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RELIGION

Las finanzas vaticanas, posible motivo de cita del Colegio Cardenalicio

Juan Arias

Están empezando a llegar a Roma los cardenales que asistirán a la sesión plenaria del 6 al 8 de noviembre, y que ha sido convocada por Juan Pablo II. La noticia causó gran sorpresa en los ambientes vaticanos, porque hacía casi cinco siglos que un papa no convocaba a todos los cardenales del mundo. De hecho, en los últimos cuatrocientos años, los príncipes de la Iglesia, se reunían en Roma sólo en el cónclave que elegía sucesor del Papa.

, Cuando se supo la noticia, hace un mes, toda la prensa hizo hipótesis sobre los motivos que habían llevado al papa Wojtyla a esta convocación extraordinaria. Los periódicos franceses hablaron incluso de la posibilidad de convocar un nuevo concilio. No hubo, sin embargo, posibilidad de saber las verdaderas razones, porque en la primera carta de convocatoria a los cardenales se les anunciaba sólo que iban a ser llamados a Roma. En una segunda carta se les indicó la fecha de la reunión y sólo en tercera, escrita en latín, y que ha recibido hace unos pocos días, les indicó el programa. El Papa desea debatir con todos los cardenales del mundo tres temas: el comportamiento de la curia romana, la situación de las finanzas de la Santa Sede y los problemas de la Iglesia y el mundo. En realidad, la idea de convocar a todos los cardenales, en un primer momento, se debió, sobre todo, al segundo de los temas, el de las finanzas vaticanas. La idea cuajó, al parecer, en una «cumbre» celebrada el 10 de julio pasado en el Vaticano en la que participaron el Papa, el secretario de Estado, cardenal Casaroli; el sustituto de la Secretaría de Estado, el español Eduardo Martínez Somalo, y el director del Banco Vaticano, arzobispo Marcinkus. Se habla de crisis en las finanzas del Papa, del problema de los empleados del Vaticano, que han amenazado con crear un sindicato; de dificultades del diario católico italiano L´Avenire, pero también de que el Papa desea ampliar la información católica cambiando la estructura del L'Osservatore Romano, de Radio Vaticana (se habla cada vez con mayor insistencia de que pasará al Opus Dei) y de la reación de una televisión vaticana, cosa esta última que supone un gran esfuerzo financiero. Del asunto el Papa ha hablado ya varias veces con íntimos amigos suyos polacos. El hecho de que Juan Palo II haya convocado también a los cardenales que han cumplido ochenta , podría significar que desea abolir el veto que había puesto Pablo VI a estos cardenales de asistir al cónclave.Se habla también en ambientes de la curia romana que el Papa aprovechará la presencia en Roma de los cardenales para hacer un reajuste ministerial, cambiando varios de los prefectos de congregaciones, algunos de los cuales han cumplido ya los cinco años del reglamento, y otros son ya muy ancianos. Concretamente, deberían cambiar dos ministerios clave: el de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que era el antiguo Santo Oficio. Se había del teólogo alemán cardenal Ratzinger. Su nombramiento, además del prestigio intelectual del cardenal, podría resolver el problema de las dificultades que ha encontrado en su diócesis, siendo más un hombre de estudio que de pastoral. El otro punto clave es el que tiene hoy el anciano cardenal francés monseñor Garrone, actual prefecto de Seminarios, un tema candente en el cual el Papa quiere poner toda la carne en el asador, porque desea relanzar el problema en crisis de las vocaciones sacerdotales, sobre todo porque hoy los seminarios más llenos y con menos crisis son los tradicionalistas del rebelde monseñor Lefebvre. Para este puesto se habla desde hace tiempo en Roma, y se volvió a hablar ayer, del primado de España, cardenal Marcelo González Martín. Se trata de un personaje a «quien el Papa escucha mucho», dicen los vaticanistas italianos. Acaba de estar en Roma diez días y ha hablado largo tiempo a solas con el papa Wojtyla. Al parecer, el nombramiento del primado español como prefecto de la Congregación de Seminarios, además de su innegable prestigio de hombre de oración, tendría, dicen aquí, dos ventajas: sería bien visto por los tradicionalistas, ya que monseñor Marcelo representa hoy el ala conservadora, y, al mismo tiempo, su venida a Roma podría disminuir las tensiones dentro del episcopado español.

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