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François Poncet confirma el apoyo al ingreso de España en la CEE

«Existe un acuerdo total en lo que concierne al principio de la entrada de España en el Mercado Común, y también existirá acuerdo total en lo referente a los plazos de transición», declaró ayer el ministro francés de Exteriores, Jean François Poncet, que también afirmó que «el problema vasco no entorpece las buenas relaciones franco-españolas». En un almuerzo que le ofreció la Asociación de la Prensa ayer, el ministro francés abordó la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE) para asegurar que tras la negociación y la ratificación se establecerán plazos de transición de unos diez años «y no hay razón para que estos plazos sean diferentes para España y Portugal». Anteayer se había dicho que el presidente, Valery Giscard d'Estaing, le había garantizado al presidente portugués, señor Eanes, que Portugal sería miembro de la CEE en 1983.

Ayer, el palacio del Elíseo desmintió la noticia y recordó que «Francia está dispuesta a apoyar a Portugal, pero no garantiza cuál será el final de las negociaciones multilaterales». El señor Poncet, sobre la misma cuestión de los plazos, explicitó que «el plan decenal de relance del suroeste francés está en función de esos períodos de transición».

El ministro francés se manifestó optimista sobre el momento de las relaciones entre París y Madrid. No sólo estimó que los problemas planteados por el contencioso comunitario se resolverán satisfactoriamente, sino que, en su opinión, la cuestión vasca «no afecta nuestras relaciones. Nosotros no consideramos que el problema vasco se haya internacionalizado sino que continúa siendo un problema interno español».

Anoche, sobre este mismo tema, medios bien informados, próximos a los nacionalistas vascos españoles, declararon en París que «la internacionalización del problema vasco, si para algunos aún no es un hecho, lo será muy rápidamente y de manera totalmente inesperada». Volviendo a la cuestión europea, los gaullistas franceses, ayer, propusieron que España, Grecia y Portugal entren inmediatamente en el Consejo Europeo de los Jefes de Estado, ya que este organismo no fue creado por el tratado de Roma y éste último tampoco lo impide. La presencia de estos tres países en el Consejo constituiría una «aportación en el plano político y cultural».

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