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El centro-derecha portugués aspira a cambiar el rumbo de la revolución

Casi siete millones de electores portugueses (6.908.111) serán llamados a las urnas el próximo 2 de diciembre para elegir el Parlamento encargado de concluir el mandato de la Cámara, constituida después de las elecciones legislativas de abril de 1976 y disuelta en septiembre último. Nuevas elecciones generales deben tener lugar en 1980, en septiembre probablemente, lo que justificarla un relativo desinterés del electorado y de las fuerzas políticas para los comicios. Sin embargo, el empeño de algunos partidos en conseguir la disolución del Parlamento anterior y el tono asumido por la campaña, desencadenada con mucha anterioridad al inicio oficial, contradicen la lógica del calendario.

Asumiendo el papel de oposición global al poder emanado de las urnas en 1976, la coalición de centro-derecha Alianza Democrática pretende dar al escrutinio del 2 de diciembre el sentido de una «ruptura dernocrática». Citando las palabras del principal dirigente del PSD, Francisco Sa Carneird, no se trata únicamente de dar al país una nueva mayoría parlamentaria y un nuevo Gobierno -no asumirá el ejecutivo sin disponer de la mayoría absoluta-, sino de cambiar el rumbo del régimen.En caso de victoria, la coalición promete el fin del Consejo de la Revolución, una alteración profunda de la Constitución y un nuevo presidente de la República, aunque se proponga alcanzar estos objetivos dentro de un escrupuloso respeto de los mecanismos democráticos.

Entre los tres partidos coaligados dentro de la Alianza Democrática (el socialdemócrata de Sa Carneiro, el Centro Democrático y Social (CAS) de Freitas do Amara¡ y el Popular Monárquico de Ribeiro Teles), el primero y más importante, el PSI), puede reivindicar el haber sido el iniciador de todo el proceso.

Desde la caída del Gobierno socialista monocolor, en diciembre de 1977, Sa Carneíro ha luchado, dentro y fuera de su partido, por la realización de elecciones anticipadas, único modo, en su opinión, de acabar con la mayoría de que disponían comunistas y socialistas en el anterior Parlamento.

La coalíciónestá convencida de haber conseguido crear una «dinárnica de victoria» que le permitirá disponer en el futuro Parlamento de la mayoría absoluta. Si bien no se hacen ilusiones sobre las posibilidades de realización de un Gobierno que tendrá escasamente seis meses de acción para cifrar en esta victoria la suerte de las elecciones de 1980, que designarán una Cámara con poderes constituyentes.

Se ha anunciado ya la revisión de la ley Electoral, con inclusión del voto obligatorio, y la institucionalízación del referéndum, no previsto por la actual Constitución, y que podría permitir vencer los límites impuestos a la revisión constitucional a partir de1980. El PSD y el CDS, que eran el segundo y el tercer partido portugueses, esperan que la «dinámica de la victória» les permitirá, con el beneficio del método proporcional de Hondt, alcanzar el 44%,de los votos, que deberían asegurarles la mayoría en el Parlamento.

Doble estrategia del PCP

Algunos de los argumentos de Alianza Democrática a favor de las elecciones anticipadas fueron, en un pasado no lejano, también utilizados por el Partido Comunista. Los comunistas portugueses atribuyen también una importancia «clarificadora» al escrutinio del 2 de diciembre, aunque, naturalmente, en sentido opuesto. Para el PCP se trata de «desinflar el globo» de un supuesto giro a la derecha del electorado, que sirvió de pretexto, en su opinión, a una política «derechista» y de recuperación capitalista de todos los Gobiernos posteriores a 1976, empezando por los socialistas. Los comunistas tienen dos objetivos declarados en esta campaña: impedir a Alianza Democrática que alcance la mayoría absoluta y crecer dentro de la izquierda, en detrimento del Partido Socialista.De ahí la campaña, a la vez «conservadora» (defensa del régimen democrático y de «las conquistas de la revolución») y agresiva en relación al PS. Los comunistas han lanzado como eslogan que el voto socialista es un voto «inseguro» para los electores de izquierda, dada la negativa del PS de definir su política de alianzas poselectorales y el precedente de las concesiones hacia la derecha de los dos Gobiernos de Mario Soares. Para la presente campaña, el PC ha resu citado, con el apoyo de su pe queño aliado MDP, la Alianza Povo Unido, que le aseguraron en las elecciones municipales de 1976 sus mejores resultados, con el 18,5% de los votos.

Los comunistas no hacen, pues, campaña bajo el emblema de la hoz y del martillo, fácilmente identificable por el electorado rural más conservador, sino con los colores verde y rojo de la bandera nacional, lo que le valió del Partido Socialista la acusación de «presentarse disfrazado». Tampoco se trata abiertamente sobre la necesidad del Gobierno de izquierda, y el tema subsidiario de la campaña es el ataque declarado al «aventurerismo de izquierda», que además de inutilizar más de un centenar de miles de votos en 1976 es el responsable de los desmanes y abusos atribuidos a los comunistas por la propaganda de derecha.

El Partido Socialista está convencido de que lejos de constituir una desventaja, la estrategia defensiva a la que está condenado, por las presiones de las dos coaliciones formadas a su derecha y a su izquierda, constituye su mayor triunfo. No pudiendo aspirar sólo a la mayoría absoluta se lintita a exigir la dirección del Gobierno para el partido o coalición que obtenga el mayor número de votos. En otras palabras: para los socialistas, Alianza Democrática debe ser llamada al Gobierno, con mayoría relativa o absoluta. El Partido Socialista, Por su parte, se declara dispuesto «a asumir sus responsabilidades», sin alianza a derecha o a izquierda. Se presenta como el partido de la estabilidad contra la aventura, que serían, a la vez, la victoria del «bloque conservador monárquico», la «bipolarizacíón» (con refuerzo de la derecha de los comunistas) y la «italianización» del Parlamento.

Esta última resultaría de la formación de ocho o nueve grupos parlamentarios, en vez de los cuatro actuales. De ahí el llamamiento al «voto útil» no solamente a izquierda, sino también del electorado de centro o de derecha moderada, para lo que el PS espera contar con el apoyo declarado de los disidentes del PSD agnipados en la ASDI y representados en el actual Gobierno. (Para Alianza Democrática, ASDI «no representa nada electoralmente».)

Los esfuerzos del PS tienden a asegurar la neutralidad de la jerarquía católica. Los socialistas se esfuerzan en deshacerse del sambenito de partido marxista, aliado de los comunistas, y Mario Soares se entrevistó personalmente con los obispos de cada diócesis visitada.

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