"Existe una ininterrumpida tradición de pensamiento progresista en España"

Una de las conclusiones más importantes a las que llega José Luis Abellán en su Historia crítica del pensamiento español que ha comenzado a publicar la Editorial Espasa Calpe, es que «existe una ininterrumpida tradición de pensamiento progresista en nuestro país». Asimismo, el señor Abellán, profesor de Historia de la Filosofía Española en la Universidad Complutense de Madrid, estima que el pensamiento español es «equiparable al de cualquier país occidental».

El primer tomo de la Historia crítica del pensamiento español acaba de ser publicado. La serie consta de cuatro tomos, el segundo de los cuales aparecerá el próximo mes de octubre. Sobre el contenido de este trabajo, el señor Abellán ha dicho que se trata «de una historia de las ideas en España, sometida a una elaboración teórica que da un sentido nuevo y específico a dicha disciplina».Este trabajo, dice José Luis Abellán, «no es una Geistesgeschichte al estilo alemán, pero tampoco una historia de la filosofía en sentido clásico. Si he elegido la denominación, relativamente neutra y suficientemente vaga, de Historia del pensamiento ha sido para obviar el para mí estúpido problema de si ha habido o no filosofía española, lo cual no quiere decir que hurte el cuerpo al mismo. Todo lo contrario, prácticamente la primera parte está dedicada por entero a tomar postura sobre una cuestión que viene siendo ya clásica cuando se aborda esta disciplina».

«Por otro lado, la palabra filosofía es tan enormemente equívoca que no sé hasta qué punto su empleo confunde más que aclara, y para colmo yo la utilizo -de acuerdo con esa elaboración teórica de que hablé antes- en un sentido inédito hasta ahora, como «conciencia intelectual que de sí adquieren determinadas culturas, grupos, clases sociales o individuos».

Pensamiento progresista

Las conclusiones que pueden extraerse de la investigación en curso son importantes, de acuerdo con el profesor Abellán. En primer lugar, «sostengo que hay una filosofía española equiparable a la de cualquier país occidental, dejando a un lado los casos excepcionales de Grecia y Alemania, países privilegiados en ese campo; son pocas las naciones que pueden presentar en su decurso histórico un plantel de figuras filosóficas que cubran un espectro como el español. Séneca, Isidoro de Sevilla, Averroes, Maimónides, Ramón Llull, Luis Vives, León Hebreo, Gómez Pereira, Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Baltasar Gracián, Sebastián Izquierdo, Andrés Piquer, Jaime Balmes, Julián Sanz del Río, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri son nombres suficientemente representativos de ello. Una segunda conclusión importante es que -frente a lo que tantas veces se ha dicho- existe una ininterrumpida tradición de pensamiento progresista en nuestro país, que me ha llevado a acuñar el concepto de «conciencia disidente» como expresión del mismo; la frecuencia del exilio, de la persecución inquisitorial o política, de la represión institucional nos hablan elocuentemente de esa disidencia. La característica más permanente de ella es «la filosofía como negación de la religión de éxito»; frente al resto del pensamiento occidental dominado por las categorías de poder, éxito, dominación, eficacia, el español está caracterizado por las categorías de amor, afirmación, solidaridad, entrega. En otras palabras, el énfasis del yo (humanismo) frente al énfasis de las cosas (objetivismo); la afirmación del ser como opuesto al tener. La expresión de esta realidad se manifiesta en una de las características básicas del pensamiento español: la permanente elaboración de mitos; nuestra cultura -y quizá sea uno de sus rasgos más definitorios- se caracteriza por la frecuente elaboración de mitos que han hecho soñar a las imaginaciones del mundo entero.