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Concejal de Herri Batasuna, muerto en un control de la Guardia Civil

Más de 2.000 personas participaron en la tarde de ayer en el funeral celebrado por el alma de Miguel Arregui, concejal de Herri Batasuna (HB), en el Ayuntamiento de Lakunza, que falleció el domingo en el hospital de Navarra, como consecuencia de los disparos efectuados por miembros de la Guardia Civil en un control de Echarri Aranaz. Al funeral asistieron el presidente del Parlamento de Navarra, Víctor Manuel Arbeloa; el nacionalista Manuel Irujo, así como dirigentes de Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna, entre los que se encontraban Monzón, Gorostidi, Urbiola, Zabaleta y Aldekoa.

Durante la jornada de ayer, el paro en el cinturón industrial de Pamplona fue generalizado, así como en las grandes empresas de la provincia. En la capital navarra, los estudiantes, excepto la Universidad, se sumaron a la convocatoria de huelga general efectuada por varios partidos, si bien el paro fue escaso a nivel de comercios y tiendas. A media mañana la policía disolvió una manifestación de estudiantes, y, pasadas las doce del mediodía, efectivos antidisturbios cargaron contra unas mil personas que, encabezadas por concejales y parlamentarios forales de HB, intentaban dirigirse hacia el Gobierno Civil. Por lo que respecta a Guipúzcoa y Vizcaya, la huelga no tuvo prácticamente incidencias, a excepción de la Universidad bilbaína, que paró por completo. Para hoy está convocada una huelga general en el País Vasco, convocada por HB, LKI y EMK.Por lo que respecta a las circunstancias que rodearon la muerte de Miguel Arregui, la 521 comandancia de la Guardia Civil, a través de una nota oficial, ha señalado que varios miembros del cuerpo habían establecido en la noche del sábado un control en Echarri-Aranaz, ya que se tenía conocimiento de que los autores del ametrallamiento de dos guardias civiles en Salvatierra de Alava habían huido en dirección a Alsasua. Por este motivo, según la versión oficial, se había instalado un control en Echarri Aranaz, en lugar suficientemente iluminado y con las señales preceptivas de indicación de control de limitación de velocidad y alto. «Sobre la 1.30 horas y después de haberse controlado numerosos vehículos con toda normalidad durante una hora y media», señala la nota, «los miembros del control observaron cómo se acercaba un turismo a apreciable velocidad que iba rebasando la señal, haciendo caso omiso de la misma. Al llegar a la quinta señal, un guardia civil sobre la calzada repitió la señal de detenerse con la mano, teniendo que retirarse precipitadamente para no ser arrollado, y, al percatarse de que dicho vehículo continuaba su marcha, efectuó dos ráfagas cortas de metralleta hacia las ruedas, disparando nuevamente sobre el repetido vehículo dos guardias civiles que se hallaban treinta metros más adelante, al observar, que aquél continuaba circulando.» Como consecuencia del tiroteo falleció Miguel Arregui, que fue trasladado al hospital de Navarra todavía con vida, el cual pasaba de forma fortuita por el lugar de los hechos, y resultaron heridos Mariano Fernández y José Luis Flores, mientras que Javier Andueza y Miguel Asurabarrena resultaron ilesos.

Sin embargo, la nota oficial de la Guardia Civil no coincide con la versión facilitada por los ocupantes del vehículo ametrallado ni por la del concejal de Lakunza, Miguel Lazcano, que atravesó el control en su coche, minutos antes de que se produjera el tiroteo. Según manifestó Lazcano, cuando paró su automóvil en el control de Echarri, la Guardia Civil estaba desmontando las señales de aviso, «por lo que yo creo que tenían intención de irse». Por su parte, Javier Andueza, conductor del 127, matrícula M-9079-B, en el que viajaba Miguel Arregui, señaló a EL PAIS que, «al entrar en Echarri yo no vi ninguna placa de control ni señales con linterna ni nada. Ibamos hablando y no nos dimos cuenta de que había Guardia Civil hasta que dispararon las metralletas. Al oír los tiros yo solté el volante y nos fuimos a la cuneta. A los pocos instantes se acercaron unos quince guardias y nos dijeron: «Salgan del coche y cuerpo a tierra.»

Cuando estábamos en el suelo quise levantarme porque sabía que los disparos habían alcanzado a Miguel, pero la Guardia Civil no me dejó. Hice otro intento y cuando volví al coche, Miguel me dijo: "Ni banittuek, agur" (yo me voy, adiós).

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