Nace "la Europa de las cazuelas"
Al final de la orgía se habían bebido algo más de mil botellas de champán Krug, vino fresco, perfumado, bello, verdadero y riguroso, como la poesía con una idea en la barriga; así nos lo aseguró Remi Krug, uno de los cinco grandes de la Champagne francesa, cuando a media noche, la sala de la Madeleine (hoguera antifranquista en otros tiempos) acababa de parir a la Europa de las cazuelas. Los mil mejores cocineros de los diez, es decir, los quinientos chef de dos y tres estrellas de la Europa comunitaria, más España, acompañados por sus esposas, asistieron este parto, increíble por lo sustancioso y bien regado, certificado igualmente por seis ministros belgas, políticos de la CEE, 134 periodistas procedentes de los cinco continentes, ediles de postín bruselenses y de las demás villas europeas.El Sistema Monetario Europeo no se sabe si existe, el Parlamento europeo batió un récord de abstencionistas. Los políticos no funcionan. La celebración de los mil años de Bruselas es otra prueba. Los casi 3.000 millones de pe setas de presupuesto para los festejos se evaporaban sin resultados prácticos, hasta que surgió esta idea de la Europa de las cazuelas, consistente en reunir a toda la familia gastronómica comunitaria incluida España, en torno a una mesa servida por los once grandes restaurantes de la cocina bruselense. Así se promociona la cocina belga, víctima del cliche de las patatas fritas y las almejas, de igual manera que la cocina española lo es de su paella y del turismo de masas. Hemos incluido a España en la Europa de las cazuelas por eso porque tiene una cocina europea que sufre del mismo mal que la belga. El año que viene queremos que la Segunda Fiesta se celebre en una gran ciudad española, y de realizarse, como en esta ocasión a la belga, la coronaremos con el llamado Hommage Krug, la más grande recompensa gastronómica del mundo.
Tal es la doctrina. Y he aquí los hechos: más de mil personas, en una sala especialmente acondicionada por las autoridades locales, desde las siete de la tarde del domingo hasta las dos de la madrugada del lunes, se aplicaron, místicos y generosos, ante los 33 platos preparados por los once grandes cocineros de Bruselas, de dos y tres estrellas Michelin todos ellos: Le Barbizon, Le Cravache d'Or, Comme Chez-Soiz, Claude Dupont («Esta es la única Europa, la mejor», nos comentó), L'Ecailler du Palais Royal, La Maison du Cygne, Hilton en Plein Ciel, Chez Marcel, De Reu, Romeyer y La Villa Lorraine, hicieron y cocinaron lo indecible, sublimado por el champán Krug y un burdeos de raza, Chateau Lyunch-Bages, de la familia de los Pauillac, opulento y fino como la aristocracia que se suena. Juan María Arzac, el chef donostiarra, cuando fue interrogado sobre el nacimiento de la Europa gastronómica, filósofo, dijo que «la mesa fraterniza». Sus colegas catalanes de Agut d'Avignon, Isidro, Reno, saludaron con igual beneplácito este partoque, por problemas de última hora, falló el otro grande madrileño, Clodoaldo Cortés, de Jockey
Jack Lang, dirigente socialista francés, pensó en voz alta que «la Europa de las cazuelas puede favorecer la entrada de España en la CEE». Un democristiano belga, con satisfacción inconfesable, le murmuraba a su mujer: «Europa es esto, el pecado mortal cometido hoy aquí, que une hasta el orgasmo para liberarnos".
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