Blas Piñar acusa al Gobierno de "insubordinación" por el ascenso de cinco tenientes generales
Blas Piñar denunció «una clara insubordinación del mando político», en la interpelación dirigida ayer al ministro de Defensa en el Pleno del Congreso, a propósito de varios ascensos a teniente general del Ejército y del nombramiento del teniente general Gabeiras como jefe del Estado Mayor del Ejército. El diputado de Unión Nacional y líder de Fuerza Nueva acusó también de transgresiones jurídicas y morales, así como e arbitrariedad, al citado mando. El ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún, negó las anomalías denunciadas, detalló la estricta legalidad de los hechos censurados y se ofreció al señor Piñar para explicarle las dudas que pudieran quedarle.La interpelación del líder ultraderechista era esperada con cierta expectación. En el momento de producirse, el hemiciclo ofrecía una animación mayor que al inicio de la sesión vespertina, dedicada en su primera parte a interpelaciones y preguntas, ante muy escaso número de diputados. A pesar de la gravedad de las palabras del diputado y de la respuesta tajante del ministro, en la intervención de uno y otro no faltó cierto sentido del humor, y en un momento dado, en que ambos se cruzaron en el centro del hemiciclo, el señor Piñar estrechó el brazo a su oponente. El vicepresidente primero del Gobierno, teniente general Gutiérrez Mellado, que en ningún momento fue aludido por el interpelante, permaneció en el banco azul con expresión distendida, pero severa.
El señor Piñar inició su interpelación anunciando que constaría de una relación de hechos, unas consideraciones, unas conclusiones y un estrambote. Este último no fue otro que la narración de una anécdota, según la cual el general Gómez de Zamalloa, con dieciséis heridas, dos ascensos por méritos de guerra, la Laureada y la Medalla Militar Individual, pidió a Franco que le ascendiera a teniente general, y el jefe del Estado le respondió: «Querido Zamalloa, eso no está en mi mano ni yo pediría cosa semejante al ministro del Eiército.»
Con esta anécdota, como broche de oro de su intervención, el señor Piñar quiso buscar el contraste con los hechos producidos al cesar el general Liniers como jefe del Estado Mayor del Ejército, el 17 de mayo de este año. Un día antes, según relató el señor Piñar, se reunió el Consejo Superior del Ejército, que ha de ser oído preceptivamente para la provisión del citado cargo, que finalmente recayó en el general de división José Gabeiras, que fue ascendido a teniente general. Asimismo, el señor Piñar relató el cargo político-administrativo anteriormente desempeñado por el general Gabeiras como secretario para asuntos políticos de Defensa.
Según el señor Piñar, el general Gabeiras no habría llegado a teniente general en el curso ordinario de ascensos, tanto por razones de edad como de vacantes en expectativa. Explicó que su nombramiento y su consiguiente ascenso se debió a que la propuesta del Consejo Superior del Ejército no era vinculante.
Entre las anomalías de carácter jurídico o moral denunciadas por el señor Piñar, figuró la alegación de que ninguno de los tenientes generales de la cadena de mando militar y ninguno de los generales de división que precedían en número al general Gabeiras -que hacía el número siete- debieron reunir las condiciones de idoneidad para el desempeño del cargo, lo que supone -en opinión del diputado- «una desestimación, un desaire y una ofensa para los mismos, si se tiene en cuenta, además, que el recientemente ascendido, al ocupar dicho puesto, pasó, con todas prerrogativas, a ser el más antiguo del escalafón de tenientes generales».
El señor Piñar detalló también el ascenso de otros cuatro generales de división -José Morillo, Ricardo Arozamena, Antonio Pascual y Pedro Fontela-, a pesar de no haber vacantes para ellos ni consignación presupuestaria, ya que el 17 de mayo de 1979 había dotación para dieciocho tenientes generales del grupo de armas, y no para veinticinco, como figura en la ley de Presupuestos, aprobada con posterioridad a dichos ascensos.
Entre otros hechos, el señor Piñar expuso que al cubrir con tenientes generales del grupo A varios destinos clasificados para el grupo B, se eliminaron o menguaron las posibilidades que para su designación tenían los once tenientes generales del grupo B siguientes, «en situación de disponibles o de paro forzoso, el 17 de mayo de 1979»: Díez Alegría (Luis), Villaescusa, Coloma Gallego, Prada Canillas, Fernando de Santiago, De la Cierva, Sánchez Galiano, Félix Planas, Suances, Gómez de Salazar y Cadena,
Como conclusión, Blas Pinar manifestó que en los ascensos citados se habían producido transgresiones jurídicas y morales que lastiman a la corporación militar y contradicen, de una parte, la política de ahorro presupuestario y, de otra, producen una inflación de tenientes generales. Citó a Ortega y Gasset y a Salvador de Madariaga en cuanto a sus respectivos conceptos del mando, y señaló que «ha habido una clara insubordinación del mando político», porque la subordinación obliga al que manda y al que obedece.
Respuesta del ministro
El ministro de la Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún, contestó a las citas esgrimidas por el señor Piñar con esta otra de Mariano José de Larra: «Es más fácil afirmar y negar las cosas que enterarse de ellas. » El ministro de la Defensa señaló que las afirmaciones tajantes del diputado eran, sin embargo, equivocadas. Detalló la legislación vigente sobre nombramientos y ascensos y recordó concretamente que, tanto en los Presupuestos Generales del Estado de 1979, como en los de 1978, la plantilla de tenientes generales era de veinticinco, y no de dieciocho.
En cuanto a la designación como jefe del Estado Mayor del Ejército de un general de división, promoviéndole al empleo de teniente general, explicó que no existía, de acuerdo con la legislación vigente, ninguna anomalía, ya que tal nombramiento es posible, aunque haya tenientes generales aptos para el cargo. Recordó asimismo que el dictamen del Consejo Superior del Ejército no es vinculante.
Respecto al pase de tenientes generales de la escala A a la B, el señor Rodríguez Sahagún anunció la próxima presentación a la Cámara de un proyecto de ley de supresión de la situación B. En este hecho encontró la justificación para no designar a personas cuya escala va a suprimir. Por lo demás, calificó de especulaciones la mayoría de las afirmaciones del señor Piñar.
El interpelante subió de nuevo a la tribuna de oradores para manifestar que quien no entendió fue el ministro, y recordar que, aunque los ascensos y nombramiento citados se ajustaban a la legislación vigente, lo que él había discutido era la viabilidad y ortodoxia jurídica de las disposiciones que los habían permitido y la infracción, no de la letra, sino del espíritu de la ley, «muy importante en el Ejército».
El ministro de Defensa hizo nuevas puntualizaciones a las palabras del señor Piñar, y, finalmente, se ofreció para aclararle los extremos que todavía no alcanzara a comprender.
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