_
_
_
_
Reportaje:

Televisión Española, desahuciada como empresa por cuatro consultoras de opinión

Este diagnóstico se realizó como consecuencia de una reunión celebrada el 15 de marzo de 1978 entre Feliciano Lorenzo Gelices (hoy director de la gerencia de publicidad y entonces también adjunto a la dirección de TVE para la gerencia) y Ramón Boixadés, Luis Esteban, Francisco Huss y Roberto Cuñat, quienes actuaban, respectivamente, en. representación de Bedaux Española, SA; Ingenieros Consultores, SA (ICSA); Sofemasa y Tea, SA, cuatro de las más importantes sociedades consultoras del país.Se trató en aquella reunión de efectuar un diagnóstico de TVE, de sus sistemas de producción y administración, del personal y de la problemática de los mandos. TVE no respondía y no responde a las mutaciones que estaba experimentando la sociedad española. TVE nunca había sido cuestionada tanto y a todos los niveles: en la calidad de sus productos, en la economicidad y eficacia de su servicio, por parte de la audiencia, por parte de los dirigentes políticos y Parlamento y por parte de sus propios trabajadores, que la acusaron de corrupta y que, en el colmo del enfrentamiento con sus directivos, se fueron a la huelga por primera y única vez en la historia de TVE. La huelga se produjo precisamente seis meses después de que se realizase el diagnóstico.

Más información
El Estatuto de RTVE, al Pleno del Congreso

«Conscientes las cuatro empresas de la trascendencia de la solicitud que se les ha presentado, han decidido concurrir conjuntamente, aunando sus esfuerzos, para asegurar la rapidez de respuesta y la calidad que el tema merece», se escribe en el documento firmado el 3 de abril de 1978. El propósito del diagnóstico era precisamente identificar los problemas, conocer las causas que los provocan y definir una estrategia de cambio. El diagnóstico realiza un inventario de los principales puntos fuertes y puntos débiles, de métodos y procedimientos de trabajo en TVE, de las actitudes de directivos y mandos ante la gestión. Las encuestas se realizaron, en su mayoría, entre los primeros y más altos niveles de la estructura de TVE (es decir, directores y adjuntos, subdirectores y jefes de servicios) y miembros significativos del comité de empresa, aunque éste se negó a colaborar, entre otras razones, porque entonces temían que el Gobierno aplicase un plan de privatización de RTVE.

El diagnóstico tenía que ser objetivo. En otras palabras: tenía que concentrarse en hechos y situaciones, evitar juicios sobre la calidad de las personas, prescindir de enfoques parciales. En definitiva, operar con el mínimo de subjetividad. Su lectura es árida debido al tecnicismo del lenguaje, pero ayuda a saber por qué tenemos una televisión como TVE.

«La diagnosis organizacional puede proporcionar resultados inesperados para quienes decidieron efectuarla», advierten los autores, «porque los límites de la investigación son flexibles y sólo tienen una referencia: los elementos de la organización que frenan el comportamiento eficaz, en nuestro caso, de la producción de programas.» El diagnóstico es, en un primer y desesperanzador resumen, el siguiente: «Nuestra impresión resumida sobre la situación de TVE es que el organismo se encuentra bajo mínimos y no dispone de capacidad de gobierno para asegurar el cumplimiento de sus misiones básicas de formar, informar y entretener en condiciones satisfactorias de calidad y costo. »

Mala estructura y peor gobierno en TVE

«Apenas hemos comprobado la existencia de políticas sobre contenidos de programas. No hay garantías de que la acción de los mandos se guíe por políticas establecidas. » Y también: «TVE se gobierna sin un conjunto de objetivos en el binomio programas-producción que centren la gestión a largo y corto plazo en aspectos como rendimientos, costos y gastos, contenido de los espacios, contenidos y plazos de la realización de los programas y estado de los medios, cantidad y calidad de la producción. Esta situación provoca un consumo inadecuado de recursos, una dirección casuística y conflictiva entre las unidades orgánicas. »

Cuando el telespectador observa la mala calidad de los programas del ente público sabe que, en definitiva, tiene que haber alguna causa que lo explique: la estructura orgánica de RTVE. Así la han diagnosticado las cuatro empresas consultoras: «Nuestra impresión resumida de la estructura de RTVE es la siguiente: no está definida, pues ni el organigrama ni las funciones de los directivos están adecuadamente divulgados; es considerablemente fluida, pues está sujeta desde hace años a constantes reformas; es ineficaz, pues comporta serias lagunas (actividades que no se realizan), dificulta las comunicaciones, es agente nocivo del clima laboral y no facilita la percepción de políticas; es germen de conflictos entre unidades.»

Somosaguas, contra Prado del Rey

El primero de los conflictos dentro de RTVE, a nivel de grandes y altos departamentos, reside entre las dos direcciones centralizadoras (Dirección de Ordenación Social y Personal y Dirección de Administración y Finanzas, que tienen competencias tanto sobre TVE como sobre RNE) y la dirección de TVE. Las dos primeras tienen sede en Somosaguas; la segunda, en Prado del Rey. Se trata, en otros términos, de un enfrentamiento, de un conflicto permanente entre Somosaguas, burocracia administrativa, y Prado del Rey.

Las dos direcciones centralizadas (Somosaguas) definen las normas, controlan su cumplimiento y proveen al resto de la estructura de servicios especializados; es decir, pagan al personal, atienden contenciosos laborales, contratan y suministran fondos, entre otras funciones. Por otro lado, las direcciones de RNE y de TVE (Prado del Rey) son responsables de la prestación de servicios de RTVE a la comunidad. Somosaguas, dice el informe, posee la información e impone su autoridad sobre el producto. Prado del Rey se considera frenado en sus actividades por Somosaguas. «Ambas orientaciones son necesarias y un cierto nivel de conflicto es deseable, pero en el caso de TVE creemos que se dan las condiciones para que las relaciones entre estas unidades sean ineficaces.» Estas son algunas de las deplorables causas que explican esta situación: «las normas administrativas y de personal son impuestas a TVE o, por lo menos, los mandos lo perciben así», las dos direcciones son percibidas «como alejadas de TVE. (...) No hemos apreciado en nuestro contacto con ellas que su trabajo logre conciliar las necesidades de la producción y el cumplimiento de la normativa establecida para un funcionamiento eficaz del conjunto de RTVE. Más bien parece que operan cerradas sobre sí mismas. Los mandos de TVE no perciben que su tarea sea otra que conseguir que los programas se produzcan, compren y emitan, y no valoran la dimensión de conducción del personal, según las normas, y de gestión económica de los recursos a su cargo.»

Y las consecuencias del deterioro entre las relaciones de las tres más importantes direcciones de RTVE son estas: «la normativa establecida no goza de crédito en TVE y se responsabiliza de su cumplimiento a las unidades centrales; los mandos de TVE no valoran ni consideran propio, sino de las unidades centrales, las competencias de conducción de personal y gestión económica».

La producción de programas en TVE depende no de la subdirección de programas, sino de la subdirección de gestión económica. Este hecho se produce, según el informe, cuando «se carece de directivos con buena formación gerencial; cuando no hay sistemas seguros de información para el control; cuando hay que actuar con rapidez y fuerza para conseguir resultados en las áreas económicas y de control de la producción».

Los nombramientos de nunca acabar

La estructura -orgánica de TVE ha sido modificada sustancialmente en tres ocasiones durante el bienio de la actual dirección general. «El comentario más frecuente escuchado de los directivos durante la toma de datos se refiere a los frecuentes cambios de estructura que ha padecido TVE en los últimos años. Y hemos escrito padecido porque es una de las causas de muchos de los puntos débiles que se citan en este informe. Las consecuencias de la fluidez estructural podrían asimilarse a los efectos que en un animal vertebrado tendría la pérdida de partes esenciales de su esqueleto. Simplemente la estructura no funciona porque, cuando la última se ha empezado a adoptar, se produce el cambio siguiente y se reinicia el período de aprendizaje. En el caso de TVE las consecuencias de la fluidez estructural son: las mismas personas se desplazan de unos puestos directivos a otros. Parece ser frecuente el hecho de directivos que han ocupado puestos a un ritmo de tres cada dos años», con el consiguiente «cansancio y escepticismo de una buena parte del equipo directivo, al ver modificada su dependencia y sus competencias»; «sensación en el personal de RTVE y en su entorno de que no se logra encontrar una estructura satisfactoria para el organismo. La pérdida de imagen de la alta dirección de RTVE es el precio de estos cambios».

Los constantes cambios de nombramientos llevan a la «necesidad de consolidar situaciones personales de retribución y de status», a la «inseguridad de los directivos», al «endurecimiento de las relaciones entre las unidades», al fomento de «grupos informales» (vulgarmente, camarillas) al margen de la estructura que, por relaciones de amistad por ejemplo, sustituyen la estructura orgánica en su misión de canalizar decisiones y comunicaciones». Y añaden en el informe: «La estructura de TVE debe estabilizarse. A nuestro juicio, TV necesita acomodarse a la estructura actual con el mínimo de cambios».

Todavía hay más. Lo grave es que la Dirección de Ordenación Social y Personal no tiene descritos todos los puestos directivos, las funciones son, en muchos casos, más teóricas que reales, y éstas no están divulgadas, es decir, no se conocen y muchas veces se oculta la identidad de quienes las desempeñan. El informe recuerda que el último organigrama divulgado nivel interno se remonta a mayo de 1977 (entonces era director general Rafael Ansón) y añade que la situación actual «difiere sustancialmente».

Las estructuras de poder e RTVE son de dos tipos: la de gestión o alta dirección, que el informe califica como «carente de objetivo y planes» y que ejerce el control ; la estructura operativa (es decir, la que interviene directamente en la producción), la que crea los productos, más estable, que tampoco «es eficaz, por las limitaciones que en ella crea la de gestión. Se trabaja en muchas unidades con el ánimo de que las cosas tienen que hacerse como sea, y, en general, lo consiguen». Por eso seguimos teniendo televisión; por eso no se ha paralizado el servicio. Las dos estructuras «están distantes y no se coordinan con eficacia (...). Esta situación es proclive al conflicto y deseconomías estables, y su mejor pasa por conseguir que la estructura de gestión mejore su desempeño».

Los males estructurales de RTVE están provocados por «profundos defectos localizados, más que en el dispositivo departamental, en la asignación de competencias, en su ejercicio y en su indefinición». Males que se evidencian a estudiar las actitudes de los mandos y «las grandes influencias negativas que provoca la estructura en el clima laboral».

Los cargos son políticos, y no profesionales

Los altos cargos, de directores hacia abajo, desconocen según el informe, la «filosofía a grande líneas de actuación de la casa, de

Televisión Española, desahuciada como empresa por cuatro consultoras de opinión

sus políticas, de sus posibles planes de acción ( ... ); se tiene la sensación de trabajar al día, improvisadamente. Las medidas o directrices, sin un marco general que las integre, se perciben en muchas ocasiones como faltas de coherencia, poco meditadas». En definitiva, «la actual estructura parece no satisfacer absolutamente a nadie », y, en el fondo, «se percibe mayoritariamente un pasado de tradicional primacía de los intereses y decisiones políticas, sobre las que podrían denominarse estrictamente empresariales y profesionales». El informe abunda en la consideración de que los nombramientos para altos cargos y niveles inferiores, así como los ceses y marginaciones, ascensos o promociones, se deben a consideraciones políticas. Intereses y ópticas que son considerados totalmente negativos. Por eso, las responsabilidades no están delimitadas y «no se suelen pedir cuentas por la calidad de los programas, por los plazos de ejecución, por la finura de las previsiones y utilización de los recursos, etcétera». Hechos que se traducen en la falta de control económico de los recursos materiales y personales y en la falta de iniciativa a todos los niveles. Aparte del natural escapismo de los mandos no se potencian los equipos naturales de trabajo, se producen cortos circuitos jerárquicos, no existe información y participación del mando en la toma de decisiones. Esto nos hace concluir que, en primer lugar, la política habitual dista consideramente de lo que en principio sería deseable, y, en segundo lugar, que esta situación y las causas que la originan son fuente de gran insatisfacción para la mayoría de los mandos. Esta insatisfacción general se ofrece a un observador externo mínimamente atento». El informe detectó como habituales las críticas y posturas negativas ante personas, los conflictos entre unidades e incompatibilidades entre ciertos mandos, «agravio comparativo "aun a alto nivel") es casi norma de la casa; el espíritu de colaboración brilla en muchos casos por su ausencia (el aislacionismo se considera como un arma defensiva importante: no tener amigos, para no tener enemigos), todo ello complicado por un nivel de conflictividad en la base muy elevado ».El clima laboral se enrareció y se distorsionaron los valores profesionales, como consecuencia de los continuos cambios, de la falta de una política de promoción profesional clara y de la polarización hacia camarillas que puedan tener «buenas perspectivas», ascensos o promociones por razones de amistad o mutuo interés, el favoritismo, la creación de puestos a la medida, o la existencia de retribuciones o contrataciones no uniformes. Por todo ello, «se estima que es norma el rehuir los conflictos a todos los niveles, de manera que muchos problemas se pudren y se hacen insolubles».

Con todos estos precedentes, el perfil de estilo gerencial que ofrece RTVE es el siguiente: nunca «se han buscado sistemáticamente los hombres adecuados con posibilidades (gerenciales) (...), los sistemas organizativos y de gestión puestos al servicio del mando, sino siempre son en la actualidad deficientes y poco adaptados (...), el superior jerárquico propio participa de las mismas dificultades y condicionamientos, cuando no se trata de un cargo más político que profesional. Ello produce una sensación de desasistimiento, desorientación y falta de arropamiento que lleva a una actitud de inhibición, pasividad y desmotivación gerencial (...). El mando se ve abocado a una actitud gerencialmente ineficaz», justo en una empresa que por sus características necesita medidas organizativas y de control «bastante más ágiles y flexibles que las que se dan en cualquier otra clase de empresa. Por ello, esa falta de planteamientos gerenciales es doblemente perniciosa».

Reestructuraciones irregulares

A lo largo del diagnóstico aflora en numerosas ocasiones la constatación de una excesiva fluidez del organigrama y se aconseja estabilizarla y «proporcionar a los hombres y al trabajo un contorno estable ». Los primeros nombramientos de Arias-Salgado (enero de 1978) fueron contestados por la mayoría de los altos cargos. Un real decreto del Ministerio de Hacienda (2.750/77) prohibía modificar las funciones, órganos rectores y estructuras de RTVE hasta que las Cortes dictaminasen su nueva estructura y figura jurídica. Pese a ello, en noviembre de 1978, ya se habían aplicado cinco reestructuraciones. La inflación de cargos suponía entonces veinticinco millones de pesetas en concepto de pluses de mando (véase EL PAÍS, 15-11-1978). No se sabe exactamente cuántos cargos se crearon en lo sucesivo. Directivos de RTVE manifestaron a EL PAÍS que se conoce la existencia de una hoja con listas de cargos por la que, si aún no está materializado, se tiene la intención de llevar a cabo esos nombramientos, existirían noventa subdirectores y veintisiete directores o adjuntos. Una estructura de cargos que se interpreta como consolidación de puestos, antes de que se nombre nuevo director general, para una estructura inerte que hipotecaría la futura gestión.

No sólo se prescindió de las medidas que aconsejaban las cuatro empresas consultoras en todo lo que afecta a la estructura, sino que hay otros casos de manifiesto desprecio al diagnóstico. El informe considera un punto fuerte la «fluidez de comunicaciones en la estructura operativa de la subdirección de medios técnicos y de operación». Pues bien, aquella fue una de las primeras subdirecciones en ser pulverizada. (véase EL PAÍS, 9-11-1978). Se nombraron personas de vieja guardia -señores Alberich, Roselló y Romero- y se creaban tres nuevas jefaturas de servicios, mientras que los ingenieros Antonio López (UGT), Tomás Bethencourt (UGT), Gabriel Barraso (CCOO) y Jesús Martín (independiente) fueron relegados a otras funciones, al igual que otros miembros de la subdirección. Feliciano Lorenzo Gelices, interlocutor de RTVE ante las cuatro empresas consultoras, entusiasta defensor del diagnóstico, no pudo aplicar aquellas medidas porque fue destituido del cargo de director adjunto de TVE para la gerencia. Por último, mientras el informe aconsejaba divulgar la estructura «de modo que sea conocida y comprendida», no sólo se ocultó, sino que además el diagnóstico, hasta hoy, es desconocido para la absoluta mayoría de directores, directores adjuntos, subdirectores y jefes de servicios. La publicación de este informe rompe la censura más absurda que se aplicó en la actual gestión: prohibir a los altos cargos el conocimiento de un informe que les afectaba directamente y cuyo principal objetivo era remediar los males de estructura de TVE.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_