"La elección del director no la democracia en la escuela"
«Estamos absolutamente convencidos de la necesidad de democratizar la escuela, pero creemos que es un grave error entender que esto va a conseguirse únicamente mediante el carácter electivo de los órganos de dirección y gestión de la misma», declararon a EL PAIS miembros de la junta directiva de la Asociación Nacional de Directores Escolares, que recientemente ha celebrado en Madrid su cuarta asamblea nacional.
Los directores escolares, cuerpo que la ley General de Educación declaró a extinguir, consideran que «se ha hecho demasiada demagogia en torno a este problema y que se ha caído poco en la cuenta de que la mera elección no garantiza la necesaria competencia técnica y profesional de la dirección.En este sentido piensan que es absolutamente necesario crear los procedimientos y vías necesarios para que el cargo de director esté abierto a todo el profesorado de EGB y que en una escuela, cada vez más profesionalizada, la dirección sea un escalón más dentro de las posibilidades de promoción del educador. «Sin necesidad de provocar el escapismo y el abandono de unos niveles educativos por otros, podrían y deberían lnstitucionalizarse las especializaciones por materias y funciones: jefes de departamentos, coordinadores, orientadores, jefes de estudios, directores e inspectores. »
Los directores escolares, unos novecientos actualmente en toda España, piensan que la opinión pública tiene muy mala imagen de ellos, sobre todo por tratarse de un «cuerpo viejo», en el más concreto sentido de la palabra. De esos novecientos miembros que lo integran, probablemente sólo unos 120 están entre los cuarenta y los cincuenta años, precisamente por ser un cuerpo a extinguir desde 1970 y porque, desde ese mismo año, les ha estado vedado el acceso a las escuelas de nueva creación.
«Si la extinción de nuestro cuerpo se debe a la existencia de unas dudas razonables sobre nuestra competencia y capacidad, el criterio de retenernos siempre en los mismos centros hasta nuestra jubilación supone, en la práctica, condenar a un número concreto y determinado de colegios nacionales a las consecuencias de esa nuestra supuesta incapacidad.»
Creen, por otra parte, que el haber prescindido de su experiencia a la hora de poner en marcha los numerosos centros creados durante estos últimos nueve años puede haber contribuido considerablemente a aumentar esa imagen de confusión e improvisación que acompaña ya tradiciónalmente la puesta en funcionamiento de las nuevas escuelas.
Lo que sí tienen suficientemente claro, al menos los directores escolares más jóvenes, es que «la democratización de la escuela pasa por la participación de todos los miembros de la comunidad educativa, lo que limitaría los actuales poderes del director».
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