La primera
mujer que pilotó un helicóptero y que luego comandó también un reactor fue también la mujer más fiel que tuvo Adolfo Hitler. Se llamaba Hanna Reitsch y acaba de morir, a los 67 años, en Francfort, donde residía. Quiso ser médica, pero desistió, y llegó a ser la aviadora preferida del führer, cuyos prototipos aéreos militares probó durante la guerra. Como premio, Hitler le impuso la Cruz de Hierro del Tercer Reich. Hitler la singularizó entre todas sus fieles, puesto que ella fue la única fémina que mereció tal distinción especialísima. Y era una mujer especialmente aguerrida, porque también fue la única voluntaria para una misión suicida que programaron los nazis, al estilo de los kamikazes japoneses. Antes de que terminara la guerra, Hanna estuvo tres días con el führer en el búnker. Fue prisionera de los americanos. Cuando le fue concedida la libertad fundó una escuela de pilotos en Ghana.La vida del último testigo de Hitler fue luego contada por un historiador británico, contra el que Hanna arremetió con todas sus fuerzas.
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