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Reportaje:

José Suárez "el pocero de Málaga", describe "cómo resucitar a los muertos"

Parece normal que todo el mundo piense que José Suárez Pérez, el pocero de Málaga que asegura que puede resucitar a los muertos, está loco. Sin embargo, sus convecinos aseguran que Joselito, como le llaman, «está en sus cabales». Para tratar de demostrar que sus poderes son reales, José Suárez se ha presentado ante Antonio Escalona, corresponsal interino de EL PAIS en Málaga, con uno de sus «resucitados», quien corrobora lo que repite el ya popular pocero. Este, por su parte, describe cuál es el método que ha seguido para «devolver la vida» a amigos y familiares, a los que, dice, «he transmitido mi corriente».

«Creo que merecería la pena desplazar a este campesino al Valle de los Caídos y que trate de dar vida a nuestro cada día más recordado Francisco Franco, para que, de una vez y para siempre, termine con este caos en el que está sumergida nuestra querida España. Ni que decir tiene que me comprometo a sufragar cuantos gastos ocasione el viaje.» Esta carta, publicada el pasado viernes en el diario malagueño Sur, ha sido la primera respuesta que ha tenido José Suárez Pérez, Joselito el pocero, campesino de la localidad de Campanillas, que dos días antes manifestaba tajantemente: «Yo puedo hacé que los mueltos resuciten.»Joselito el pocero, el pelo blanco, la cara totalmente arrugada, con muchos años a cuestas, con un vocabulario dificultoso de l'a tierra, sin pronunciar la «r» en palabras intermedias, cambiándola por la «l», con la sapiencia y la experiencia propia de la vida rural, afirmaba la pasada semana con total convencimiento: «Yo puedo resucitar a los mueltos. La única medicina es que los enfelmos recuperen la corriente que han peldío durante una enfelmedad grave. Pal cuelpo sólo hay una cosa güena: la recuperación de la corriente de uno mismo; si esto se consigue, to está solucionao.»

Palabra que hay que pellizcarse mucho para entender a Joselito. Sin embargo, jura y perjura su facultad de resucitar muertos. Joselito, para probar lo que dice, va y se presenta con uno de sus resucitaos. Lleva a José Carrera Luque, tan viejo como él, como muestra. «Fue la primera vez que me di cuenta lo que podía hacé con mi corriente. Yo tenía dieciocho años. Con mi primo y un amigo, José Carrera, fuimos a bañalnos a una ambelca. Antes comimo higos. Depué nos metimo en cueros en la ambelca. José se puso mu malito, empezó a chillá, se hinchó y echaba espuma por la boca. Lo sacamo, lo vestimo y le di un poco de masaje en el cuello, polque siempre pensé que era bueno. José pegó un salto y salió corriendo lo meno tre kilómetro. Y hasta hoy. Yo le proporcioné mi corriente.»

José Carrera rubrica lo explicado por Joselito el pocero. Con vocabulario similar da todo tipo de detalles sobre lo ocurrido aquel día. Está convencido de que José Suárez Pérez le resucitó. De pronto uno piensa que está, ante un loco. Sin embargo, todos sus vecinos -todo Campanillas, donde es ampliamente conocido- aseguran que Joselito está en sus cabales, que Joselito está cuerdo como el que más. En su calle, Tercias, en cuya casa número 8 habita, son muchos los que creen en él y en su corriente para resucitar muertos. «Otra vez le pasó a mi madre. Ella llevaba dos horas muelta, le jice lo mismo que a José, le di mi corriente y resucitó. Se incolpoló y le di un vaso de leche. Aluego se murió otra vez, pero todos vieron que despeltó depué de muelta.»

Joselito habla y no para de su corriente. «La verdá es que me da miedo hablá de estas cosas porque a lo mejó me toman por loco, y no lo estoy. Yo he curao a gente de dolores con sólo tocale donde le dolía; he quitao fiebres maltas a muchos niños; hasta he curao a muchachos por correspondencia, muchachos que estaban fuera de su casa y que se han puesto buenos con sólo tocale una prenda que guardaban sus padres. Mucha gente puede confilmale lo que le digo. Con cogé una camisa o un pañuelo de un enfelmo, aunque no le vea, les puedo sanal, le transmito mi corriente y se ponen güenos.»

El deseo actual de José Suárez Pérez es enseñar lo que sabe a otros muchachos, para que también ellos puedan resucitar, muertos. «Cuando ocurra una muelte natural, que no sea por accidente, entonces lo mejó sería que muchas personas jóvenes fueran al duelo. Digo jóvenes porque son los que mejó transmiten al muelto su propia corriente y polque los jóvenes no padecen tantas enfelmedades. Asín que estos jóvenes reuníos pa lo mismo, queriendo jacer un bien al muelto meditaría pa lo mismo; asín acrecientan la corriente. El más decidío de todos entrará en el cuarto del muelto. Si es mujé, no debe ponerse de pantalones, y tanto si es hombre como mujé hay que quitarle las ropas de la mortaja. La habitación tendrá que tener poca luz. La mejó hora para jacé esto es desde la medianoche hasta las doce de la mañana siguiente, que es cuando la pelsona carga más corriente. Aluego el que ha entrao en el cualto se acercará al cadáver por la derecha y lo acariciará con las dos manos por la cara y por el cuerpo; aluego, pasará la mano izquierda al cogote, mientras que la derecha pasará por todo el cuelpo lentamente durante diez minutos.»

Joselito llega muy lejos, hasta tiene previsto qué hacer en caso de que el muerto no resucite a la primera: «Antonces, otros jóvenes presentes tomarían el relevo y asín seguro que da solución.»

Así piensa y así es José Suárez Pérez, Joselito el pocero, un hombre que asegura y del que aseguran que no está loco. Joselito sólo sabe decir que lo suyo no es brujería, que es cosa de corriente. «Yo puedo resucitá a los mueltos y quiero que los demás también lo jagan.»

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