asumir sus responsabilidades de informar a los españoles mensualmente sobre la coyuntura constructora? En todo caso debería tenerse en cuenta que los informes muy valiosos de SEOPAN no pueden cubrir la indigencia estadística que supone no disponer de un índice de actividad que, por omisión del INE, sería de la incumbencia de dicho Ministerio.

Empleo, paro y la capacidad productiva

Los indicadores coyunturales sobre el comportamiento del empleo y la utilización de la capacidad productiva aparecen suficiente y satisfactoriamente cubiertos por la estadística española.

La encuesta trimestral del INE sobre población activa es un buen ejemplo de una investigación fiable y puntual, digna del esfuerzo de los profesionales de la estadística española. Los datos sobre población activa, población ocupada y parados, elaborados trimestralmente, permiten el seguimiento riguroso de variables tan trascendentales como importantes. La información sobre desempleo se completa con el registro de parados de las Oficinas de Empleo del Ministerio de Trabajo. El carácter de cifras registrales de esta última fuente justifica las discrepancias que puedan existir con las deducidas de las encuestas de población activa. Ambos se complementan y perfeccionan el perfil de las variables de población activa en situación de paro. En otros países la explotación de los datos de afiliación a la Seguridad Social complementan las estadísticas de empleo. Una laguna que podría cubrir perfectamente el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social.

También la encuesta trimestral del Ministerio de Industria sobre grado de utilización de la capacidad productiva se ha revelado en el tiempo como una investigación muy fiable y altamente representativa. Especialmente a nivel de las tres agrupaciones de bienes de consumo, bienes intermedios y bienes de equipo.

Sector exterior, sector público y sector monetario y financiero

Una revisión de las fuentes estadísticas disponibles para el análisis de estos sectores mostraría, en general, la suficiencia y fiabilidad de la información estadística disponible.

La estadística de comercio exterior que elabora la Dirección General de Aduanas se había caracterizado siempre por su fiabilidad y rapidez de información. Sin haber perdido su carácter fiable, desde hace algunos meses se observa un retraso importante en la publicidad de los datos que a ella competen. En la segunda decena de noviembre se han conocido los datos del mes de agosto. Ello supone un retraso de cerca de dos meses sobre el calendario que era habitual para esta información, que solía producirse dentro del mes siguiente al que se refería. La información del sector exterior se completa con los de balanza de pagos, según el registro de caja del Banco de España, datos que en los últimos meses han ganado en prontitud a los de Aduanas.

El esfuerzo del Ministerio de Hacienda para dotar de información sobre el ingreso y gasto de las administraciones públicas es importante. La publicación mensual o bimensual del Boletín Informativo del sector público por la subsecretaría del Presupuesto y Gasto Público ha cubierto una laguna importante en la información estadística correspondiente. Sería necesaria mayor rapidez en los datos de Seguridad Social y corporaciones locales. Al INP y a las mutualidades laborales habría que pedirles que reanudaran la publicación de los datos de afiliación que tan interesantes resultan para el seguimiento del empleo. El Ministerio de Sanidad y Seguridad Social debería comprometerse a la publicación mensual de indicadores coyunturales, como ya hacen otros ministerios.

Las estadísticas monetarias y financieras se recogen en el boletín estadístico que mensualmente elabora y publica el Servicio de Estudios del Banco de España. Dicho boletín es otro ejemplo positivo de la calidad y perfección a que puede llegarse en el campo de la información estadística. Dicho boletín supera con mucho las necesidades del análisis coyuntural. Es de esperar que el retraso en la edición del boletín, que constituye su único defecto, se consiga reducir pronto o se supla con la difusión rápida por otros procedimientos de los datos disponibles y no publicados aún.

Estadísticas de precios y salarios

Sobre estadística de precios se dispone en España, básicamente, del índice mensual de precios agrícolas, índice de precios al por mayor e índice de precios al consumo, el primero elaborado por el Ministerio de Agricultura y los dos últimos por el Instituto Nacional de Estadística.

El índice de precios percibidos por los agricultores, que contempla una desagregación suficiente, es un indicador fiable, y rápido de gran interés.

El índice de precios al por mayor vigente en España es de una increíble obsolescencia. Su base es 1955, por lo que, dado el profundo cambio de la estructura industrial y de la demanda española, es incapaz de reflejar el real comportamiento de los precios. El INE va a sustituirlo por un nuevo índice de precios de productos industriales. Pero a pesar de su largo rodaje, iniciado en 1972, todavía no se ha decidido su publicación.

El índice de precios al consumo, elaborado por el INE, tiene base 1976 y responde perfectamente a las necesidades, de la estadística española. Podría decirse que es el indicador líder entre las estadísticas españolas por su profunda interrelación con la vida real. Como en todos los países, es un índice muy contestado por la opinión pública. Pero lo cierto es que se trata de un índice muy fiable, con una elaboración técnica casi perfecta, e indiscutiblemente representativo del comportamiento de los precios pagados por los consumidores. Una estadística de la que razonablemente puede sentirse orgulloso el INE, puesto que satisface una demanda muy sentida de la sociedad española. Tiene dos problemas técnicos de difícil solución. Nos referimos al componente vivienda y a los productos agrícolas de temporada. La falta de transparencia en el mercado de alquileres, su difícil imputación a las viviendas propias utilizadas por los usuarios y las alteraciones experimentadas por los productos agrícolas de temporada (frutas y verduras) crean, a veces, distorsiones que sólo resultan corregidas a nivel anual. En cualquier caso se trata de un índice muy representativo, bien diseñado y puntual, que cubre perfectamente a la demanda social de información estadística.

No existe con carácter oficial un índice válido de precios incorporados a los bienes importados y exportados. Esta es una laguna que viene siendo cubierta por la propia Dirección de Aduanas y por servicios de estudios de entidades financieras, pero que debería acometerse o por el Ministerio de Comercio, por el Banco de España, o por el propio INE.

En cuanto a estadísticas de salarios, incomprensiblemente nos encontramos ante uno de los grandes fallos de la estadística española. El Ministerio de Trabajo (un Ministerio al que quizá, con más insistencia que a otros -por la trascendencia de sus informaciones-, habría que pedir que publicase con mayor continuidad, asiduidad y contenido su boletín coyuntural) aporta información sobre variaciones salariales en convenios homologados, que, de alguna forma, reflejan la evolución salarial; pero que difícilmente es asimilable a un índice de salarios. El Ministerio de Agricultura también publica el nivel y evolución de los salarios por jornada efectiva en el campo, información que ha alcanzado un grado de fiabilidad oportunidad muy aceptable.

El INE se ha reservado la estadística de salarios en los sectores de industria y servicios. Hasta 1976 publicó una estadística trimestral de salarios que cubría bastante bien las necesidades estadísticas de este campo, aunque su cobertura sectorial fuera insuficiente. A partir de 1977 se programó un nuevo sistema cuya inoperancia es por ahora evidente, sobre todo por el gran retraso con que se publica y por la escasa fiabilidad de los datos del avance mensual. En 1979 se han publicado los datos trimestrales y anuales de 1977, sin realizar enlace con los datos de 1976. También los avances para 1978 y 1979 a nivel mensual. La falta de fiabilidad y prontitud de este indicador, tan importante como el de precios al consumo, exigiría del INE una especial dedicación para su perfeccionamiento y actualización.

El fin de un ejercicio: algunas conclusiones

Si nuestro hipotético lector ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí, probablemente se asombre de lo poco que le han dado para decir a los españoles dónde está la vida económica del país y cómo marchan sus asuntos. Pero cabe también que se pregunte si todas estas limitaciones informativas permiten basar una política económica capaz de ganarse el respeto público y de discutirse, seria y detalladamente, como debe ocurrir en toda democracia. Si, como se ha dicho con frecuencia y verdad, la información relevante y pública que circula entre todos los ciudadanos es el mejor índice para apreciar la democratización del país, parece evidente que nuestra democracia es del todo frágil, pues son muchas las limitaciones de la infonnación estadística que circulan entre los ciudadanos. Son, en primer lugar, lamentables sus retrasos, que dificultan el enjuiciamiento pertinente y oportuno de los acontecimientos; es condenable la clausura de una información estadística sin sustituirla por otra; es, en fin, inaceptable la ocultación de la realidad en parcelas fundamentales de la vida económica, como el comercio, como los transportes, como la construcción, que impiden conocer y juzgar actuaciones decisivas del Gobierno y de la empresa pública y privada en la administración de los escasos recursos de la sociedad.

Tras de esa constatación debe y puede pedirse rerriedio a estas limitaciones informativas. Una demanda razonable comenzaría por destacar como necesarias y urgentes la actualización y perfeccionamiento de los índices mensuales de producciA industrial, precios industríales y salarios, todos ellos de la competencia del INE. Continuaría, quizá, por destacar el interés de programar la estadística de ventas al detall y perfeccionar y mejorar las estadísticas del sector de la construcción, de las actividades terciarias y las ligadas a la inversión en capital fijo. Si todo eso se hiciera con diligencia y con oficio, y si los ministerios de Transportes y Comunicaciones, Obras Públicas y Urbanismo, Comercio y Turismo, Trabajo, y Sanidad y Seguridad. Social asumiesen sus responsabilidades estadísticas con la elaboración de las informaciones de base y su publicación mensual, la información estadística española testimoniaría que el país ha comenzado a vivir una democracia en la que la información de los ciudadanos es un derecho que se corresponde con obligaciones ineludibles de los políticos y de la Administración.

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