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Inactividad absoluta

Si la historia de la Bolsa española hubiera de escribirse en base a sesiones como las que últimámente nos están deparando al alimón el destino y los operadores, no envidiaríamos la labor del cronista, que habría de recurrir más a su propia imaginación que a los acontecimientos que sucediesen sobre el parquet.En la mañana de ayer, el aburrimiento alcanzó cotas insospechadas, la inactividad se extendía a la mayoría de los corros, resultando muy difícil apreciar diferencias entre la contratación de los valores punteros y los de a pie, tal era el grado de inhibición compradora. Y es que, efectivamente, el principal mal de nuestro mercado es la falta de órdenes de compra, pues oferta hay y abundante, a pesar de que en el desarrollo normal de las reuniones no se muestre nunca en toda su extensión, pues sus canalizadores son ampliamente conscientes de que una acción vendedora de cierta consideración, ejercida en un corro sobre un valor concreto, conllevaría un inmediato desplome de la cotizacion, sin que por ello aumentasen las posibílidades de colocación de títulos por parte del vendedor.

Así el índice aparece, día a día, fijado en cotas similares a sus precedentes, dando el mercado una sensación de haber encontrado fondo, que no se corresponde con la actitud de la demanda. Mientras habituales y operadores permanecen insensibles a temas tales como las bendiciones que los representantes de la CEOE han dado al programa económico del Gobierno. Quizá, decían algunos de los más inveterados optimistas, no ha habido tiempo para la reacción.

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