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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las escuelas de artes y la artesanía

¿Por qué no hay aprendices en los talleres artesanos? Es fácil responder a esta pregunta. El salario de un aprendiz desde el primer día, y cuyo derecho de percepción no voy a ser yo quien lo niegue, empieza a gravar la economía del maestro, quien además tiene que soportar las cuotas de la Seguridad Social, los materiales que se gastan en el aprendizaje y el tiempo que pacientemente habrá de emplear en enseñar al mozo los secretos del oficio, algunos de ellos heredados y otros conseguidos tras una larga vida de trabajo e investigación en un viejo arte.Si a esto añadimos el poco porvenir de las artesanías como oficios viejos, frente a nuevos oficios surgidos de lo que llamamos la técnica y el progreso, no habrá que extrañarse del poco entusiasmo de algunos padres por guiar a sus hijos hacia profesiones artesanales.

Nuestras artesanías, reserva cultural e histórica del pueblo, se nos van de las manos. No hay apoyo estatal para su enseñanza. Si hay, sin embargo, una grandísima miopía por parte del Ministerio de Educación y Ciencia al tratar, o, mejor dicho maltratar, a las únicas personas que en estos momentos están enseñando las artesanías en España: los maestros de talleres de las escuelas de artes aplicadas y oficios artísticos.

Estos maestros, en algunos casos mal llamados ayudantes de taller, tras su probada extraordinaria preparación artística, sus reconocidos conocimientos de todos los secretos del oficio, y su titulación de graduados en artes aplicadas, están recibiendo del Estado la ridícula cantidad de 12.000 pesetas mensuales, que, añadiendo los complementos, incentivos y trienios, alcanzan, por término medio, algo más de las veinte mil pesetas. Ni que decir tiene que estas personas están y han estado siempre obligadas a complementarse con otra actividad, la cual les supone la imposibilidad de alcanzar la «dedicación exclusiva», reservada sólo para las «clases privilegiadas».

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Yo quiero avisar desde aquí: el día que estos románticos se cansen, se acabará la enseñanza de las artes aplicadas, de las artes menores y de las artesanías. Y más tarde, cuando queramos buscar una buena pieza de cerámica, o un hierro forjado, o un buen mueble hecho y tallado a mano, o un tapiz, o un damasquinado, o un esmalte a fuego, tendremos que ir a buscarlo a algunos de esos países que andan ofreciendo a nuestros artesanos grandes sumas de dinero para ser «profesores» de su arte con sus juventudes.

Presidente nacional de la Asociación de Maestros de Escuelas de Artes

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