Peligra el futuro del supersónico Concorde
El balance comercial negativo y razones de economía de energía podrían desembocar en la suspensión de la explotación del supersónico Concorde francés. Así lo anunciaron ayer, a bombo y platillo, medios financieros solventes. Acto seguido, las partes interesadas (el Estado y la compañía Air-France) afirmaron oficiosamente que «no se ha tomado ninguna medida concerniente a la suspensión de los vuelos del aparato».Lo cierto es que la comercialización de la aventura supersónica franco-británica ha sido un desastre y, por añadidura, la crisis energética no favorece el futuro del avión. Es más, los responsables de Air-France, los últimos años y en varias ocasiones, han manifestado su reticencia respecto al «pájaro» supersónico y «si el Gobierno nos pide que abandonemos el aparato, lo abandonaremos», han declarado.
Concorde es el primer proyecto supersónico occidental realizado por franceses y británicos. Desde un principio dio lugar a una batalla sin tregua entre los partidarios (fue el gaullismo quien lo puso en marcha) y sus adversarios, convencidos de que económicamente sería una ruina y de que el prestigio político-tecnológico no compensaría. Hoy, cada cual reconoce que la realización del Concorde constituye un éxito tecnológico que ha mejorado la imagen francesaeÍn este aspecto, pero los imperativos económicos impuestos por la crisis mundial hacen más visibles y espectaculares los resultados negativos de la gestión. Concorde ha sido construido por la compañía nacional Snias y, hasta la fecha, de los dieciséis ejemplares construidos, sólo Air-France, compañía también nacionalizada, ha comprado cuatro.
Otros cinco vuelan por cuenta de la compañía británica British Airways, y el resto no encuentran comprador. Esto quiere decirque las pérdidas son sufragadas por el contribuyente y, en este sentido, las cuentas más recientes son explícitas: en 1978, el déficit alcanzó la cifra de cien millones de francos (1.600 millones de pesetas). La compañía francesa ya citada explota el Concorde sobre dos recorridos: París-Nueva York y París-Caracas. El año último transportó 70.000 viajeros, lo que quiere decir que cada asiento de estos privilegiados le ha costado a los ciudadanos galos 4.835 francos (80.000 pesetas).
Recientemente el Tribunal de Cuentas del país ya había protestado porque cada asiento de la Opera de París les cuesta a los franceses 360 francos.
Por razones de economía, en los últimos años las autoridades ya suspendieron otros «lujos» de prestigio, como el Aerotrén y el crucero France.
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