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La izquierda laborista intenta recortar los poderes de Callaghan

La crisis interna que está sacudiendo hasta sus cimientos al Partido Laborista británico hace resurgir el viejo debate sobre sus objetivos a largo plazo: la instauración de una sociedad socialista o el simple acondicionamiento de la actual.En opinión del líder del Labour Party, James Callaghan, la crisis que atraviesa el socialismo británico es la más grave desde los años cincuenta.

Callaghan no puede ocultar el desencanto que le ha producido el enfrentamiento entre las tendencias moderada y radical del laborismo, y que culminó esta semana con la derrota del ala moderada en una reunión celebrada entre la ejecutiva del partido y los miembros del shadow cabinet o gobierno de la oposición.

En esta reunión se aprobó presentar en la próxima conferencia del partido que se celebrará en Brighton en octubre, dos mociones que tienen por finalidad recortar los poderes del líder del partido a favor de la ejecutiva nacional. Hacen referencia esas mociones a los nombramientos del shadow cabinel o del gobierno, cuando lo consigan, y a la administración de los fondos que paga el tesoro a la oposición, 160.000 libras, hasta ahora en rnanos del líder del partido.

Callaghan, famoso por su carácter moderado y apacible, estalló en una violenta diatriba contra «aquellos que amenazan con romper la unidad del Partido Laborista presentando cuestiones dogmáticas y bizantinas que a nuestros electores les importan una higa». Sólo con una férrea unidad podrá el Partido Laborista capitalizar los fallos del actual Gobierno conservador, dijo.

Más de cien diputados laboristas han respaldado inmediatamente a Callaghan, con una carta en la que denuncian las maniobras divisorias de los radicales.

Fuentes laboristas han informado que Callaghan, que pensaba retirarse después de la conferencia anual de octubre, tiene ahora intención de prolongar su estancia al frente del laborismo, por lo menos durante otros dos años, para impedir que el control del partido pase a manos radicales.

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Pero el apoyo más fuerte a la posición del actual líder laborista ha provenido de su antecesor en el cargo y ex primer ministro, Sir Harold Wilson. El ex premier ha disparado su artillería contra el ex secretario de Energía, Tonny Benn, de quien ha dicho que es muy poco probable que pueda dirigir alguna vez el laborismo británico. En una típica declaración paternalista, Wilson describe a Benn como «un filósofo, un teórico y casi un teólogo..., pero que pronuncia tantos discursos y prepara tantos documentos que la gente es incapaz de seguirle».

El ex premier descarta, sin embargo, la posibilidad, aireada por cierta prensa derechista, de que Benn sea un comunista. «No es comunista», dice Wilson, «es un inconformista, tan inconformista que no aguantaría ni dos minutos en Moscú, porque sería inmediatamente enviado a Siberia.»

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