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El informe Harrisburg, muy crítico con las centrales nucleares

La comisión presidencial norteamericana encargada de investigar el accidente nuclear de Harrisburg hizo público ayer su informe, en el que recomienda se efectúen «cambios fundamentales» en la construcción, reglamentación y funcionamiento de las centrales atómicas, pero advierte que estas modificaciones, aun con ser necesarias, no garantizan la seguridad.Tras seis meses de investigación, los doce miembros de la comisión nombrada por el presidente Jimmy Carter para estudiar los efectos del grave accidente de la central de Three Mille Island entregaron ayer su informe en una breve ceremonia celebrada en la Casa Blanca. El documento, de 180 páginas, fue distribuido inmediatamente después a los medios informativos.

En conjunto, el informe de la comisión presidencial es altamente crítico para la energía nuclear, pero no llega a recomendar al presidente Carter que ordene una moratoria indefinida de la construcción de nuevas centrales atómicas. Algunos miembros de la comisión Keneny, así llamada por el profesor universitario que presidió sus trabajos, se declararon partidarios de la moratoria, pero no obtuvieron la mayoría en las votaciones.

Algunos sectores antinucleares criticaban ayer que la comisión presidencial no haya optado por la moratoria.

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Son necesarios cambios esenciales para mantener los riesgos de la energía nuclear en límites tolerables

(Viene de primera página.)La conclusión básica del informe dice textualmente que «para prevenir accidentes nucleares tan serios como el de Three Mille Island serán necesarios cambios fundamentales en la organización, procedimientos, prácticas y, sobre todo, en las actitudes de la comisión reguladora nuclear y de la industria nuclear».

El documento contiene fuertes críticas, tanto contra la comisión reguladora nuclear, la agencia gubernamental que regula la industria atómica, como contra la compañía eléctrica propietaria de la central de Harrisburg y contra el modo de actuación de las autoridades y los expertos nucleares. El informe recomienda cambios en la estructura de la comisión reguladora, e insiste en que si la sociedad norteamericana quiere enfrentar los riesgos inherentes a la energía atómica, los «cambios fundamentales» son necesarios para mantener esos riesgos en «fimites tolerables».

El accidente registrado el pasado 28 de marzo en Harrisburg (Pensilvania) apenas tuvo efectos sobre los residentes del área, si se exceptúa un stress mental, ya que las dosis de radiación detectadas fueron mínimas, reconoce el informe.

Después de haber entrevistado a más de 150 personas relacionadas con la industria nuclear, la comisión concluye que la compañía Metropolitan Edison, propietaria de la central de Harrisburg, «carecía del suficiente personal, así como de la experiencia y los conocimientos necesarios para operar adecuadamente la planta». El informe censura la «confusión» en que se desenvolvieron las autoridades locales y estatales.

Entre las causas del accidente estuvieron graves errores humanos, señala la comisión investigadora, pero igualmente debe culparse a instrumentos mal diseñados y a la incapacidad de la industria atómica de aprovechar la experiencia de problemas anteriores surgidos en otras plantas.

Los medios informativos ofrecieron, en general, una versión exacta del accidente de Harrisburg, opina la comisión presidencial que realizó un estudio sobre 45 periódicos norteamericanos, del tratamiento dado al accidente nuclear. Normalmente, se transmitió. de manera exacta lo manifestado por los portavoces oficiales, pero con frecuencia esos portavoces no tenían la información correcta.

Entre la larga serie de recomendaciones hechas por la comisión al presidente Jimmy Carter figura la de que la concesión de cualquier licencia de apertura o de funcionamiento de una planta atómica esté supeditada a la aprobación previa de los planes de evacuación y emergencia, a nivel local y estatal. Asimismo, la comisión pide que las licencias deban ser renovadas periódicamente, de acuerdo con las garantías de seguridad existentes y el comportamiento de las empresas propietarias de las centrales.

La industria atómica debería «cambiar de forma drástica sus actitudes hacia la seguridad y la reglamentación», indica también el informe de la comisión Kemeny, que recomienda un análisis exhaustivo de las condiciones de seguridad en todas las plantas en funcionamiento. Actualmente hay 72 centrales atómicas en funcionamiento en Norteamérica y otras 92 han obtenido ya el correspondiente permiso.

Los doce miembros de la comisión, entre los que figuran desde un ingeniero nuclear a un ama de casa residente cerca de la central de Harrisburg, pasando por abogados, periodistas, sociólogos y catedráticos, señalan que, tras seis meses de investigaciones, no han podido llegar a la conclusión ni de que la energía atómica sea demasiado peligrosa para permitir su existencia, ni tampoco a la de que sea necesario ampliar las centrales de la nación.

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