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"La crisis actual puede ser peor que la de 1929"

El profesor José Luis Sampedro, catedrático de Estructura Económica de la Universidad de Madrid, estima que la crisis en la que se adentra la economía mundial puede ser peor que la registrada en los años treinta, como consecuencia del crac del año 1929.

En una ponencia presentada ante la II Conferencia sobre Integración y Desarrollo Desigual, que comenzó el pasado lunes en el hotel Mindanao, de Madrid, el profesor español dijo que la razón por la cual será más grave es porque lo que realmente está en crisis es el modelo de desarrollo que ha dominado las relaciones económicas en los años sesenta y, por extensión, en todo el siglo.Según Sampedro, este modelo de desarrollo, confundido a veces con la necesidad urgente del crecimiento económico sin límites, se ha convertido en un cáncer, es decir, «en un crecimiento desordenado y sin control en una multiplicación hipertrofiada de productos, -desde máquinas hasta ideología- que son hoy disfuncionales, puesto que no mitigan la pobreza de la mayoría humana y, en cambio, aíslan a los hombres de su marco natural».

La ponencia El problema del desarrollo en la crisis de los sesenta, escrita en términos quizá más filosóficos que técnicos por el señor Sampedro, propone que la única solución para salir de la crisis es provocar otro Renacimiento, no solamente de ideas, sino de espíritu y hasta lenguaje dentro de la ciencia económica.

La tesis del profesor de Estructura Económica, aunque novedosa, no se separa mucho de la atmósfera que se respira en muchos centros académicos y económico-internacionales, donde se apunta que la verdadera razón de la actual crisis es la ausencia de ideas y hasta de soluciones técnicas para crear la riqueza suficiente y el orden económico necesario para remediar los males materiales y espirituales de nuestro tiempo.

«El desarrollo ha traído la crisis, y, por eso mismo, ha entrado a su vez en crisis», mantiene Sampedro, que añade, no obstante, que «la crisis no se aparece todavía como ruptura de todo un sistema de vida y su comprensión como crisis de este desarrollo ha de buscarse más bien fuera de la ciencia económica».

Para el profesor español, el desarrollo ofrece «crecientes aspectos negativos», entre ellos, el consumismo, que él considera incompatible con la actual crisis de la energía. Por ejemplo, añade, es incongruente que se recomiende al Tercer Mundo el consumo, como vehículo desarrollista, cuando en el terreno agrícola, por citar un solo caso, la producción desarrollista consume más energía que la que origina.

Como alternativa a la economía del desarrollo, el profesor Sampedro propone «la inversión del péndulo, empezando una nueva era» que, como sucedió en el Renacimiento, trate de ofrecer al hombre planteamientos y soluciones nuevas. Habría que acomodar el crecimiento cuantitativo al progreso en otras direcciones, «lo que tendería al equilibrio y a reducir el despilfarro».

«En otras palabras», insiste la ponencia, «se trata de sustituir la multiplicación de los objetos por el desarrollo integral del hombre.»

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