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La URSS actualiza su política con relación a Oriente Próximo

La Unión Soviética actualiza desde hace algo más de un mes su política sobre Oriente Próximo. Con una visión de largo alcance inició su estrategia con la visita del primer ministro, Alexei Kossiguin, a Etiopía, la continuó al recibir en Moscú al presidente sirio, Hafez el Assad, y se ha confirmado con la calurosa acogida dispensada en la capital soviética al presidente de Yemen del Sur, Fattah Ismail. Es un triángulo de posibilidades que significa para la URSS asegurar su predominio en el océano Indico, el golfo Pérsico, el mar Rojo, el «cuerno de Africa», con el punto de mira puesto en Oriente Próximo.

La televisión soviética, extremadamente complaciente en los últimos días con las imágenes oficiales -se trataba de presentar a su jefe de Estado pletórico de salud, con el fin de abortar los rumores de la prensa occidental-, nos ha ofrecido muestras del amistoso tratamiento que Leónidas Brejnev mantenía con su huésped suryemení Fattali Ismail.Su visita de estos días a Moscú ha sido la confirmación del plazo que hace un año le dieron los dirigentes soviéticos, cuando le apoyaban para derrocar a Radaya Ali. Fattali Ismail había hecho anteriormente unos cursos intensivos de aproximación a la URSS. Como secretario general de la Organización Política Unificada del Frente Nacional (OPUFN) había participado, en la capital de la Unión Soviética, en los dos últimos congresos del PCUS. Con motivo del sesenta aniversario de la revolución, noviembre de 1977, volvió a Moscú para decir claramente: «Marchamos seguros hacia la creación, sobre la base del socialismo científico, de un partido de vanguardia que sea parte del movimiento revolucionario mundial.

»Lección bien aprendida

Craso error el de Radaya Ali, al no saber interpretar esta frase, que le costaría, enjunio de 1978, perder no sólo la presidencia de su país, sino la vida. Fatah Ismail era el hombre fuerte de Yemen del Sur. Nadie ha dudado de que el mayor apoyo lo recibió de los cubanos y, obviamente, de los soviéticos. Ahora, a su regreso a Adén, tiene toda la confirmación de su mejor aliado. Lleva en su equipaje no sólo un tratado de amistad y cooperación, que le asimila a los países del área socialista, sino un comunícado conjunto de fidelidad, por su parte, y ayuda, por parte soviética, que le permitirá seguir firme en el cargo de presidente yemení, protegido por las mejores bendiciones del Kremlin.

Algunos observadores se han sorprendido de la importancia que la Unión Soviética ha concedido a esta visita. Pero nada es casual en este país.

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Con Yemen del Sur se cierra un marco geográfico necesario para que los soviéticos se sientan seguros en su política acerca del «cuerno de Africa», océano Indico y con los ojos puestos en Oriente Próximo. Primero fue la visita de Kossiguin a Etiopía, donde aseguró a Mengistu Haile Mariam que estaba dispuesto a suministrarle cuanta ayuda necesitase para «la eliminación definitiva y completa de los focos del colonialismo». Después, el presidente sirio, Hafed el Assad, vino a Moscú, en «consulta regular», pero cuyo significado no ha escapado a quienes saben que la posición estratégica de Siria en Oriente Próximo convierte a este país en un aliado valiosísimo. Ahora, Fattah Ismail cierra el triángulo de la política soviética, decidida a jugar fuerte en los próximos meses en este área geográfica, donde Egipto, Israel, Arabia Saudí y los Emiratos Arabes están apoyados por Estados Unidos.

Ampliación del área socialista

La energía que ahorra la Unión Soviética para resolver sus asuntos intemos -donde los problemas de orden económico no parecen tener solución a corto plazo- la utiliza con fluidez en la planificación de los asuntos de orden internacional. Dieciséis países forman ya la fuerte y consistente área socialista. Además de las seis democracias populares de Europa oriental, tres países africanos -Angola, Etiopía y Mozambique-, seis países asiáticos -Afganistán, Irak, India, Mongolia, Vietnam y ahora Yemen del Sur-,junto a la estratégica Cuba, respiran con el pulmón artificial del Kremlin a través de importantes tratados de amistad y cooperación.

En este tablero de ajedrez político, la visión exterior de la URSS inicia siempre su vinculación a través de los lazos económicos y culturales, pero, a la hora de la verdad, existe una cláusula militar que defiende y obliga en igual proporción.

En el cuadro de su nuevo tratado, Yemen del Sur ha aceptado todas las propuestas y ha sido el tercer país de Asia, después de Mongolia y Afganistán, en pronunciarse en favor del viejo proyecto de Brejnev para crear en Asia una zona de «seguridad colectiva», proyecto contra el que China lleva luchando desde hace tiempo.

No todo han sido victorias para la causa socialista. Dos países se han descolgado, en el curso de los últimos años, de la orientación soviética. Primero fue Egipto, en 1976, y después Somalia, en 1977. Dos deserciones que obligaron posteriormente a buscar nuevos aliados en Asia y Africa. Aliados que no le faltan y, aunque con menor dependencia que los anteriormente citados, ahí están vinculados formalmente, como ejemplos más claros, Madagascar, Angola, Corea del Norte y Campuchea.

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