El Opus Dei intenta cambiar su "status" jurídico dentro de la Iglesia
El Opus Dei está a punto de conseguir, según los observadores vaticanos, lo que fue el sueño de su fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer: cambiar su status dentro de la Iglesia; dejar de. ser un instituto secular para convertirse en prelatura personal. Entre las seis ventajas de «carácter eclesial» que se enumeran en un informe elevado al prefecto de la Congregación de Obispos figura la de evitar las dificultades que encuentran los miembros de la Obra en sus puestos de trabajo. Y el documento enumera los siguientes: en 497 universidades y colegios superiores, 52 emisoras de radio y televisión, doce distribuidoras y productoras cinematográficas, 694 publicaciones y 38 agencias informativas.
La noticia de que la revista Vida Nueva no pudo publicar en su último número un pliego sobre el Opus Dei, que tuvo que retirar de cada uno de los ejemplares, ya encuadernados (véase EL PAIS de 3 de noviembre), está siendo muy comentada en círculos vaticanos.Lo que más ha llamado la atención aquí ha sido el hecho de que en la batalla entre el Opus y la dirección de Vida Nueva para impedir la publicación del pliego los superiores de la Obra pidieran que por lo menos se retrasara tres días su publicación. Esto ha hecho pensar que, probablemente, el Opus tenía intención de presentar, con el permiso del Papa, a todos los cardenales reunidos actualmente en Roma los dos documentos fundamentales de los que se había servido Vida Nueva (revista editada por Propaganda Popular Católica -PPC-, dependiente de la jerarquía eclesiástica española) para preparar su información prohibida
EL PAIS ha podido saber que se trataba de un informe y de una carta del presidente de la Obra Alvaro del Portillo, al cardenal Sebastiano Baggio, prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos en los cuales le informaba sobre las bases jurídicas que permiten pedir al Opus la transformación de instituto secular en prelatura nullius, y de lo que el Opus pedía concretamente en el caso, dado casi por cierto, de que el Vaticano aceptara este paso fundamental para convertir al Opus en algo así como una diócesis mundial que dependería directamente de la Congregación de Obispos y que podría actua autónomamente, sin depender directamente de los obispos locales ni de la congregación de religiosos. Se convertirían en una especie de fuerza volante del Papa allí donde fuera necesaria. Para decirlo en una palabra, serían unos nuevos jesuítas laicos.
Este corresponsal ha podido examinar los dos documentos de que se ha servido Vida Nueva para redactar el pliego que no ha publicado, a pesar de haber presentado su dimisión el director y toda la redacción.
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El Opus Dei quiere depender de un solo obispo
(Viene de primera página.)
Lo curioso es que la revista recibió estos dos informes de Alvaro del Portillo, al cardenal Baggio, desde Roma, en un sobre sin remite. No ha sido posible conocer quién mandó estos documentos a Madrid y con qué intención. Lo que sí ha sido posible conocer han sido las presiones recibidas por la revista para que no se publicara el material recibido desde Roma. Intervinieron varios cardenales y obispos, entre ellos Tarancón y Bueno Monreal.
No intervino nunca ni Roma ni la Nunciatura Apostólica, según aseguran en ambientes cercanos a la Secretaría de Estado. La Obra intentó por todos los medios, incluso ofreciendo dinero para pagar todos los gastos que podría producir, el no publicar el número de la revista. Por fin hubo presiones fortísimas sobre los responsables del PPC (Lamberto Echevarría, presidente del consejo de administración, y José María Burgos, director gerente), y la dirección tuvo que aceptar.
Sin embargo, afirman aquí, en Roma, fuentes bien informadas, las presiones de algunos prelados españoles para que no se publicara el pliego no es sinónimo de apoyo a la operación del Opus. Hay quien asegura con mucho fundamento que los cardenales Tarancón y Marcelo González Martín han manifestado estos días en Roma que ellos no ven con buenos ojos esta transformación y que están dispuestos a luchar con todas sus fuerzas para que la Santa Sede no la acepte.
Al Papa le gusta el proyecto
Por lo que se refiere, sin embargo, a la opinión personal del Papa, todo hace pensar que el proyecto le gusta y que está dispuesto a apoyarlo. Sus simpatías por la Obra aparecen cada día más claras. El mismo Alvaro del Portillo ha asegurado que, en agosto de 1978, cuando WoJtyla vino a Roma para el cónclave, después de la muerte de Pablo VI, «estuvo rezando ante la tumba de Escrivá de Balaguer», el fundador del Opus Dei, enterrado en Roma. Que casi cada vez que venía a Roma, el cardenal de Cracovia daba una conferencia en el centro del Opus, es ya conocido, como también que las pasadas Navidades el Papa regaló a todos los monseñores de la Secretaría de Estado, junto con un dulce, un libro con las conferencias que había pronunciado a los jóvenes del Opus y publicadas por una editorial que controla el Opus.
Desde que Wojtyla es Papa, cada vez que Alvaro del Portillo ha ido a visitarlo ya no figura, como sucedía siempre con Pablo VI, en el Boletín Oficial de la Santa Sede, el nombre de instituto secular dado a la obra. Dos ejemplos: la última vez que Pablo VI recibió a Alvaro del Portillo, el 19 de agosto de 197 8, el boletín dice que Su Santidad Pablo VI recibió a Alvaro del Portillo, como presidente del Instituto Secular de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, Opus Dei. Cuando, en cambio, el 19 de febrero de este año, Juan Pablo II ha recibido a Alvaro del Portillo y al secretario general Echevarría, el boletín omite lo de Instituto Secular y dice simplemente «del Opus Dei».
En el anuario pontificio de la diócesis de Roma, hasta el año 1970, el Opus figuraba entre los institutos seculares, mientras en el último anuario figura entre las asociaciones y entes católicos y se definen como «asociación de fieles católicos que se dedican a la búsqueda de la santidad en el ejercicio de su profesión en el mundo». Y quizá el espaldarazo mayor al Opus Del lo dio el 19 de agosto pasado Juan Pablo II, cuando, recibiendo en Castelgandolfo a un grupo de universitarios y profesores de la Obra, les dijo: «Vosotros representáis el gran ideal que anticipó aquella teología del laicado, que ha caracterizado después la Iglesia del concilio y del posconcilio.» Han sido precisamente estas palabras las que han hecho pensar que la Obra no encontrará en el nuevo Papa polaco la más mínima dificultad en sus propósitos. El problema y la oposición podrá venirles sobre todo de algunos obispos, los cuales, en el caso de que el Opus pasase a prelatura nullius, perderían sobre la Obra todo tipo de control y de autoridad.
Las razones de la Obra
En la primera carta de Alvaro del Portillo al cardenal Baggio le recuerda que ya el fundador del Opus, Josemaría Escrivá de Balaguer, aceptó el encuadramiento de la Obra como instituto secular sólo por obediencia a Roma, y «porque no había entonces otra fórmula jurídica que pudiera encajarles para ser aprobados como obra pontificia».
De hecho, el Opus fue el primer instituto secular de la historia de la Iglesia de Derecho Pontificio. Pero Escrivá desea otra cosa: lo que en este documento pide Alvaro del Portillo al Papa: ser una prelatura nullius.
Lo había pedido ya Escrivá a Juan XXIII en 1962. Desde entonces, la Obra ha luchado siempre para convencer a Roma de que no era un instituto religioso, pero Pablo VI dio siempre largas al asunto. Una vez, Escrivá, enfadado, afirmó: «Ni somos religiosos, ni nos parecemos a los religiosos, ni hay autoridad en el mundo que pueda obligarnos a serlo.»
Según afirma Portillo al cardenal Baggio, el 5 de marzo de 1976 fue recibido por Pablo VI, quien le afirmó que la cuestión jurídica de la Obra permanecía abierta y en espera de darle solución. El 19 de junio de 1978, el Papa le dice de nuevo que la cuestión sigue abierta y que pueden presentar la demanda formulada por el congreso general. Aunque no lo dice Portillo en su informe, una de las personas que en aquella ocasión más insistía sobre el papa Montini para que el Opus Dei «se aclarase» fue el entonces sustituto de la Secretaría de Estado, cardenal Giovanni Benelli, hoy arzobispo de Florencia. La tesis de Benelli es que debían decidirse o a ser seglares o a ser religiosos, con todas las consecuencias.
Pero cuando el Opus estaba para presentar a Pablo VI el proyecto, el Papa se muere y todo se para.
Asunto en marcha
Sólo el 20 de enero de este año, con el papa Wojtyla, la Obra tuvo el primer contacto oficial con la congregación de obispos, planteándose ya el problema de un posible pronunciamiento del Papa a favor del pase de instituto secular a prelatura personal.
El 12 de febrero, por fin, el presidente de la Obra, Alvaro del Portillo, acompañado del secretario general, Javier Echevarría, en una audiencia privada, piden al Papa formalmente la transformación jurídica de la Obra. Es una decisión que el Papa podría tomar personalmente sin esperar a la reforma del Código de Derecho Canónico. Por eso, la Obra empuja para poder obtener de este Papa «su sueño de años». El Papa prometió al presidente del Opus que se iba a interesar en seguida. Y así fue: veinte días más tarde, exactamente el 3 de marzo, el cardenal Baggio recibe el encargo del Papa. En una carta del 7 de marzo y en una conversación directa del 29 del mismo mes, el prefecto de la congregación da noticia a Alvaro del Portillo de que ha recibido órdenes del Papa para poner en marcha el asunto, y le pedía al presidente del Opus un estudio completo sobre la transformación del mismo en una prelatura personal con «fieles propios».
Informe del presidente a la Curia
El 23 de abril, el cardenal Baggio recibe un Informe, de doce folios, titulado «Transformación del Opus Dei en prelatura personal». Este informe está dividido en tres capítulos. En el primero se habla de la función social del Opus y de su realidad social. Se rechaza la identificación con los religiosos y se recuerda que a la Obra pertenecen hoy 72.375 fieles de 87 países. Sólo un 2% son sacerdotes. Se afirma que, más que un movimiento o asociación, el Opus es una «porción del pueblo de Dios» muy parecida a una diócesis personal, que constituye «una unidad pastoral orgánica e indivisible», y una «realidad social existente en la Iglesia desde hace más de cincuenta años». Se afirma también que el Opus es «un fenómeno pastoral totalmente nuevo en la Iglesia y sólo parangonable con las primeras comunidades cristianas». Y se añade que el hecho de que el Opus no haya tenido hasta ahora una fórmula jurídica les ha llevado a tener que soportar graves dificultades, que «eran motivo de sufrimientos para nuestro fundador».
En el segundo capítulo cuenta todas las gestiones arriba indicadas para obtener la nueva normativa jurídica. En el tercer capítulo explica cómo existen varios documentos del concilio en los que se puede basar, como afirmó Escrivá antes de morir, la nueva estructura jurídica del Opus. Explica cómo ya, en realidad, «de hecho » el Opus Del tiene todas las características, pero no la autorización, para ser una prelatura personal: existe un prelado, que puede ser o no ser obispo; un clero formado e incardinado en la prelatura, y unos fieles incorporados al trabajo apostólico no en virtud de unos votos, sino por contrato. Afirma también que la relación «estrecha y continua» que la prelatura debe tener con los ordinarios de la diócesis en las que trabajan sus miembros se da ya de hecho en el Opus en más de quinientas diócesis donde está presente la Obra.
Las supuestas ventajas
¿Cuáles serían las ventajas de carácter social del nuevo sistema jurídico del Opus? El documento enumera las principales:
1. Reforzar el servicio de la Obra a las iglesias locales.
2. Reforzarla dependencia de la Obra de la Santa Sede a través de la Congregación de Obispos.
3. Ofrecer al Papa un «cuerpo móvil de sacerdotes y seglares», para trabajar donde la Santa Sede considere más importantes y urgentes.
Es algo parecido, aunque no lo dice el documento, al cuarto voto de obediencia al Papa de los jesuitas, según el cual, el Papa puede decidir directamente de un miembro de la Compañía de Jesús en cualquier momento.
4. Garantizar a la Obra su fisonomía espiritual y su futuro.
5. Reforzar la eficacia de la Obra.
6. Evitar las muchas dificultades que encuentran los miembros del Opus en muchos puestos de trabajo. Y el documento enumera 497 universidades y colegios superiores en los cinco continentes, 694 publicaciones, 52 emisoras de radio y televisión, doce distribuidoras y productoras cinematográficas y 38 agencias informativas.
Segunda carta de Portillo al cardenal Baggio
En la carta que Portillo escribe por segunda vez al cardenal Baggio, el 2 de junio pasado, se dan algunas seguridades por parte de la Obra en el caso de aprobación como prelatura nullius. Entre ellas, que la elección del prelado por parte del congreso general necesitaría la aprobación del Papa, que el prelado tendrá que tener todos los requisitos necesarios de piedad y prudencia requeridos por el derecho de la Iglesia, más las previstas por la Obra. Dice también la carta de Portillo que, «debiendo ser el régimen y gobierno de la prelatura de carácter personal y no territorial, es asentado que la potestad ordinaria del prelado, a semejanza de las vicarías castrenses, tendrá en cada diócesis y respecto a variadas materias (disposiciones doctrinales y litúrgicas, disciplina general del clero, actividades externas del apostolado, etcétera) el carácter de jurisdicción acumulativa. Propiamente para el papel de particular inserción del apostolado que los socios de la Obra desarrollan al servicio de las iglesias locales, las reglamentarias particularizadas de tales potestades salvaguardarán siempre como se dice en el informe arriba citado ( ... ), tanto los derechos de los ordinarios locales como las normas del derecho particular del Opus Dei, ya aprobado por la Santa Sede».
Una determinada clase de fieles
¿Quiénes serían, en caso de que el Opus se convirtiera en una verdadera prelatura personal, los verdaderos fieles de esa diócesis? La carta de Alvaro del Portillo afirma: «Serían fieles de la prelatura, constituirían su verdadero "pueblo", no las personas destinatarias del trabajo apostólico del Opus Del y del ministerio de sus sacerdotes, sino solamente aquellos laicos que, previa convención con la prelatura, quieran (de hecho ya lo son) incorporarse jurídicamente a ella, comprometiéndose al servicio de su específica tarea apostólica, con una plena dedicación personal que trasciende ampliamente las limitadas prestaciones de servicio de otros tipos de posibles convenciones. Son de hecho estos laicos y fieles que, para poder cumplir debida y eficazmente su pleno compromiso apostólico en los ambientes laicales y profesionales en los que se mueven, tienen necesidad y derecho a la continua formación especializada, ascética y apostólica, y a una solícita cura pastoral específica por parte de sacerdotes del Opus Dei.»
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