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Posible dimisión del alcalde de Santander

Dos meses después de que el alcalde de Santander, Juan Hormaechea, plantease, de forma indirecta, la posibilidad de no finalizar el mandato de cuatro años para el que fue elegido, el tema de su dimisión ha surgido de nuevo. Esta vez se rumorea que podría pasar a ocupar un alto cargo en la Administración. Por su parte, el alcalde calificó la noticia de no fidedigna, si bien no negó que, debido a los contactos últimamente mantenidos, «algunos ministros hayan podido considerar esa posibilidad».Cuando el 22 de mayo pasado Juan Hormaechea se dirigía a los funcionarios municipales durante una comida, los concejales presentes no pudieron disimular su sorpresa al escuchar las palabras de la primera autoridad municipal cuando, en un tono calificado por algunos de sus colaboradores de «abatimiento y desánimo», afirmó que no cumpliría los cuatro años al frente del Ayuntamiento. Esta sorprendente postura, que posteriormente sería desmentida en parte por el interesado, tenía su base objetiva en la situación de un Ayuntamiento en el que la izquierda, aun sin tener la mayoría, sí estaba en condiciones de frenar el «presidencialismo» de que había hecho gala en su anterior etapa..

En unas declaraciones a un penódico local, en las que intentaba quitar importancia a su explicitada decisión de abandonar la alcaldía, Juan Hormaechea diría que «se quiere hacer del Ayuntamiento un parlamento, y eso no es posible».

El señor Hormaechea ha mantenido durante algún tiempo relaciones con dirigentes centristas de Santander. Esta situación de malestar con su propio partido se ha visto acentuada por las relaciones mantenidas con los concejales centristas en el seno de la Corporación, que no han sido todo lo normales que cabría esperarse. Mientras su forma personalista de conducir los plenos convierte al resto de los ediles de su partido en silenciosos votantes, éstos suelen aprovechar las ausencias del presidente para, junto al resto de los partidos, votar en contra de algunas de sus propuestas, como ocurrió con la revisión de cuentas de la oficina recaudatoria municipal, que el alcalde pretendía retrasar y que finalmente se llevaría a efecto.

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