Las tormentas, una amenaza para varias viviendas de Carabanchel

La tromba de agua que cayó el miércoles sobre Madrid afectó considerablemente, entre otros muchos barrios periféricos, al núcleo de infraviviendas en las calles de Comandante Ciruieda y Perico el Gordo, que discurren por una hondonada entre el parque de San Isidro y General Ricardos. La riada penetró en las casas, arrasó muebles, arrastró vehículos y sembró el pánico entre los habitantes de la zona. Los bomberos trabajaron unas cinco horas, de seis de la tarde a once de la noche, en achicar el agua. Cinco de las casitas bajas de la calle de Perico el Gordo resultaron totalmente inundadas y han quedado prácticamente como inhabitables. Otras tres sufrieron el derrumbamiento de los tejados.Los vecinos se encuentran realmente alarmados ante la posibilidad, factible, de que en el invierno que se avecina caigan nuevas trombas de agua que pongan en peligrola supervivencia de otras veinte viviendas situadas al final de Comandante Cirujeda, las más cercanas al arroyo que atraviesa la hondonada.

La Asociación de Vecinos de Carabanchel se encuentra así con el mismo problema de todos los años. Aunque se consiguió erradicar el núcleo de chabolas levantadas en los taludes del cauce-seco en verano y por lo mismo un peligroso foco de infección-, el Ayuntamiento no ha canalizado el arroyo, que, por otra parte, urbanísticamente, debería desaparecer por prolongación del parque de San Isidro. Las condiciones de seguridad en cuanto a la instalación eléctrica siguen siendo peligrosas, y parece que no ha servido de mucho el aviso del incendio de una chabola el 8 de diciembre de 1978, en el que estuvieron a punto de perecer abrasados varios niños.

En cualquier caso, fuentes de la asociación indicaron que la solución definitiva está en manos de la Delegación Provincial de la Vivienda, y consiste en que de una vez por todas se concedan a los chabolistas los pisos oficiales vacíos que existen en Carabanchel.