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Gente

No ha extrañado nada

en los círculos políticos internacionales que la primera ministra británica, Margaret Thatcher, cambie de modisto. Hay críticas muy duras para el anterior, que le dio imagen de clase media recatada a la líder de los tories. Esa imagen de pulcra y activa conservadora británica no debe ser ya la que luzca por el mundo esta primera dama. ¿Cambiará el color, invariablemente azul, de sus vestidos la señora Thatcher, que en sus formas de vestir a veces se acerca a los modos impuestos por la reina de Inglaterra? Para variar esa imagen, tan fiel a los gustos de la soberana, ha sido llamado Bill Gibb, modisto británico que cuenta entre sus clientes a personajes de apariencia física tan dispar como Elizabeth Taylor y Mick Jagger. El señor Gibb ya diseña una colección de trajes de noche para la señora Thatcher, quien, como buena hija de tendero, acostumbrada a ahorrar en todo, no está dispuesta a desembolsar una alta cantidad de dinero por tal dispendio. Ya ha habido una discusión económica, y parece que Bill Gibb está dispuesto a rebajar. «La señora Thatcher», ha dicho, para halagar a su cliente, «es una mujer que sabe muy bien lo que quiere y no está dispuesta a vestirse como una modelo o como una actriz.»

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