Dublín acepta las exigencias de Londres sobre el reforzamiento de la lucha contra el IRA
Todo parece indicar que Irlanda del Sur ha cedido a las presiones británicas y que el Gobierno de Dublín intensifique su lucha contra los «provisionales» del Ejército Republicano Irlandés (IRA). El jefe del Gobierno de la República del Eire, Jack Lynch, se reunirá hoy con sus ministros para informarles personalmente del alcance de sus conversaciones, el miércoles, con su colega británica, Margaret Thatcher.
Las conversaciones fueron solicitadas por la señora Thatcher a raíz de los atentados terroristas que costaron la vida a veintitrés personas, entre ellas lord Mountbatten de Birmania.Pero, aunque el comunicado hecho público al término de las conversaciones es bastante nebuloso, una frase es lo suficientemente indicativa para deducir que Irlanda ha cambiado lo que sólo hace dos días parecía una postura intransigente.
Poco antes de su llegada a Londres, Lynch declaró que su país tenía intención de discutir las causas profundas del problema del Ulster y no sólo el terrorismo. «Hay que ir a las causas, no sólo a su efecto », dijo el primer ministro irlandés.
Sin embargo, en el comunicado conjunto se admite que «la cooperación sobre temas de seguridad entre los dos países debe ser mejorada sustancialmente».
Los funcionarios de los dos países mantienen un silencio absoluto sobre el alcance de las nuevas medidas de seguridad a adoptar por Gran Bretaña y la República de Irlanda. Se han limitado a manifestar que dichas medidas serían objeto de consideración detallada en las conversaciones que mantendrán dentro Je tres semanas, el ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Michael O'Kennedy y el secretario de Estado británico para Irlanda del norte, Humphrey Atkins. Sin embargo, se cree saber que, entre esas medidas, sé incluirá el establecimiento de unos sistemas de comunicación más sofisticados entre ambas fuerza, de seguridad y la posibilidad de que los miembros del Royal Ulster Constabulary, la policía de Irlanda del Norte, realicen más «visitas» a la República para asistir a los interrogatorios d presuntos terroristas.
Las esperanzas de Lynch de conseguir una promesa británica que contemple una solución política al problema de Irlanda del Norte parece haberse desvanecido por el momento ante la negativa del Gobierno conservador de abordar el tema político mientras continúen los atentados terroristas. Intransigencia compartida igualmente por el partido laborista, que ha respondido con igual firmeza a los deseos del político irlandés.
En efecto, después de reunirse con Thatcher, Lynch mantuvo una conversación con el líder de la oposición, James Callaghan, quien manifestó después de la entrevista que «era esencial que se tomasen medidas efectivas para combatir al IRA». «Seguridad máxima ahora. Y decisiones políticas sólo a su debido tiempo », fue el comentario de Callaghan.
Aunque es muy posible que el planteamiento de Lynch sea el correcto, ya que el problema del Ulster sólo se podrá abordar con posibilidades de éxito desde una política altamente imaginativa, el primer ministro irlandés ha errado en el «timing» de su petición. Pedir iniciativas políticas a un país indignado por el asesinato de su héroe nacional y otras veintidós personas, entre ellas dieciocho miembros del Ejército, resulta inocente, por no decir pueril. Probablemente, la ocasión para que Lynch presente su caso ante la señora Thatcher con más probabilidades de éxito, puede ser la reunión de jefes de Gobierno de la Comunidad Económica Europea que se celebrará en Dublín el próximo noviembre.
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