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UGT responsabiliza a la empresa de la muerte de los diez mineros leoneses

El sindicato minero de UGT responsabiliza a la empresa Minerosiderúrgica de Ponferrada del accidente ocurrido el pasado día 17 de octubre en el pozo María, de Caboalles de Abajo, en el que perdieron la vida diez mineros. A lo largo de un informe de doce páginas, elaborado por un grupo de técnicos de esta central que visitaron hace una semana la galería siniestrada, UGT denuncia los deficientes sistemas de seguridad de la mina y afirma que el accidente se debió a una explosión de grisú, en contra de las versiones dadas por la empresa y el Ministerio de Industria, que descartaban esta posibilidad.

El informe comienza señalando que hasta diez días después del accidente no se permitió el acceso al pozo María de los técnicos de UGT, y afirma no haberse equivocado sobre «el temor de que con el paso del tiempo desaparecieran indicios que hubieran servido para aclarar con más exactitud las causas del suceso», a pesar de lo cual ha podido llegarse a «conclusiones definitivas y veraces» sobre las circunstancias en que éste se produjo, a través de testigos presenciales y de datos recogidos por los propios técnicos. Así, se denuncia la reparación de diversos materiales afectados por la explosión del grisú, entre ellos la madera de entibación de varios tramos de la galería -lo que se considera como un indicio suficiente de que «ésta había sido arrasada»- y se confirma la existencia de grisú en porcentajes de hasta el 1% en el momento de realizarse la visita.A continuación, el informe ofrece una serie de «pruebas testificales y físicas», entre ellas el testimonio de un picador identificado como Ubaldo Fernández, miembro del subcomité de seguridad del pozo, que en el momento del accidente trabajaba en una galería próxima. Este afirma haber visto cómo «de la capa trece -la siniestrada- salía una especie de polvo impalpable, como humo muy caliente que se hacía irrespirable». El mismo testigo, que participó en las tareas de rescate de los cadáveres, afirma que los dos primeros cuerpos recuperados a las dos de la madrugada del día 18 «tenían el pelo y la piel de la cara quemados», en tanto que otros tres -rescatados en sexto, séptimo y octavo lugar- estaban cubiertos de carbón, por lo que supone que su muerte se produjo por asfixia.

Versión de un segundo testigo

Otro testigo, José Feito Alvarez, que desempeña las funciones de delegado minero de seguridad, asegura que en la galería había almacenada una gran cantidad de carbón arrancado por el primer relevo, lo que taponó parcialmente la misma, favoreciendo el almacenamiento de gas. Este testigo, que también formó parte de los primeros equipos de rescate, ha advertido que para entrar en la galería dos horas después del accidente «tuvo que auxiliarse con los aparatos de respiración» por falta de aire respirable o ausencia de oxígeno. «Lo comprobaron», dice, «con lámpara de gasolina y grisuómetro, este último muy antiguo, que sólo tiene escala para detectar concentraciones de hasta el 3% de grisú.»Finalmente, un tercer testigo, identificado como Francisco Aller Cuellas, también miembro de los equipos de salvamento, manifestó que el cadáver rescatado en quinto lugar había sido desplazado por la explosión hasta una mamposta, en la que apareció «colgado por una pierna, cabeza abajo y apoyando ésta sobre el carbón». En el mismo testimonio se hace constar que el subcomité de seguridad del pozo «tiene en su poder, recogido del lugar de los hechos, un trozo de plástico e hilo de pega con muestras claras de haber sido sometidos a elevadas temperaturas».

Los técnicos de UGT descartan que el accidente pudiera haber sido producido por un «derrame» o desprendimiento de carbón -aunque reconocen que éste se produjo en pequeña cantidad tras la explosión de grisú-, por la combustión del polvo de carbón o por un «desprendimiento instantáneo» de una bolsa de gas acumulada en la capa. En el segundo caso, se hubiera necesitado «una temperatura del orden de setecientos a ochocientos grados, que tendría que haber sido producida, a su vez, por otra explosión de grisú, por disparo de explosivo o por arco eléctrico». Además, de haberse producido la combustión del polvo de carbón, «ésta habría dejado enormes vestigios que lo demostrarían, como sería madera quemada, restos de polvo quemado y desprendimiento de monóxido de carbono». Tras eliminar estas hipótesis, el informe afirma textualmente que «es seguro que la causa del accidente ha sido la explosión de grisú por ignición del mismo, el cual estaba acumulado en la campana o bóveda, donde se acumuló cantidad suficiente para su explosión por no mantenerse las mínimas normas de seguridad en materia de ventilación».

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