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Berlinguer, criticado por el Comité Central, reafirma la línea del PCI

Juan Arias

El secretario general del Partido Comunista italiano, Enrico Berlinguer, ha reconocido en la clausura de las sesiones del Comité Central que los debates «han revelado una inquietud superior a lo que se podía esperar». En realidad, hace más de treinta años que no se conocía una discusión tan dura, critica y libre en el seno del PCI.Hay quien piensa que las críticas a la línea política de Enrico Berlinguer y de su secretaría han sido tan profundas que el secretario general «ha sido seriamente herido». Sin embargo, y a pesar de las pérdidas sucesivas de votos del PCI en las dos elecciones desarrolladas el mes pasado, Berlinguer, como señalan ayer todos los medios de información italianos, ha preferido dar la impresión de sentirse fuerte.

Ha atacado en sus respuestas a sus compañeros más críticos del Comité Central (desde Terracini a Lombardo Radice, desde Napolitano a Terzi) y ha vuelto a presentar como línea estratégica del partido precisamente la misma que ha sido tan duramente contestada. Ha vuelto a repetir que la causa de la derrota se debe «al ataque furibundo contra su partido en estos tres últimos años», a la actual política europea de «revancha del capitalismo» y a las «calumnias de la televisión, de las emisoras privadas y de toda la prensa en general».

Por lo que se refiere a lo que él ha llamado «los tres ejes de nuestra línea estratégica» -eurocomunismo, austeridad económica y compromiso histórico-, que han sido precisamente los más atacados y discutidos durante el Comité Central, Berlinguer los ha defendido, dijo un observador, «como si no hubiese ocurrido nada». Afirmó que el eurocomunismo «es una tentativa válida para abrir un camino a la transfonnación socialista».

Defendió también sin medias tintas la estrategia de la «austeridad económica», que la base ha temido siempre como un modo de hacer de nuevo pagar a la clase trabajadora el peso de la crisis. Los mismos socialistas han dicho que la austeridad no es una componente socialista, sino católica. Pero Berlinguer ha vuelto a recalcar que la política de la austeridad es hoy más que nunca válida, porque nace de «la crisis al capitalismo, que no tiene en cuenta el despertar del Tercer Mundo y el hambre en la escena internacional».

Finalmente, por lo que se refiere al caballo de batalla de estos años, el compromiso histórico, Berlinguer volvió a defenderlo en su versión no de «matrimonio entre el PCI y la DC», sino de encuentro de todas las clases trabajadoras comunistas, socialistas y católicas. A quienes le habían pedido que desapareciera del partido hasta el mismo término (compromiso histórico), Berlinguer respondió que «no se trataba de un problema lingüístico, sino político», y volvió a afirmar que quizá un día pueda desaparecer la Democracia Cristiana.

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