Delincuencia juvenil
Se habla mucho últimamente del creciente aumento de la delincuencia juvenil y se insiste, sobre todo, en que la edad de estos delincuentes tan precoces es cada vez menor. Estamos ante un problema de delincuencia casi infantil.No me quiero referir aquí a las «inteligentes» medidas de nuestros políticos, que, como genial solución a tan grave problema, no se les ocurre otra cosa sino querer rebajar la edad penal a quince aflos; y no me voy a referir a ello, porque el análisis de las consecuencias fácticas de tal majadería extenderían extremadamente esta carta.
Quiero referirme concretamente a los posibles medios de prevención de estas conductas lamentables:
- Asesoramiento educacional: la educación de los niflos es esencial, pero ocurre que muchos padres no e státn capacitados para educar a sus propios hijos. En algunos países existen unas oficinas de asesoramiento educacional, donde se orienta a los padres que carecen de conocimientos pedagógicos suficientes.
- Vigilancia escolar: a las escuelas corresponden importantes tareas en orden al descubrimiento y tratamiento de la corrupción precoz. Está comprobado que el faltar a la escuela está frecuentemente ligado a las actividades delictivas. La labor del maestro -sobre todo en barrios conflictivos- se extiende más allá de los muros de la clase y llega hasta el ambiente familiar y social del chaval.
- Empleo del tiempo libre: no hay organisrnos dotados de medios suficientes Fiara llenar el tiempo libre y los ratos de ocio de los chavales. El aburrimiento y la falta de alicientes suelen desembocar, desgraciadamente, en el gamberrismo.
- Una formación ética: no quiero dejar de mencionar este punto, aunque haya renunciado a poner formación religiosa por temor a los susceptibles, que siempre los hay. Se debe ofrecer una mínima formación ético-moral, porque la ausencia de determinados valores lleva -en muchas ocasiones- al desconocimiento absoluto de la dignidad humana, respeto a la vida, etcétera...
- El freno al desmedido crecimiento del número de parados, que provoca el aumento de vagos y de posibles fuituros delincuentes.
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