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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Defensa de los obispos

Con gran estupor, por lo atrevido, agresivo y superficial, he leído el artículo «Atraso doctrinal de los obispos», escrito por González Molina para Tribuna Libre, de EL PAÍS del 8 de agosto de 1979.Paréceme osadía soberbia y generalizadora calificar de atrasados a todos los obispos de todas las Conferencias Episcopales del mundo, puesto que todas coinciden en lo esencial sobre familia, matrimonio, sexo, aborto, divorcio, vida, amor. Hay que tener coraje para cambiar lo que se deba cambiar, pero también valor para conservar lo que se deba conservar. Los obispos, porque aman al mundo y al hombre, después de bien pensado, bien discutido, bien consultado, bien votado, bien aconsejados, han ofrecido a España un documento serio, responsable, digno, valiente, porque conservan lo que se debe conservar.

Los obispos no solamente han dicho no al divorcio, no al aborto, no a la muerte, no a la carnalidad, sino también han dicho sí a la vida, sí al amor, sí a la perennidad, sí a la dignidad, sí a la libertad, sí a la responsabilidad.

Que algunos disientan de los obispos, es normal, porque quizá no tienen los debidos conocimientos, o tienen alguna zona atrofiada, o no llegan a ver claro, o tienen algún lavado cerebral. Pero, dado que el documento tiene un sólido cimiento filosófico, teológico, psicológico, sociológico, pedagógico.... los católicos aceptamos el documento teóricamente, pues, como hombres, los católicos claudicamos en la práctica. Como no hay comunista perfecto, ni socialista, ni marxista, ni musulmán, ni protestante.

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No, la verdad no depende de la votocracia. La verdad no depende del número de votos, ni del número de practicantes. Estúpido que el Ateneo de Madrid votara la existencia de Dios. ¿Podremos robar cuando todo el mundo robe? El mundo tiene que guiarse, para su supervivencia y convivencia, no por demagogias, relativismos, superficialidades, amoralismos, subjetivismos, oportunismos, sino por leyes sabias, racionales, profundas, firmes, universales.

Según González Molina, tambíén sabios y científicos eminentes de eminentes universidades, tanto católicos como acatólicos, españoles como extranjeros, llevan «atraso» científico, biológico, psicológico, tocológico, sociológico, sexcilógico..., puesto que muchísimos de ellos coinciden con los obispos.

Hacia el principio, escribe González: «Resulta curioso que la Iglesia oficial, tan amiga de la procreación en el campo biológico, se aferre a la esterilidad de ideas.» Hacia el final, escribe: «Si interrumpir el curso natural de la ovulación o de la concepción es pecado, ¿por qué no es pecado interrumpir el curso, también natural, de una enfermedad?» Si eso escribiera un bachiller, me haría reír; pero que lo diga un sociólogo, me hace llorar. Algo parecido a lo que ocurre a Vicent Ventura en una carta publicada en el mismo EL PAÍS.

¡España, cloaca de fango! ¡España, altar de sangre! ¡España, club de jubilados! Termina maravillosamente con estas palabras: «Volver a ser verdaderamente fieles al mensaje liberador y humanizador de Cristo.» ¿Es liberar carnalizar a la persona y a los esposos? ¿Es humanizar matar al hombre en el seno mismo? ¡Qué horror!

Allá cada uno si admite o no el documento. Pero, González Molina, seriedad, profundidad, responsabilidad, dignidad, respeto ante el amor, la vida, el hombre, la familia y la sociedad. Además es usted universitario, sociólogo y escritor.

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