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El Atlético de Madrid prescindió de Ayala

La junta directiva del Atlético de Madrid decidió prescindir de los servicios de Ayala pese a que éste tiene un contrato con el club que no finaliza hasta el 30 de junio de 1981 y que será respetado económicamente, así como la cifra acordada para su homenaje, lo que supone que el argentino nacionalizado español cobrará desde ahora hasta esa fecha veintidós millones de pesetas.El pasado 24 de agosto, EL PAÍS titulaba un reportaje así: «Ayala, un estorbo para el Atlético», en el que se aseguraba que el club estaba pensando en darle la baja, lo que fue desmentido por los rojiblancos, ahora todo ha pasado a ser realidad, porque aquel hombre-gol que vino con el cartel de ser el mejor delantero de América bajó de forma evidente su rendimiento. Rubén Ayala fichó en unión de Heredia en la temporada 73-74 y justificó durante dos temporadas la fama que le precedía. Después pasó al centro del campo y también dio muestras de su calidad para inmediatamente después pasar a ser un jugador vulgar y con algunos problemas de indisciplina.

En la temporada 78-79 renovó por tres años a razón de siete, ocho y nueve millones respectivamente, así como se le garantizó un homenaje con unos ingresos mínimos de cinco millones. De ahí que, al margen de lo que resta de esta temporada, el club aún deberá pagar al jugador veintidós millones conforme a los plazos establecidos. Según un portavoz del club, todo le será respetado a Ayala en el aspecto económico.

El Atlético por un lado y Ayala por otro han sido las primeras víctimas de una injusta reglamentación que en cualquier caso debería regir en el caso de que los jugadores no tuvieran ya sus contratos firmados. No se puede fichar a un jugador que es español y que de un año para otro pase a ser «extranjero» por haber» sido internacional con su país. La medida, indudablemente, aparece como arbitraria, porque al Atlético le costó un dinero primero nacionalizar al jugador y después hizo la «gestión» de su renovación con la seguridad de que no ocuparía plaza de extranjero. No parece justo que ahora aparezca como el único perjudicado al margen de que estuviese acertado o no al actuar como actuó en aquella pasada ocasión.

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